¿QUIÉN ES ESE CHICO?

Vive con Gonzalo, su pareja desde hace 18 años, y con Valentín, el hijo de Gonzalo de17. Recientemente se incorporó a la familia su sobrino de 18. En su boutique es un lujo encontrar versiones modernas de indumentaria tradicional para hombres y mujeres en términos clásicos pero también ropa no binarie, así como también talles de todas las medidas, apuntando a un público diverso. Nació en Navarro, Provincia de Bs. As, hijo de un papá mecánico y una mamá ama de casa, devenida podóloga y oicasional modelo de alguna de sus colecciones. Hoy es uno de los diseñadores más chic, codiciados e influyentes de la moda argentina y del mundo, que está reconciliado con su pueblo, del que se quiso escapar por el bulling metiéndose en un colegio pupilo.

VISTIENDO CUERPOS

Apenas llego a la puerta de su atelier, recibo un mensaje de Ramírez avisándome que está demorado 5 minutos. Después me doy cuenta de que él así: tiene en cuenta al otro y lo respeta, sin creérsela, por más que sea un creativo exquisito. Parece buscar que las cosas encajen, como sus telas en los cuerpos de sus clientxs. La gente pasaba por la Av. Santa Fe apurada, con bolsas de regalos o buscando algo para comprar en las vísperas del Día de la Madre. Entre Uliburu y Azcuénaga, al lado de un local que vende carteras de cuero con manijas doradas y billeteras rojas con flecos, se levanta un edificio art nouveau de 2 pisos, con balcones a la calle y una puerta de madera color canela que conduce a una escalera alfombrada. En el primer piso está el atelier de Pablo Ramírez que también funciona como escuela de estilistas y asesores. Su lugar de trabajo está impecable asemejándose a un estudio de arquitectura, por su espacialidad y decoración minimalista. Las paredes y la carpintería pintadas de blancas. Un sillón negro de tres cuerpos en un extremo. El piso de pinotea color piel de león brilla como la luz que entra por la ventana formando una extraña figura geométrica. Sillas blancas de diseño y una enorme mesa blanca de trabajo que separa al diseñador del entrevistador; sobre ella un cuaderno de tapa negra, tres bolígrafos transparentes, minuciosamente acomodado uno al lado del otro. Al costado, una hoja blanca con un boceto en tinta negra: Una mujer sin rostro, pelada, con un vestido ajustado que se despliega como un paraguas desde la fina cintura.

Ramírez se toma su tiempo para responder las preguntas. Habla pausado y elige cada palabra que va a decir. Por momentos le cuesta soltar alguna expresión y tartamudea. Pero cuando habla de lo que más le gusta: su trabajo y las estrellas que le tocó vestir, su diálogo se vuelve enérgico y constante. Parece que no tiene temor de contar nada de lo que se refiere a su trabajo, que vive con resplandeciente pasión; pero cuando la conversación gira en otra dirección, el ritmo de la charla se desacelera. Veremos qué podemos conseguir...

¿Cómo entablás la relación con las celebrities que te tocan vestir?

El primer contacto es ver el voto de confianza. El encuentro tiene que ser directo. No me gusta cuando hay intermediarios porque se empieza a distorsionar todo y no sabés con quién estás tratando. Vestir un cuerpo es algo íntimo. Entiendo que puedan tener un asesor de imagen y que vengan para hablar del look, pero si esa persona me elige a mí está confiando en mí.

¿Te pasó eso con alguien?

Con Susana Giménez la primera vez no pude tomarle las medidas, me las pasaron. Yo les dije que no trabajaba así. Hice lo que no hago (trabajar con las medidas que me pasan). Luego fui  a su casa a probárselo y cuando se lo puso, el vestido no le cerraba. Era 2004, y ella estaba re flaca. Pero no le iba de ningún lado, lo cerramos como pudimos. Además, me dijo que se sentía como una monja. Para mí era re sexy. Me causó mucha gracia. Yo le dije que a mí la monja me salía de adentro. Hago algo sexy y me sale monja… Le tomé todas las medidas y le hice un vestido nuevo, porque ese no servía. Se lo probé y le quedó divino, fabuloso. Le bajé un poquito el cuello para que no se sintiera tan monja y así hizo la apertura del programa. A la semana me llamaron diciéndome que querían que el lunes hiciera el programa con otro vestido mío. Después me llamaron para que le hiciera otro vestido para el cierre del ciclo: "que sea blanco y de jersey, pero que sea sin forro" porque Susana decía que el forro la engordaba. Ahí dije que no. 

¿Por qué?

