Estela Díaz es secretaria de Igualdad de Género de la CTA a nivel nacional, también integra el comité de las mujeres de la Confederación Sindical Internacional. Está en la coordinación del Comité por la Libertad de Milagro Sala y en la Comisión de Mujeres del Instituto Patria. Participa de los ENM desde 1996, en el último Encuentro que se hizo en la ciudad de Buenos Aires. Y desde ahí su asistencia casi perfecta. Díaz es de La Plata y vive en esa ciudad aunque pase gran parte de sus días en CABA. Por su mirada política, feminista y platense, Pagina/12 decidió entrevistarla para hablar del encuentro que se viene. “El Encuentro Nacional de Mujeres ha sido un gran motor de la ampliación de derechos para las mujeres y de fortalecimiento de este movimiento que es mirado por la región y por el mundo. Es un espacio movimientista, es un espacio de debate, que tiene esta posibilidad de fortalecernos a cada una de nosotras para discutir en nuestro sindicato, en nuestro partido, en nuestra agrupación, en el espacio feminista, en el barrio o hasta en la iglesia. Nos potencia a todas”, según Díaz.

--¿Puede hacer una comparación entre este Encuentro con el que se hizo en la ciudad de La Plata en el 2001?

--Pasaron muchos años pero si consideramos el contexto de las políticas neoliberales, de crecimiento de la pobreza, la desocupación, las desigualdades, estamos en un contexto socioeconómico e institucional más o menos parecido, con niveles enormes de endeudamiento. Creo que la gran diferencia es la fortaleza del movimiento popular, del sindicalismo, de los movimientos sociales y especialmente del movimiento de mujeres y del feminismo. Esos años eran años de enorme fragmentación social, de una gran debilidad y de luchas de gran defensiva. Hoy es cierto que estamos enfrentando las políticas neoliberales pero la estamos enfrentando con una capacidad gigantesca de movilización, con posibilidad de triunfo incluso para parar la mano en la quita de derechos. Pero además hay una esperanza de que la respuesta va a ser en la política, en la posibilidad de que llegue un nuevo gobierno, que nos coloca en una situación muy diferente al 2001.

--¿Y para las mujeres?

--Entre el 2001 y el 2019, la diferencia para las mujeres se puede sintetizar en la frase “ahora que sí nos ven”. Desde el punto de vista del Encuentro también señalaría que la diferencia es la masividad que va a tener. La expectativa, la instalación de los espacios de los encuentros como un hecho político social de enormes dimensiones instalado en la agenda. Antes solo algunos sectores sabían que estaba el Encuentro. Desde el punto de vista de las discusiones, hay fuertes tensiones políticas. En aquel momento eran otras. Se cuestionó muchísimo el Encuentro de La Plata de 2001 porque se había sacado el taller de aborto, en aquel tiempo se llamaba “anticoncepción y aborto”. Y había habido diálogos con la cúpula de la iglesia. En aquel momento venían muy organizadas las mujeres de la iglesia para discutir en los talleres y hubo mucha crítica en ese sentido. En el 2001 empezaron a crecer comisiones de desocupación, organizaciones de piqueteras, empezaba a hacerse más popular la presencia en los encuentros, con mujeres del barrio dando la teta o rodeadas de chicos, eso antes no se veía. Desde la experiencia de una articulación de mujeres y feminismo en La Plata se hicieron acciones paralelas. Se inauguró la peatonal feminista, el “ABC del feminismo”, un taller gigante que se llenó de jóvenes mujeres, un poco saliéndose de la estructura más tradicional de solo talleres. Hoy atraviesan otros debates también con enormes tensiones políticas pero claramente ya no es un evento silencioso, al contrario, es un evento esperado y que entendemos que va a ser el más grande de todos los encuentros.

--¿Cómo está viviendo La Plata esta previa?

