“El mundo tetil es infinito e imprevisible amiguis” dice un posteo de Teta&teta, marca española, responsable de productos free the nipple (libre de pezón) e iniciativas sociales para desexualizar la teta y el ambiente. Esta plataforma, que ya tiene más de 33 mil seguidores en Instagram y comunidades similares en muchos otros países de habla hispana, consiguió a través del método crowfounding el financiamiento necesario para crear Lola. El proyecto, que nació gracias a la primera inquietud de Idoia, de 37 años, tiene el objetivo de crear “sujetadores posmastectomía”, esto es, corpiños de una sola teta. Basta ingresar en cualquiera de las redes de Teta&teta para festejar con ellas la obtención del presupuesto para crear esta lencería de una sola copa. Idoia se autofabricó su propia versión del corpiño uniteta pero la necesidad de extender esta iniciativa y la enorme cantidad de personas que respaldas la iniciativa de Teta&teta, en un momento donde el cáncer de mama tiene un alto porcentaje de curación y tratamiento pero muchísimos diagnósticos y en mujeres cada vez más jóvenes, es urgente.
En nuestras pampas, Cecilia Piñero entendió lo mismo con su cuerpo: tres cirugías habían sido suficientes para que quisiera someterse a una cuarta que le devolviera la teta en forma de prótesis. “Muchas lo hacen, otras se hacen un tatuaje en la herida, otras se ponen el suplemento en el corpiño tradicional pero a mí no me va ninguna de esas opciones” explica a Las12, feliz con su corpiño uniteta, una creación suya que su amiga Marisa Di Palma materializó con encajes, estampas flúo, animal print y mucha onda.

“Me llamo Ana, 40 años, masectomizada, teta izquierda. Tengo que llevar sujetadores de lactancia porque no he encontrado otros que pueda usar. El cáncer me ha mutilado una teta, la maternidad la elegí yo, el cáncer no, por eso la importancia de un sujetador como Lola” dice uno de los tantos testimonios en las historias de Teta&teta que llevó al hashatg #lacampañadeLolanosehacesola a cubrir el presupuesto y estar en camino de realización. Para Cecilia fue mucho más fácil pero el camino igual de largo. “Esta enfermedad es en si misma un trabajo. Hace cuatro años que me operé y me crucé con gente increíble en el camino pero mi vida cambió por completo. Cosas que antes hacía ahora son imposibles porque mi rutina es otra” dice. Cecilia es oriunda de Carlos Casares pero hizo todo su tratamiento en el Hospital Gutiérrez de La Plata y el trajín incluyó ir al Ministerio de Salud a reclamar medicación o tener que ir a un médico particular para que autorizara la mastectomía, por una de esas burocracias horribles de la salud pública. “No me habilitaban la mutilación de un miembro sino llevaba esa autorización, así que tuve que juntar plata para conseguir una consulta y la bendita autorización” cuenta. Cecilia hizo quimioterapia, rayos, tratamientos psicológicos, sigue tomando tamoxifeno y también pasó por una operación de ovarios y después de todo ese recorrido, entendió que la medicina muchas veces tiene respuestas que tienden a uniformizar, y la cuestión de la teta post mastectomía es donde ella se sintió más sola. “Me operaron tres veces porque tenía distintos tipos de cáncer y me dejaron una bolsita en el costado para ponerme la prótesis, que es lo que no te consultan, te dejan la bolsa porque se supone que vos te querés poner prótesis. Con algunas mujeres que he hablado, las más grandes, querían ponérsela, otras se hicieron un tatuaje, otra se ponen el suplemento en el corpiño. Yo no quería hacer nada de eso, los mismos médicos me decían que es una cuestión de autoestima pero no, yo con una teta de goma no me veía, me sentía rara, me hubiera sentido peor. Yo nunca usé corpiño para la vida pero sí para mis situaciones eróticas, entonces ese era el tema: quería tener un corpiño que me hiciera sentir segura. Yo tengo un tajo que me parte a la mitad pero no por eso dejo de sentirme sexy” explica con su variedad de corpiños, fascinada con la idea que quienes lo necesiten puedan acceder a ellos. La operación que tiene pendiente es la que va a librarla de esa bolsa que le dejaron al costado del cuerpo, una malla capaz de contener una prótesis que le colocaron sin consultarle. “Dan por sentado que todas queremos y no es así. Investigué mucho qué había en el mercado y vi que de lencería no había nada, por más que hay mucha ropa específica post tratamiento del cáncer. Yo ya sé que tengo una sola teta, y también creo que está bueno encontrarse como sos, y buscarle la vuelta. Muchas se tatúan, yo elegí hacerme una lencería pero en lo que más pienso es en el respeto por el propio cuerpo y las ganas que cada una tiene de hacer lo quiere con él una vez que la mastectomía ya pasó” dice y cuenta que cuando pedía que no le pusieran la famosa bolsita, le decían “ya vas a querer”. “Ese momento nunca llegó pero sí las ganas de sentirme cómoda en una situación íntima, que las hay y que son otra historia con estos corpiños”.
"En 40 días de campaña, además de sacar el mínimo para sacar Lola adelante, desde aquí, hemos abierto los ojos juntas, le hemos visto las orejas a la presión médica para reconstruirse el pecho, nos hemos puesto en la cicatriz de una mujer uniteta, hemos inventado palabras, hemos profundizado sobre el tema, hemos leído, hemos debatido, y flipado, reído, y, por el camino, nos hemos caído del guindo del #pinkwashing y hemos reñido el día contra el Cáncer de mama" dice la entrada del 21 de octubre de Teta&teta. Vale la pena darse una vuelta por esta comunidad para entender un poco mejor las implicancias de estas reflexiones y cómo el lazo rosa no es lo que todas eligen para seguir viviendo después del cáncer.   

 

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