En el último año, al CONICET solo entraron 450 de 2500 postulantes. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) perdió 1000 investigadores y técnicos. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) tiene 800 menos. El Instituto Nacional de Tecnología industrial (INTI) sufrió 700 bajas. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) perdió 400 trabajadores. Las becas de investigación están en torno a los 28 mil pesos. Los subsidios calculados a un dólar de 16 pesos. Hay recortes en infraestructura y adquisición de insumos. La realidad de la ciencia argentina está contra las cuerdas y esforzándose por respirar.

Consultado por el Suplemento Universidad, el ex presidente de CONICET y actual diputado nacional Roberto Salvarezza señaló que “la ciencia está en una situación de incertidumbre y decepción constante” y agregó: “Con salarios que están al 40 por ciento en relación a 2015 y becas debajo de la línea de la pobreza, el sistema se torna expulsivo. Alguien que está haciendo una tesis ve esta realidad y siente que no tiene futuro”.

“Los chicos se encuentran con toda la masa de actores que se generó hace algunos años y hoy están sin perspectiva y muy cerca de caer al abismo. Por eso, muchos se van afuera y otros los ves en programas de preguntas y respuestas para conseguir financiación. Lo que era un sistema que tenía tensiones pero que crecía y tenia expectativas, hoy es un sistema expulsivo”, enfatizó.

En este contexto, y bajo el lema “La ciencia y la educación como pilares fundamentales para un proyecto soberano nacional, popular, democrático, latinoamericano y feminista”, se llevó a cabo el IV Encuentro Federal de Ciencia y Universidad, con sede en la Universidad Nacional de La Plata y organizado por el Frente Federal de Ciencia y Universidad.

Más de 500 personas de todo el país, entre científicos, políticos, dirigentes universitarios y público en general, debatieron y reflexionaron sobre la articulación de la ciencia y la política para enfrentar este contexto de ajuste y desolación.

Con ejes como “soberanía y territorio”, “sistema científico universitario”, “salud en Argentina y la región” y “género” se apuntó a discutir el lugar de la ciencia, la tecnología y la universidad pública como constructor de herramientas para la toma de decisiones políticas y soberanas en materia de conocimiento, seguridad, alimentación, distribución territorial, ambiente, salud y recursos a escala nacional, provincial y local.

“El principal objetivo fue reflexionar sobre políticas científicas capaces de dar respuesta a la emergencia social actual, pero también de articularse para impulsar un desarrollo económico y productivo de largo plazo”, explicó al suplemento Victoria Homberger, licenciada en Antropología de la UNLP y una de las organizadoras del evento desde la Facultad de Ciencias Naturales.

Pasar de un sistema de becas a contratos a término, con los que los investigadores tengan derechos laborales, jubilaciones, etcétera, fue uno de los puntos destacados de Congreso. Para conseguirlo –destacaron- sería necesario un “cambio de paradigma” en la forma en que la sociedad y el Estado perciben al científico.

En esa línea, Marina Pifano, bióloga, becaria posdoctoral del CONICET y otra de las organizadoras del evento, subrayó: “Hay que dejar de hablar de científicos para hablar de trabajadores de la ciencia. Empezar a vernos como sujetos que quieren continuidad laboral y organización sindical para investigar, hacer docencia o articular con la sociedad como parte de un complejo, es fundamental”.

El encuentro fue abierto y gratuito y se llevó a cabo entre el 12 y 14 de septiembre. Contó con visitantes de 15 casas de altos estudios de todo el país. Años anteriores se había realizado en Avellaneda, Quilmes y Puerto Madryn.

Estado de alerta

Desde gran parte de la comunidad científica se habla de un organismo que tenía tensiones internas, pero siempre en un contexto de crecimiento, lo cual hoy cambió radicalmente. “El actual es un modelo que desde el punto de vista de la producción de conocimiento no se sostiene. Es inviable”, sentenció Salvarezza.

Antes de 2015, las tensiones eran presupuestarias: había atraso en el pago de las becas o necesidades en actualización de infraestructura y salarios, pero hoy la realidad es otra. “Ahora se discute supervivencia; hoy es si puedo vivir acá o no puedo vivir”, agregó.

El geólogo y secretario de Ciencia y Técnica de la UNLP Marcelo Caballe contó: “Hoy el sistema funciona por inercia. Tuvimos años realmente buenos y el sistema no se cae de un día para el otro. Pero la producción científica está casi anulada: hoy no se nota, pero en unos años se va a ver en los indicadores de producción. Los desastres que hicieron en estos años los vamos a notar en un tiempo”.