--Una ya lo nota en la prensa. Muchas entrevistas, consultas, notas. Este año ha sido difícil, todos los años lo es, las comisiones organizadoras empezamos en noviembre de 2018 con un patio de Rectorado que superaba las setecientas personas. Las comisiones que se conformaron para trabajar tenían ochenta o cien personas. El debate del cambio del nombre dificultó mucho la organización porque como no había acuerdo con esto era muy difícil hacer notas, hacer página oficial del encuentro. Son tensiones políticas como las que ha habido otros años en relación a otras temáticas. El encuentro es muy plural, hay de todas las fuerzas políticas, hay movimientos sociales, hay activistas independientes, mujeres que se acercan porque les interesa el tema. Cada coyuntura coloca un tema. Acá estamos en una provincia que gobierna Vidal y un municipio que también dirige Juntos por el Cambio. Este gobierno empezó reprimiendo a trabajadoras, así empezó la gestión de Cambiemos. Por eso desarrollamos nuestro autocuidado porque reclamamos que esto sea en paz, con seguridad y sin represión y es responsable la gobernadora de que esto sea así. En La Plata es particularmente desafiante por esto. También porque tenemos la expectativa de que en esta ciudad la intendenta sea una mujer. La provincia de Buenos Aires tiene solo cuatro intendentas mujeres. Y ahora hay veinte candidatas mujeres esto también tiene que ver con la fuerza del movimiento.

--¿Qué ejes temáticos o problemáticas predominarán en este encuentro?

--El tema del cambio de nombre a lo plurinacional y a las disidencias, que empezó en Chaco y se profundizó su debate en Chubut. Estamos pensando en nuestro NEA y nuestro sur, donde las comunidades originarias tienen mucha presencia y plantearon que la nación Argentina tiene naciones previas y queremos que esto se reconozca. También estuvieron muy presentes las identidades diversas: lesbianas, travestis, trans. Desde la CTA sentamos posición en que estamos de acuerdo en el cambio pero necesitamos que se construya una metodología, no es una comisión organizadora la que pueda definirlo, sino todas las mujeres en el propio Encuentro. Seguramente en todo el proceso del encuentro aparecerá esto.

--¿Cómo impacta la cercanía con las elecciones partidarias?

--Este es un año particularmente especial porque estamos luego de casi cuatro años del desastre neoliberal que nos viene arrasando. En ese sentido creo que es muy esperanzador. Hay una expectativa muy fuerte de que el triunfo sea del Frente de todos todas todes. Esto sin dudas va a estar muy presente. También otros espacios políticos van a estar como los de izquierda. El Encuentro ha sido un gran motor de la ampliación de derechos para las mujeres y de fortalecimiento de este movimiento que es mirado por la región y por el mundo. El encuentro es un espacio movimientista, es un espacio de debate, que no tiene orgánicas pero sí que tiene esta posibilidad de fortalecernos a cada una de nosotras para discutir en nuestro sindicato, en nuestro partido, en nuestra agrupación, en el espacio feminista, en el barrio o hasta en la iglesia. Nos potencia a todas. Es una gran red que nos enlaza de algún modo a todas y cada una y que ha contribuido para hacer avanzar la agenda feminista. Aquí no se imponen resoluciones porque reconocemos que hay una gran diversidad pero se genera un hecho social que marcan, como dicen las que vienen por primera vez, nunca te volvés igual después del primer Encuentro.

--¿Cómo impacta el momento histórico de un feminismo tan pujante en el país?

--Después del 2015 hay un salto de masividad enorme. Antes siempre lo habían invisibilizado, salvo Página/12 y radios alternativas. Esto jamás era noticia. Después del 2015 la masividad estalla a simple vista y no pudieron evitarlo más. Cada vez hay más presencia de mujeres de Latinoamérica que vienen para ver qué es esto de los encuentros. Algo que no tiene réplica en otro lado del mundo. 34 años que nos damos cita en esto que la palabra bien lo dice es un encuentro. No es asamblea ni plenario... tiene que ver con cruzarnos reconocernos, discutir, abrazarnos, marchar, cantar y volver con energías renovadas y fortalecidas.

--¿Por qué los encuentros son cada vez más grandes y siguen siendo necesarios?

--Siguen siendo imprescindibles. El patriarcado no se va a caer, lo vamos a eliminar. Esta es una manera que sabemos desde una perspectiva feminista. Generar espacios novedosos y de construcción de debate de las que pensamos igual pero también de las que pensamos distinto.