El forro es de una muselina muy finita que sostiene la piel y hace el efecto de que el jersey cae. Ella tiene la fantasía que la muselina engorda, pero en realidad es como si tuviera una media finita y no pesa nada. Además, un vestido de jersey blanco le iba a marcar todo… No lo hice.

¿Cómo fue vestir a Lizy Tagliani?

Es lo más. Yo la amo. Me escribió para que la vistiera para el Martín Fierro, saliendo con dos vestidos. Ella no lo podía creer. Y me pidió que fuera con ella. Yo me negaba porque me daba vergüenza, pero también me pareció un gesto de amor que me eligiera como su acompañante. La banco a muerte y si ella me está eligiendo, la quiero acompañar. Cuando vino acá fue la antiestrella total. No quiso ver los bocetos. Nada. Dijo, haceme lo que vos quieras.

¿Lo que vos quieras?

Lo que quieras. Le armé un look para la previa. No había traído zapatos. Yo le dije ¿Qué clase de travesti sos que no traes zapatos? La cargaba por las medidas. Ella divina. Nos reímos un montón. El día del Martín Fierro fue todo super gracioso. Cuando vestí a La Negra Vernaci también; porque ella es muy personaje y muy rebelde. Yo le decía, compórtate, no levantes los brazos y quédate quieta; pero ella no puede, porque es tremenda y payasa; y es lo que hace que sea auténtica.

Con un vestido tuyo potencia su esencia…

Justamente, lo que me gusta es hacerla ver linda y que siga siendo ella. Para que sea ella no tiene que estar disfrazada de floripondio. Cuando empezó su programa me llamaron para que la vistiera en el debut.

Ya habías vestido a Flor de la V…

Cuando tenía el programa de la peluquería, la vestí durante una semana. Y ya que estamos hablando de chicas trans te cuento que ahora la vestí a Mariana Genesio para la fiesta de Gente. Iba a venir Lizy pero no pudo. Entonces la llamo y le cuento que voy a vestir a Mariana y que además ella tiene cintura y Lizy se cagaba de risa. Tengo el cupo laboral trans completo.

AL DESNUDO

Algunas de las cosas que “lo pueden” es el perfume del apresto de la ropa recién planchada, escuchar la canción: “Cheek to cheek”, de Irving Berlin, “Creo que “Cheek to cheek” podría escucharla, como todas las canciones que me encantan, en repeat la vida entera". Los paralelos y la identificación con Manuel Puig son muchos, y no es casual que Ramírez haya leído y releído un montón de veces “La traición de Rita Hayworth”. “La fascinación que me produjo “La traición de Rita Hayworth” es algo difícil de describir, como lo que sentí la primera vez que vi “In the mood for love”, me volví loco. Sentí que era una film que necesitaba ver todos los días”.

¿Con que estrellas soñabas cuando eras chico?

De chico, soñaba con Audrey Hepburn, Grace Kelly, Marlene, Lauren Bacall, Rita Hayworth, Carmen Miranda, Ginger Rogers, Marilyn, Greta Garbo, Katherine Hepburn, Joan Crawford, Bette Davis.

¿Qué idea tenés de Paco Jamandreu y de los modistos argentinos?

Paco Jamandreu era un modisto estrella, que había vestido a evita y a todas las divas del cine nacional. No tuve la suerte de conocerlo, aunque con lo tímido que soy, creo que me hubiera dado mucha vergüenza porque me lo imagino con una personalidad arrolladora, sin embargo, tengo la suerte de conocer a Horace Lannes, otro modisto estrella de la misma época, que vistió las grandes como Zully Moreno.

¿Cuál fue la primera estrella que vestiste?

La verdad es que no me acuerdo, pero recuerdo que el primer vestido que le hice a Susana Giménez con las medidas que me pasaron y unos meses después me llamó por primera vez Natalia Oreiro para pedirme si la quería vestir para un festival de cine en EEUU. Cuando vino a probarse no encontrábamos el vestido adecuado y ella vio ese vestido, y le expliqué que era el que le había hecho a Susana ella se lo probó y le quedó perfecto, como si fuera hecho a su medida, así que se fue con ese vestido al festival… Luego podría decirte por ejemplo que cada vez que la visto a Marilu Marini siento que estoy tocando el cielo con el manos.

¿Qué querés decir con tu obra?

Hay valores que me importan: La autenticidad, lo verdadero. Desde muy chico lo que me propuse fue ser verdadero; y con mi trabajo es exactamente lo mismo. No vestir a nadie de lo que no es. No disfrazar a nadie. El otro valor tiene que ver con la elegancia. Lo auténtico y lo elegante no son dos valores que se contradicen. Yo creo que en esencia todos somos bellos y que cada uno puede mostrar eso, en la medida en que uno sepa como subrayar, equilibrar y administrar eso, se puede ver bien y armónico.

