Tras las elecciones presidenciales celebradas en Afganistán se verifica una baja sensible de la participacion electoral en relación a años anteriores, debido entre otros factores a la amenaza de nuevos ataques y el miedo al fraude, según se desprende del recuento de votos iniciado el sábado. La violencia, de hecho, se hizo presente en la jornada del sábado con cinco muertos y 37 civiles heridos en distintos ataques atribuidos a los talibanes. Los resultados preliminares serán anunciados recién el 19 de octubre.

Según sondeos que se difundieron durante las últimas semanas, los principales aspirantes a quedarse con la presidencia son el actual jefe de Estado, Ashraf Ghani, el primer ministro, Abdullah Abdullah, y Gulbudin Hekmatyar, un feroz comandante que ha sido bautizado como "El carnicero de Kabul".

La jornada electoral no estuvo exenta de violencia. El miedo al fraude y a nuevos ataques influyó, de hecho, en la elevada abstención, según testimonios de varios ciudadanos. Los talibanes habían multiplicado las advertencias para disuadirlos de acudir a las urnas. Al cerrar la jornada reivindicaron 531 atentados en todo el país.

Lo cierto es que cinco policías murieron en la ola de atentados del sábado, según reveló el Ministerio de Interior. A su vez, hubo decenas de personas heridas por bombas lanzadas contra algunos centros de votación en el norte y el este del país. También se informaron otros ataques en Bamiyan, Kandahar y Kabul, la capital, donde las autoridades habían prohibido el acceso a camiones y furgonetas por temor a los coches bomba.

La tasa de participación podría ser la más baja en las cuatro elecciones presidenciales celebradas desde 2004. La comisión electoral anunció que, según las cifras disponibles, sobre las tres cuartas partes de los colegios electorales, poco más del 20 por ciento de los votantes acudieron a las urnas. De mantenerse el mismo ritmo, la participación final, esperada este lunes, podría girar alrededor del 25 por ciento. El nivel de participación más bajo hasta ahora era el 38 por ciento alcanzado en la primera vuelta de las presidenciales de 2009.

Sin embargo Harun Mir, analista político de Kabul, le restó importancia a las consecuencias de la baja participación. Según Mir, "el próximo gobierno tendrá un mandato más fuerte que el actual porque las elecciones fueron mucho más limpias que las anteriores".

Muchos votantes temían además que se repitieran las irregularidades que empañaron los comicios de 2014. Numerosos observadores estimaron que los del sábado fueron más transparentes y mejor organizados que los anteriores. La Comisión Independiente de los Derechos Humanos (AIHRC) subrayó "muchos puntos positivos", como por ejemplo la mejor formación del personal electoral.

Otros afganos se quedaron en casa porque ya perdieron la esperanza de que mejoren sus condiciones de vida, en un país donde un 55 por ciento de la población vivía en 2017 con menos de dos dólares diarios.

Los resultados preliminares deben ser anunciados el 19 de octubre y los definitivos el 7 de noviembre. Si ninguno de los candidatos recibe más de 50 por ciento de los votos en la primera vuelta, se celebrará una segunda.

Uno de los objetivos de estos comicios es que el futuro jefe de Estado obtenga la legitimidad suficiente para convertirse en un interlocutor ineludible en eventuales negociaciones de paz con los talibanes. Pero los rebeldes se siguen negando a dialogar con el Ejecutivo. "El gobierno títere de Kabul celebró unas elecciones artificiales pero se topó con el fracaso y el rechazo de una vasta mayoría de la nación", afirmaron los talibanes a través de un comunicado.

La campaña electoral se vio afectada por las recientes negociaciones entre Estados Unidos y los talibanes sobre la retirada de las tropas estadounidenses. El presidente Donald Trump las interrumpió inesperadamente a principios de septiembre, cuando todo parecía indicar que ambos países se acercaban a un acuerdo.