Tras la detención y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, se han lanzado diversos narcocorridos que relatan los hechos de violencia ocurridos en Culiacán, Sinaloa, el pasado jueves.

“Se les hizo fácil, se metieron con la familia Guzmán/ se les apareció el diablo y el mismo infierno aquí en Culiacán”, dice una estrofa de la canción presentada por el grupo Arte Norte.

Otro verso dice “militares preocupados pues a sus familiares les amenazaron/ entre las lluvias de balas no había más qué hacer/ estaban superados, el gobierno acorralado, sin tener salida había que liberarlo/ tenían demasiadas bajas y del Chapito seguían llegando”.

Finaliza con un “misión cumplida, gracias a los plebes que dieron su apoyo/ seguimos con el legado que dejó mi padre quedó demostrado”.

Qué son los narcocorridos

El doctor en Antropología, Edgar Morín, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, explicó que el corrido no es algo homogéneo, sino que tiene una serie de matices como un componente literario, en el cual, el compositor describe hechos, condena o califica realizando juicios de valor, llegando incluso a la apología.

Muchos de los corridos son escritos por encargo, para resaltar la figura de quien contrata a los compositores. En la actualidad las descripciones en los narcocorridos son cada vez más violentas, con una descripción muy detallada de ejecuciones, emboscadas y profanaciones de cuerpos.

La narrativa del narcocorrido da cuenta del ejercicio de la violencia, del poder que ésta genera, de la muerte y del tren de vida de los narcotraficantes, ensalzando la lealtad y el valor fuera de la ley, llevando implícito los crímenes y la corrupción dentro de las formas simbólicas que hoy se conoce como narco cultura, siempre apoyada por la complicidad de las instituciones del Estado.

Los contenidos de los narcocorridos expresan nuevos códigos de narcotráfico que señalan la descomposición de una sociedad y del mismo estado, e incluso, su discurso y la apología de personajes fuera de la Ley raya en lo contestatario.

En su discurso, los narcocorridos han llegado a la transgresión, hace uso de los antivalores que glorifican acciones ilegales y amorales, se habla particularmente de la lealtad, a la obediencia y combina discursos morales y amorales que pueden construir historias fantasiosas o sacadas de la vida real y que dentro de los factores simbólicos hablan del poder, de lo ilegal, del éxito a partir de vivir fuera de la Ley, del consumismo de quienes se dedican a estas actividades.

De La Jornada de México, especial para PáginaI12