¿Cómo hacés para encontrar el diseño ideal de cada persona?

Hago como un escaneo físico, del cuerpo, que tiene que ver con las proporciones y después con la personalidad; siento que hay que balancear con las dos cosas: lo físico, lo que cuenta, y la vida que tiene. No convertirla en otra cosa e intentar que sea la mejor versión de sí misma.

¿Cómo es tu faceta de activismo gordx?

Lo ejerzo en la producción de los talles. Yo hago ropa del talle XS al XL y mis talles son muy reales. La ropa tiene medida, moldería y está hecha de una forma que todo el mundo que se la prueba puede decir que le queda bien, que lo favorece o le calza. Y en mis campañas he bajado chicas por estar demasiado flacas.

ROCK & POP
El jardín de infantes y la primaria lo hizo en un colegio de monjas. Al terminar las clases, como quería irse de Navarro, se le ocurrió meterse de pupilo en un colegio religioso de Los Hermanos Maristas. Para Ramírez esa experiencia fue rara, porque él no tenía amigos varones y solo se relacionaba con mujeres. Si tenían que bañarse desnudos (lo hacían en ropa interior), dice que no lo hubiese soportado. No conserva ninguna experiencia mística de aquellos años, tampoco sexual.

¿Pasó algo ahí?

Había uno en tercer año que era una loca declarada, que se había volteado a todo el secundario. Yo, era de primero, un bebé que no se animaba a nada, tenía miedo de todo. A mitad de año se armó un re escándalo porque el de tercero denunció al cura y cerraron el pupilaje.

¿De ahí viene tu fascinación por los vestidos negros?

Sí, de los hábitos. ¿Cuál es la forma más fácil de ponerte un vestido largo siendo varón? Haciéndote cura… Para mí no hay espectáculo teatral más grande que las misas y las ceremonias religiosas.

¿Qué fue lo más trash que te pasó?

Estando con Fito Páez en las presentaciones de “Abre”, que lo vestí a él todo de rojo y a sus músicos de blanco, llevó músicos invitados: Cerati, Chary. Fito que busca que todo estuviera perfecto, viene una noche y me dice: Hay que secarle la camiseta a Charly. Tenía unas aureolas así… Estábamos en un cuartito diminuto y teníamos una plancha que la apoyábamos sobre la remera y con el vapor salía un olor que… Decíamos, wow es de Charly, pero nos vamos a morir… Respirábamos para otro lado hasta que logramos sacarles las aureolas, porque la orden de Fito era Charly no iba a salir a escena con la remera transpirada.

Cuando Gustavo Cerati grabó en secreto el CD “11 Episodios sinfónicos” en el Teatro Avenida, el músico llamó a Ramírez para pedirle que lo vistiera. “Yo soy un cantante pop pero voy a estar con una sinfónica”, le deslizó Cerati tratando de explicarle que iba a estar solo, con su voz, despojado de los instrumentos rockeros. Entonces, a Ramírez se le ocurrió hacer algo que pudiera protegerlo de ese desamparo y diseñó un abrigo. El tapado llevaba un link que conectaba al músico con sus fuentes, de dónde venía: el jean y el denim tenía que ver con el rock y el pop. Para darle un tinte dramático y teatral lo forraron en satén rojo. Ese momento quedó retratado por el fotógrafo Urki Suaya donde Cerati luce una estampa de auténtico dandy marca Ramírez.

Sos el responsable de esa imagen de Cerati que parece un príncipe…

Todo lo que era moda, Gustavo lo absorbía y lo llevaba de una manera muy natural. Era alguien que lo que se usaba lo agarraba, se lo apropiaba y lo sabía llevar. Ese tapado se lo probó, pero no ensayó con él. Yo lo vestí, le llevé la cola del tapado al escenario y lo dejé. Después bajé y me senté a verlo. Cuando Gustavo aparece es una cosa muy impresionante. Se movía como si hubiese nacido con el tapo, que era muy difícil de llevar porque tenía unos largos, unas mangas, y él se movía con una naturalidad mágica. Al año fue lo del Colón, justo ese día que yo presentaba una colección. Terminé de hacer el desfile y me fui en un taxi corriendo al Colón. Entro y ya había empezado. Cuando lo vi en el escenario sentí que me agarraba un ataque de pánico, fue una sensación muy fuerte. No lo pude ver todo. Estuve un rato y me desbordó.

