El cancherismo fue su rasgo distintivo. Nunca como en el Ditellazo hubo tanta asimetría entre autoestima y realizaciones demostrables. No recuerdo funcionarios (y los hubo muy brutos) que desestimaran todo aquello que en Latinoamérica se sabía desde hace décadas”, economista Eduardo Crespo (@ecres70).

El gran teórico italiano Antonio Gramsci asignaba un rol relevante a la lucha intelectual. Según su visión, la principal función de los intelectuales es articular el bloque de poder hegemónico. El autor de los celebres "Cuadernos de la Cárcel" decía que “no existe una clase independiente de intelectuales, sino que cada grupo social tiene su propia clase de in­telectuales o tiende a formársela…cada grupo social… crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de intelectuales que le dan homogeneidad y concien­cia de la propia función, no sólo en el campo económico sino también en el social y en el político”.

La derecha económica siempre tuvo claro cuán importante es la batalla cultural. El monetarista Milton Friedman sostenía que “solo una crisis –real o percibida– da lugar a un cambio verdadero. Cuando esta crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que esa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable”. En ese sentido, la Universidad de Chicago preparó cuadros como futuros funcionarios económicos para luchar contra la revolución keynesiana.

Los discípulos de Milton Friedman entrarían en acción en la dictadura pinochetista. El programa de los “Chicago Boys” (reducción de aranceles, privatizaciones, “enfoque monetario de la balanza de pagos”, desregulación del mercado de trabajo) provocó una intensa crisis económico-social. En el bienio 1982-1983, la actividad económica chilena retrocedió 14 por ciento. La Argentina tuvo su dosis monetarista con Martínez de Hoz. En los noventa, los intelectuales orgánicos que comandaron el experimento neoliberal provinieron de diferentes instituciones/fundaciones. En el primer gobierno de Carlos Menem, la Fundación Mediterránea copó las estructuras burocráticas estatales. La eyección de Domingo Cavallo revalorizó las acciones de los economistas formados en la ultraliberal UCEMA.

Con el macrismo, la mayoría de los casilleros fueron ocupados por graduados de universidades privadas. En particular, tuvo un rol protagónico los egresados/profesores de la Universidad Torcuato Di Tella. El periodista Alejandro Bercovich comenta en una columna en Bae que “nueve funcionarios importantes de Macri estudiaron sus carreras de grado en esa casa de altos estudios –entre ellos, Marcos Peña, Lucas Llach, Enrique Avogrado y Marina Carvajal- y otros doce hicieron posgrados allí, como Jorge Triaca, Francisco Gismondi, Mariano Flores Vidal y Sebastián Scheimberg. Entre sus profesores, la Escuela de Negocios de la universidad cuenta con los dos jefes del Banco Central a quienes más se les devaluó el peso en los últimos 17 años: Federico Sturzenegger y Guido Sandleris”. 

Por eso, el estallido del modelo económico macrista fue bautizado como el “Ditellazo” en las redes sociales. “Yo simplificaría el Ditellazo como ‘megaendeudamiento público en dólares con tipo de cambio flexible’. Una forma rápida y simple para detonar un país”, escribió el economista Juan Matías de Lucchi en su cuenta de Twitter. La tarea del próximo presidente será comenzar a revertir este ruinoso presente.

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