Los brillos de Tim Burton

Lo que sucede en Las Vegas se queda en Las Vegas, sumun de lo kitsch con sus hoteles de fantasía grecorromana, exuberantes fuentes de aguas danzarinas, paseos en góndola, torres Eiffel a la sombra de viejas pirámides egipcias, entre otras postales “típicas”. Salvo, claro, que la ciudad del pecado albergue la flamante exposición de Tim Burton, en cuyo caso trasciende la novedad hasta el infinito, roto el tácito pacto de silencio. A los cuatro vientos, entonces, anunciada la recientísima inauguración de Lost Vegas, como el cineasta ha bautizado a su última instalación escultórica y digital, con piezas mayormente inéditas (el 80 por ciento fue especialmente creado para la ocasión), y que eligió exponer en una peculiar galería al aire libre: el Neon Museum , dado a la misión de hacer una puesta en valor histórica y artística de los grandes letreros de neón de Las Vegas ya retirados, que allí se rescatan y exhiben. Letreros que por estos días, y hasta febrero 2020, conviven armónicamente con las más de 40 extravagantes obras de Burton, entre ellas: extraterrestres tamaño real de Mars Attacks!; platillos voladores; un pequeño letrero de 2019 que dice “Betelgeuse Betelgeuse”, tan desgastado que parece de antaño; robustos modelos de Penguin Boy y Stain Boy, de su libro The Melancholy Death of Oyster Boy and Other Stories, que acechan desde algún rincón… “Filmar la demolición del Landmark Hotel para Mars Attacks! fue uno de los momentos más poderosos de mi vida”, asegura Burton sobre uno de los hitos de una urbe que le encanta, flechado desde tierna infancia por un Las Vegas que solía visitar a menudo con su familia, y que siempre le pareció “más grande que la vida, colorido, impactante, encantador y extraño; un lugar donde las reglas cotidianas parecen no aplicarse”. Más extraño aún hoy en día, desde su intervención arty, valga la mención.

Valiosa pitada

Suele decirse que la basura de unos es el tesoro de otros, y siguiente caso no es excepción: en 1953, Winston Churchill, entonces primer ministro británico, fue al teatro Coliseum en el West End de Londres para disfrutar del musical Call Me Madam en compañía de su esposa Clementine. La gente lo recibió de pie, con una sentida ovación que él respondió con el clásico signo de victoria, y siguió la noche con normalidad. En cierto momento, el hombre -enamorado de los puros, como es harto sabido- sacó un habano, lo prendió y le dio una pitadita; luego lo tiró al piso. Ni lenta ni perezosa, una acomodadora llamada Violet King lo recogió y se lo guardó en el bolsillo, orgullosa del memento que acababa de recolectar. La particularidad del caso es que, al poco tiempo, King quiso asegurarse de que otra gente le creyese, y no tuvo mejor idea que escribir a 10 Downing Street pidiendo que, por favor, certificasen la autenticidad del cigarro. Previo consultar con Churchill, Jane Portal, su secretaria privada, increíblemente respondió, y vía epístola le dijo a Violet que Winston “por supuesto no tiene ningún problema con que le digas a tus amigos que el puro que encontraste es de él”. Y así pasaron los años, atesorando doña King el tabaco con las babas del hombre que lideró Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. “Violet estaba muy orgullosa del cigarro. Le gustaba hablar de él y mostrárselo a la gente”, cuenta hoy su sobrino, Julian Lewis, que a diferencia de su tía ya fallecida, no tiene pruritos en deshacerse del puro semifumado. Sacándole un dinerillo, sobra decir… Y es que está pautado que el salivado recuerdo sea subastado en la casa londinense Hansons Auctioneers el venidero 11 de diciembre, por un precio guía de entre 5 y 6 mil libras. Según el dueño de la casa de subastas, “la procedencia de este hallazgo es excepcional; Churchill era conocido por su amor por los cigarros, que se decía que masticaba y fumaba. Lo hacía en su casa, en el trabajo y, como ahora sabemos, incluso en el teatro”. Para despuntar el vicio, cualquier sitio está bien.

@hexico

Jukebox ilustrado

“Soy amante de la música desde siempre, me resulta imposible pasar un solo día sin escuchar un disco”, cuenta -desde su Viña del Mar natal- la artista Daniela Soto Figueroa, creadora de encantadora propuesta en línea: la cuenta de Instagram El disco del día , proyecto titánico que actualiza cada 24 horas, fusionando sus dos grandes pasiones, los álbumes y el dibujo. Y es que allí invita la muchacha chilena a ilustradores de distintos puntos cardinales a recrear el arte de tapa de grandes LPs de todos los tiempos, sin encorsetarse a estilos y épocas, compartiendo luego la preciosa galería en línea. Una galería que, dicho sea de paso, lleva año y medio creciendo y creciendo gracias al aporte diario de trazos variopintos, de “artistas que admiro inmensamente, que busqué por Instagram e invité a participar”, según cuenta. Así, en El disco del día, es posible ver preciosas versiones de portadas de dibujantes de Argentina, México, Chile, España, Polonia, Perú, Colombia, Costa Rica, Venezuela, Estados Unidos. De las huestes locales, presentes: la artivista Hexico, la tatuadora Vicky Monte, la serigrafista María Vasquez Mansilla, el coder Andrés BocHo, la diseñadora gráfica Mercedes Ruggiero… Y siguen las firmas desde otras geografías, de -por caso- el artista Marco Kelso, de Costa Rica/Estados Unidos; la arquitecta venezolana-argentina Cristina Gutiérrez; la diseñadora chilena Consuelo Astorga… Además de las propias obras de Soto Figueroa, cabe señalar. Por lo demás, además de funcionar como incitante escaparate para conocer el evidente talento de ilustradores independientes internacionales, hay valor bonus track en el proyecto: sugerir a internautas posibles soundtracks para amenizar musicalmente sus jornadas. Finalmente, la variopinta selección hará las delicias de cualquier sibarita del sonido, que encontrará de todo como en botica: discos de Kurt Vile, Lemonheads, Johnny Cash, Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati. De Alice in Chains, Scott Walker, Javiera Mena, las Slits, Charly García. De Violet Femmes, Liza Minelli, Klaus Nomi, Stevie Wonder… “El proyecto fue, es y será para destacar la importancia de la música y del arte en nuestras vidas”, recalca Soto Figueroa, que cura con mimo El disco del día, seleccionando tapas según propias inclinaciones: “Me gusta programar mes a mes todos los discos, que en su mayoría responden a gustos personales, aunque siempre estoy abierta a las sugerencias de los colaboradores”. Para dar con el match perfecto, por cierto, mira las portadas originales y atiende cuál se ajusta más con el estilo de cada artista, et voilá la asignación. “Discos para destacar va a haber siempre”, ofrece la joven melómana que, aunque titulada en Comunicación Audiovisual, lleva varios años zambullida de lleno en la ilustración, participando en ferias temáticas, creando sus propios zines, colaborando con la web feminista Feminopraxis o el proyecto online -devenido libro- 365 mujeres ilustradas . Respecto a su colosal tarea en autos, El disco del día, aclara que no tiene pensado detenerse; la mantendrá vivita y coleando “mientras todas las personas que somos parte estemos dispuestas a continuar”. A por más.