En YouTube está lleno de videos de modelos que en desfiles increíbles se resbalan y se pegan el palo… ¿Te pasó algo de eso?

Me pasó en Santiago de Chile presentando la colección “Carmen”, que acá la había mostrado en el Teatro Colón. Fuimos con Gonzalo, mi pareja, y mi hijo, que tenía 13 años. Yo me quedo donde salían las modelos y él del otro lado. Arranca el desfile. Empiezan a salir las modelos y a la cuarta, Valentín se acerca a la pasarela, del lado del público, y me dice que parara el desfile, que había sangre, que había pelea. No entendía qué pasaba pero veía que las modelos volvían con una cara... Conclusión, entre el público estaban unas mujeres, sentadas en primera fila, y una se empezó a pelear con la otra para ver el desfile. Una le tiró el pelo. La otra le pegó una trompada y se lastimaron, se cayeron. Había sangre. El desfile siguió pero hubo una trifulca en serio. Fueron policías y terminó en un escándalo.

¿Y qué fue lo que te pasó en Berlín?
Teníamos a todas las modelos vestidas en la fila para salir y empezaban a decir que el zapato no le quedaba cómodo, este zapato se me sale, hablaban nerviosas. En la prueba no habían dicho nada y me empezó a agarrar como un ataque de pánico. Dame una cinta, me decían…

¿Hay trucos para casos como este?

Ponerse spray en la suela del zapato. Ponerse una cinta bifaz entre el pie y la plantilla. Bueno, empezaron a ponerse cosas y a mí a dar un ataque. Pasame un número menos, me decían, pero los zapatos ya estaban distribuidos. Arranca el desfile. La primera sale perfecta. La segunda también. La tercera caminaba medio raro. Después sale una que caminaba que era… Y otra atrás retorciéndose toda. Yo no lo podía creer. Se generó una tensión que nadie miraba a la modelo. Lo único en lo que estás pensando en ese momento es: se cae o no se cae. Después se relajaron, pero al día siguiente, en un diario alemán, salió la crónica del desfile hablando solo sobre eso. Decían que la ropa y los zapatos torturaban a las modelos. Las comparaban con los personajes de “Men in Black” cuando se transformaban y sacaban el monstruo que tenían adentro. Yo decía, es cualquiera…

RAMÍREZ DE COLECCIÓN

Sobre un extremo de la mesa blanca descansa una pantalla plana con su teclado, una Mac 21.5. De la biblioteca construida con gruesos anaqueles negros, se asoman gruesos lomos donde se lee: “Goudemalion”, “El ABD de la moda”, Vreeland Allure”, “María Callas”, “Yves Saint Laurent”, “Vogue: The Covers” (en gruesas letras doradas). Entre ellos se levanta el flamante Martín Fierro de la Moda al lado de otras estatuillas-galardones como el de la Casa del Teatro “Florencio Sánchez” Vestuario 2013, y varias réplicas de tijeras doradas y plateadas como trofeos. Delante de una ventana blanca, por donde entra luz y de fondo de observa un árbol de hojas muy verdes, un mujer-maniquí desnuda parece mirarnos detrás de sus anteojos negros con marcos color guinda, un sombrero que parece un cuenco invertido, con un cuello esbelto del que prenden cientos de collares plateados. Sobre una pila de 50 cajas blancas apiladas a un costado hay dos piernas solas, sin cuerpo, levemente cruzadas y con unas elegantes sandalias atravesadas por una tira elástica negra y una disimulada plataforma blanca, que resultan algo inquietantes.

En sus colecciones, Ramírez no hace diseños a color. Todos son a blanco y negro. Tan exquisitos como personales. La primera se llamó “Casta” y tuvo que ver con el colegio de monjas. La segunda fue “Tango”: “Pasé del convento al conventillo”, dice riéndose. Pero también puede hablar de Hollywood con una mirada como la de Manuel Puig, pero en estos tiempos.

¿Qué representa el negro para vos?
Es forma pura y tiene la posibilidad de cargarlo con el significado que vos quieras. Con un vestido negro podes ser puta, santa, dueña de casa, mucama; la fantasía que vos quieras. Lo que me gusta es eso.

¿Y el blanco?

Tiene esa cosa de la luz. Siempre que te pones algo blanco te ilumina, te levanta; siempre está bien cuando tenes algo blanco.

¿Y cuándo llega el momento del desfile?

 

Mirá, yo comienzo con el dibujo y cuando llega el momento del desfile y la modelo está lista para salir, digo que lo que me pasa es que cobró vida lo que dibujé. Que el storyboard se hizo vida. Y es fantástico.