¿YO TE GUSTO? NO PERDONARÁS    6 PUNTOS

Argentina, 2018

Dirección y guion: Edgardo González Amer

Duración: 78 minutos

Intérpretes: Martina Krasinsky, Leticia Bredice, Daniel Aráoz, Marco Antonio Caponi, Sebastián Chávez, Daniel Loisi.


Cambio de marcha para el realizador Edgardo González Amer (El infinito sin estrellas, Tuya), ¿Yo te gusto? No perdonarás (todo eso) adscribe a una corriente de films: los de venganza femenina. Precedida por películas de los 70 hechas por hombres (Foxy Brown, Ms .45), esta serie fílmica, que en casi todos los casos narra una venganza armada contra uno o más violadores, se extendió a lo largo de este siglo, incluyendo experiencias extremas (Baise Moi, I Spit On Your Grave), thrillers (Revenge), films de acción (el telefilm Big Driver, escrito por Stephen King), de terror (Run! Bitch Run!) y películas “de prestigio” premiadas en festivales, como Elle. En ¿Yo te gusto? una adolescente de barrio “pesado” del conurbano toma la 9 mm y sale a cobrarse las deudas, después de una doble violación encargada por el “poronga” de la zona. Lo hará como si fuera una versión menudita de El vengador anónimo.

“Es puro nervio esta paleta”, se queja Mary (Leticia Bredice) cuando su marido Joaco (Daniel Loisi) le pasa el fiambre que compró, según parece para el almuerzo. Mary suma plata para la familia haciendo sándwiches, que vende en el bar que administra. O que sus hijos Nati (Martina Krasinsky) y Seba (Sebastián Chávez) reparten entre los trabajadores de la zona. El otro ingreso familiar es el del padre, Joaco, chofer de colectivo. Joaco y Mary tienen una deuda impagable, contraída con Yuca, la clase de tipo con el que conviene no tener problemas (Daniel Aráoz, que transmite muy bien esa certidumbre). Nati, que lleva medio pelo platinado y la otra mitad rapado, que tiene tatuajes y usa minishorts y no tiene problema en putearse de igual a igual con los pibes del barrio, toma una decisión. Rara, teniendo en cuenta que a la madre no le da la más mínima pelota (con el padre la relación es mejor). Va a sumarse a la banda que integran sus amigos, para reunir plata que les permita pagar la deuda. Lo otro raro es que la banda la maneja justamente Yuca, acreedor de sus padres. No la aceptan en la banda, los convence a fuerza de insistencia, roban un restorán, Nati desobedece una orden, Yuca la echa y allí ella hace lo que la sensatez aconseja no hacer: robarle unos pesos al “poronga”. El castigo será cosa de bárbaros.

En una segunda línea, González Amer (autor del guion) narra la relación de deseo entre Mary y un joven carpintero (el siempre firme Marco Antonio Caponi). Relación que aumenta la bronca que Nati tiene con su madre. Despeinada y sin maquillaje, Leticia Bredice despliega, como de costumbre, una gestualidad de alta intensidad. A diferencia de otras ocasiones, detrás de esa intensidad hay algo más que pose. Hay cansancio, resignación, hastío. La sensación de que la vida se le va y ella sigue cortando paleta. Su personaje tiene matices, dudas y contradicciones, Bredice se los sabe dar y eso hace interesante a Mary. Detrás de ella, a Daniel Loisi se lo ve relajado en el papel de Joaco. Lo que no resulta muy creíble, teniendo en cuenta su pinta de buen tipo, es que haya pasado unos cuantos años en “la tumba”, y no ayuda no saber por qué los pasó.

El de Nati es un personaje que desafía límites. Es capaz de “hacerle” un billete a un varón de su edad y es capaz, también, de charlar en tetas con su hermano, en la cama y con las piernas entrelazadas. “¿Qué te pasa a vos?”, la regaña la madre, y el espectador puede llegar a preguntarse lo mismo. Nati (como suele suceder con los actores profesionales en un caso así, a Martina Krasinsky no siempre se la ve cómoda componiendo a esta heavy conurbana) tiene la suficiente resolución como para encarar a los tipos que abusaron de ella, arma en mano y empoderada, haciendo una pregunta inexplicable. Lo que no tiene es sentido del cálculo, conciencia de las relaciones de poder. Eso la lleva a meterse con el que corta el bacalao, sola, a la descubierta y encima mojándole la oreja. A veces lo que debería salir mal sale bien, y eso explica que Nati llegue a un final que más que un final parece una pausa.