El pacto que sellaron en un asado entre amigos los dejaba contra las cuerdas: su próxima banda de rock tenía que ser la última. A finales de 2013, los músicos platenses Manuel Manu Rodríguez y Juan Manuel Guachi Calabró se prometían un salto al vacío sin posibilidad de retorno. Llevaban más de diez años batallando “en las profundidades del under” y sentían que solo les quedaba una bala en el cargador. Apenas seis años después, aquel pacto al que llamaron Sueño de Pescado lleva cuatro discos publicados, con el flamante álbum doble La palabra, y se convirtió en un solitario y potente fenómeno de convocatoria barrial que los puso a girar por todo el país y a llenar, en 2017, el Estadio Malvinas Argentinas.

 

La reciente salida de La palabra es el reflejo de su excesivo caudal de canciones criadas en el punk rock y entroncadas por el desamparo y la fe, cuyo centro gravitacional sigue siendo aquel encuentro iniciático: esas últimas palabras que se convirtieron en una nueva vida. “El disco se llama así porque es eso lo que forja al hombre: las palabras. Habiendo sido súper indisciplinados y anárquicos, pudimos concretar un proyecto porque lo elegimos hasta el final. Es así: la palabra se cumple”, dice Manu con voz afónica y los gestos frenéticos de sus brazos, que parecen condensar la vorágine en la que se sumergió la banda desde sus comienzos.

Un mes después de haberse formado, entraron a grabar su primer disco, Venganza Primavera (2014). Luego llegaron Siglo Pánico (2016) y Sangre en tus luces (2017). “Juntábamos nueve canciones y las grabábamos, nada de simples para hacer tiempo ni buscar una ventaja económica. No dejamos canciones fuera porque todas nacen de la misma urgencia. Yo no tengo tiempo para perder, no sé cuándo me voy a morir. Frente a eso elegimos sinceridad absoluta y honestidad brutal.”

El vértigo se convirtió en el modus operandi. Los discos y el público se multiplicaban y Sueño de Pescado (SDP) se expandía por todo el país convertido ya en un cóctel de rocanroles autodestructivos, melodías hechas de una profunda sensibilidad suburbana y letras cargadas de agresividad callejera. Viajaban sobre una autopista filosa cuyos bordes eran pulidos dentro del estudio por el ingeniero de sonido Gustavo Gauvry (Spinetta, Los Redondos y Mano Negra entre otros), quien trabajó con la banda en todos sus discos.

“Nos llevó veinte años de aprender de palos y bajones que te ponen frío y distante, que te van endureciendo. Así llegamos a este momento”, dice Manu, que durante mucho tiempo fue músico callejero y también fue parte de Se Va El Camello. “Este disco llega en nuestro punto de hervor. Tiene la relajación de saber que el otro siempre va a estar para vos si lo necesitás.”

 

Ese crecimiento interno aparece entre las 18 canciones de La palabra como una búsqueda en el pasado que deshecha la nostalgia y se propone aprender del dolor. El disco fue grabado en cinta analógica, “para captar la fuerza y la crudeza que tiene la banda en vivo”, como explica Guachi, el guitarrista que venía de formar parte de Don Lunfardo y el Sr. Otario. Luego están las letras, que se construyen como postales sórdidas de un arrabal olvidado: Hoy no es el día para una canción, ni de amor ni de fiesta / sangra una herida que no va a cerrar, porque sueña a su estrella, cantan en Riña de gallos, la canción que funciona como punta de lanza.

“Hoy las redes sociales le han dado voz y voto a todo el mundo y eso ha elevado mucho el ego. Terminamos en espacios virtuales que le dan llegada a gente que capaz solo quiere dañar”, asegura Manu. “Lo que siento que se perdió es el valor de decir la palabra a los ojos, que tiene una intencionalidad y una espiritualidad y que también te puede traer tristezas y turbulencias. Pero cuando vienen desde ese lugar comprendés que son necesarias para la calma y la felicidad.”

En la historia de la Suerte de Pescado, la felicidad y la tristeza alcanzaron su punto máximo en el mismo momento. En septiembre de 2017, poco antes de que la banda se presentara ante 9000 personas en el Estadio Malvinas Argentinas, el bajista Martín Marroco fue denunciado por acoso en las redes sociales. “La banda ya era una familia de más de treinta personas laburando juntas. Estábamos la noche anterior de luto, todos llorando. Lo musical pasó a ser lo de menos”, recuerda Guachi.

Al día siguiente, Marocco fue desvinculado y ellos recurrieron a todas las bandas amigas para que subieran al escenario a reemplazarlo. “Fue pasando todo el under platense por ahí arriba: nos convertimos en esas plantas que se quiebran y después crecen con más fuerza”, sigue Guachi. Y Manu lo completa: “Hoy siento que no tenemos ninguna impureza para entregarle a la gente. Es todo parte de un trabajo humano. Ese fuego que no te permite ser jodido porque la viviste y te preguntaste cómo cambiar las cosas. Tenés que pensar en el otro para poder estar tranquilo. Dar lo mejor de vos para afuera, así podés caminar liviano”.

* Sueño de Pescado presentará La palabra este viernes a la medianoche en El Teatro Flores, Av. Rivadavia 7806.