Al respecto, Salvarezza amplió: “Si querés que la ciencia vuelva a funcionar hay que cambiar variables, salarios, becas, condiciones laborales y que los institutos puedan abrir sus puertas. No podemos permitir que se vaya más gente joven al exterior, eso implica un cambio en todos estos parámetros que estuvieron destinados a achicar el Estado, que es achicar el sistema de ciencias”.

“No hay una política desde Nación que promueva la aplicación de los conocimientos que se generan. Yo coincido con Salvarezza en que estamos próximos a un nuevo éxodo de investigadores. No tenemos alternativa. Los becarios ya están mirando las posibilidad de trabajar en otros lugares del mundo”, completó Caballe.

El paleontólogo Investigador del CONICET y profesor de la UNLP Julián Petrulevičius -quien también fue uno de los organizadores del Congreso- explicó que uno de los máximos problemas de la gestión de Mauricio Macri en cuanto a la ciencia fue la discontinuidad de proyectos que “venían siendo exitosos” para darle una mirada completamente distinta, “sin tener en cuenta” la opinión de los científicos.

“Se discontinuaron abruptamente muchas cosas que se venían haciendo para darle lugar a este ‘Plan 2030’ que se quiso generar. En ciencia vos no podés hacer un corte de un año a otro tan abrupto: la ciencia es paso a paso. Por lo menos así se trabaja en los países en los que es un asunto de Estado”, añadió.

Una mirada de esperanza

“El encuentro estaba planteado para recuperar el vínculo entre la ciencia y la política, por eso el cierre fue con intendentes y candidatos a jefes comunales de la región para contarles a ellos todo lo que se había discutido, pero también para escuchar sus propuestas y generar un diálogo”, contó Pifano.

Además, destacó la unión de la comunidad científica como oposición a la crisis: "En estos cuatro años se pudo construir un discurso único y poderoso que se contrapone a ese que quiere ver a la ciencia débil y dividida. Se venció ese lugar común que ve a la ciencia como un gasto y no como una inversión, y creo que eso se logró porque crecimos mucho a nivel de análisis”.

La posibilidad que los científicos vuelvan a ser escuchados para que la ciencia esté detrás de un proyecto de país inclusivo, que ayude tanto a solucionar los problemas de la gente de a pie como de la pequeña y mediana industria, es algo que entusiasma y se nota en los discursos, principalmente en los más jóvenes.

"Los jóvenes hoy ven a la ciencia, ya no como algo aislado, sino como parte de algo mayor que puede contribuir al desarrollo productivo y social del país. Eso es algo que hay que consolidar y decirles a los chicos que se queden a trabajar", remarcó Caballe.

Ciencia argentina e igualitaria

Entre los puntos destacados en las múltiples mesas de debate estuvo la necesidad de centrarse en una mirada de ciencia netamente soberana y con anclaje en los problemas de nuestra sociedad.

“Todos coincidimos en la necesidad de configurar una ciencia argentina que tenga que ver con nuestras necesidades. Qué, cómo y cuándo la vamos a desarrollar y qué sujeto político científico la va a impulsar es lo que hay que discutir. Obviamente, relacionándola con problemáticas mundiales como el cambio climático, el sistema de consumo y demás, pero siempre desde parámetros propios”, consideró la antropóloga de Glew, al sur del conurbano bonaerense.

Y agregó, entusiasmado, Petrulevičius: “Yo, como paleontólogo, estudio fósiles autóctonos. Eso permite conocer el territorio y que los argentinos podamos contar nuestra historia y no esperar que alguien de afuera nos la cuente. Lo cual es generar soberanía de conocimiento”.

La problemática de género también estuvo presente porque -según explicaron- a pesar de ser mayoría las mujeres, muy rara vez llegan a posiciones de toma de decisión. “En la ciencia las asimetrías son mayores conforme se va avanzando en la pirámide de toma de decisiones, eso es algo que se planteó con fuerza”, señaló Pifano.

Además, se puso en debate la necesidad de una mirada multidisciplinaria que supere la vieja dicotomía entre ciencias duras versus ciencias blandas, y romper la idea del científico como ente que mira la sociedad desde un lugar de superioridad y no al servicio de la ciencia.

“Realizar un informe técnico para una municipalidad o un conocimiento aplicado que mejore la calidad de vida de alguien en un barrio de emergencia es igual o más importante que publicar un paper”, remarcó Pifano.

 

A diferencia de los últimos tres congresos –y con vistas al próximo, que se realizará en Tucumán en 2020- este no tuvo solo un mirada de resistencia y supervivencia, sino una mirada de apuesta a un futuro mejor, como una esquirla de esperanza que se impregna en este presente de ajuste.