“Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera”, aconsejaba Martín Fierro. Pero para los protagonistas de Piedra, papel y tijera, el refrán nacido en la literatura gauchesca no es un lema aplicable en sus rutinas. Dirigida por Macarena García Lenzi y Martín Blousson, y producida por Valentín Javier Diment y Vanesa Pagani, la película cuenta la historia de María José (Valeria Giorcelli) y Jesús (Pablo Sigal), hermanos que conviven en la casa de su padre recientemente fallecido, en el encierro de una cotidianidad monótona. Pero esa quietud se altera con la llegada de Magdalena (Agustina Cerviño), su media hermana por parte del padre, que vive en España y vuelve al país para reclamar su parte de la propiedad.

Será ese contrapunto que introduce el tercer personaje lo que hará que el ritmo de thriller que revela el film desde las primeras escenas se intensifique y descubra una trama atravesada por psicologías y tensiones complejas. “Más allá de la lucha por la herencia, lo que me interesaba abordar era cómo se lleva el duelo cuando no se tienen herramientas”, cuenta García Lenzi sobre el film que podrá verse a partir de mañana en el Espacio Incaa Sala Gaumont (Rivadavia 1635), y que surge como adaptación de la obra teatral Sangre de mi sangre (2013), de su misma autoría. “Cuando el público venía a ver la obra decía que era muy cinematográfica”, asegura la actriz, dramaturga y directora teatral que nunca había trabajado en cine hasta ahora, que logró formar equipo con el guionista y montajista Martín Blousson.

“Macarena me planteó la idea de hacer una codirección porque ella no tenía experiencia en hacer películas y yo conocía más la dinámica. Y el proyecto me pareció divertido”, comenta Blousson, quien debuta como director en ficción, luego de una primera experiencia con el documental El sentido derby, estrenado en el BAFICI 2016. Para ambos, trabajar en conjunto combinando los lenguajes que dominan fue un aprendizaje que buscaron reflejar en el resultado final de la película, desde que comenzaron a adaptar el texto teatral para plasmarlo en la pantalla grande. “El desafío era pasar toda la dramaturgia a algo que fuera visual”, dice la directora al respecto. “La obra teatral tenía muchísimo texto y anécdotas, porque los protagonistas contaban cosas de su niñez, y lo que queríamos era que no hablaran tanto sino mostrar lo que ocurre con imágenes”, completa.

El cine te da la posibilidad de otro desarrollo del tiempo, e ir y venir entre distintos lugares. Más allá de que es una película muy encerrada, teníamos más libertad en lo que se podía contar. Y se cambiaron muchos textos, pero la adaptación estuvo puesta sobre todo en pensar qué herramientas del cine teníamos que poner en juego para potenciar la historia que queríamos contar”, afirma el director en sintonía con su compañera.

La intrincada esencia de los personajes es lo que sostiene la trama de Piedra, papel y tijera. En una analogía que traza la autora con ese juego infantil, los tres hermanos comienzan un juego de disputas y enfrentamientos donde el ganador queda librado al azar. “En la película queríamos que al principio Magdalena fuera la amenaza para sus hermanos, para dar vuelta eso a medida que se desarrolla el relato”, revela García Lenzi. “Estas son personas quebradas en su identidad y en sus posibilidades de responder y reaccionar, limitadas emocionalmente, con respuestas básicas y salvajes en algún punto”, añade Blousson. “En la película, las dinámicas que se arman en las familias están llevadas a un extremo, pero en el hueso de esta historia hay algo de lo humano y de lo normal de lo que vivimos todos con nuestros seres queridos”, concluye.