El Premio Nobel de la Paz fue otorgado este viernes al primer ministro etíope, Abiy Ahmed, por ser considerado el responsable de la reconciliación entre su país y Eritrea y llevar adelante reformas para transformar radicalmente el país africano, castigado por el autoritarismo durante años.

Abiy, de 43 años, recibe el prestigioso galardón "por sus esfuerzos para lograr la paz y la cooperación internacional, particularmente por su iniciativa decisiva destinada a resolver el conflicto fronterizo con Eritrea", declaró la presidenta del Comité Nobel noruego, Berit Reiss-Andersen.

El premio significará un impulso para el dirigente, que aún no terminó su mandato y se enfrenta a una creciente ola de violencia entre diferentes grupos en su país, donde están previstas elecciones legislativas en mayo de 2020.

"Honrado" y "feliz" por el reconocimiento, Abiy Ahmed agradeció "un premio otorgado a África". "Me imagino que otros líderes de África pensarán ahora que es posible trabajar en los procesos de construcción de paz en nuestro continente", dijo el joven dirigente etíope, en una breve conversación telefónica con las instituciones del Nobel.

Para el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el acercamiento entre Eritrea y Etiopía es un "impulso para la estabilidad de la región". El acuerdo de paz "abrió nuevas oportunidades para la seguridad y la estabilidad en la región y el liderazgo del primer ministro Ahmed ha brindado un ejemplo formidable a los países de África y de otros lugares que buscan superar las resistencias del pasado y dar prioridad al interés de la población", declaró Guterres, en un comunicado.


La paz con Eritrea

Desde que tomó las riendas del segundo país más poblado de África, en abril de 2018, Abiy Ahmed comenzó el acercamiento con el país vecino, antaño una provincia etíope. Apenas seis meses después de su investidura, en julio de 2018, firmó la paz con Eritrea y puso fin así a 20 años de enfrentamientos.

Etiopía liberó a miles de disidentes, pidió perdón por la brutalidad estatal y recibió con los brazos abiertos a miembros de grupos exiliados que sus antecesores habían calificado de "terroristas".

Abiy, que nació en una familia muy pobre, fue visto como un visionario y un reformista con la capacidad de inyectar optimismo en esta zona del mundo castigada por la miseria y la corrupción.

Sin embargo, el entusiasmo dejó paso a la frustración. La frontera entre los dos países está de nuevo cerrada, la firma de acuerdos comerciales se hace esperar y Etiopía aún no tiene acceso a los puertos de Eritrea. Según los analistas, el camino para la paz duradera será largo.

"El comité Nobel espera que el premio Nobel de la Paz refuerce al primer ministro Abiy en su trabajo en favor de la paz y la reconciliación", sostuvo este viernes Reiss-Andersen. Este premio es "es un reconocimiento y también un impulso a sus esfuerzos. Somos conscientes de que queda mucho por hacer", agregó.


Elecciones libres, el próximo desafío

En este momento, muchos dudan de la capacidad de Abiy de organizar "elecciones libres, justas y democráticas" en mayo de 2020 debido a la violencia interna que fisura el país. La inseguridad en el país provocó en 2018 el desplazamiento forzoso de dos millones de personas.

El primer ministro también es objeto de críticas y amenazas por parte de los exdirigentes del país y ya sufrió un intento de asesinato desde su llegada al poder. Etiopía tiene 110 millones de habitantes y ocupa uno de los últimos lugares de la lista de democracia 2018 realizada por The Economist.