El 9 de noviembre de 1989, miles de alemanes de cruzaron del lado oriental de Berlín hacia Occidente, en lo que marcó el colapso del Muro construido por la Unión Soviética en 1961. Fue el punto culminante de un año de cambios en Europa del Este. La caída del Muro de Berlín representó el colapso del bloque socialista, el fin de la Guerra Fría y el comienzo de la globalización. Mañana se cumplen tres décadas de aquel hecho.

Hacía ya varios años que los alemanes del este buscaban salir de la órbita soviética y comenzó a haber menos restricciones. La política de apertura de Mijail Gorbachov como hombre fuerte de la URSS, la perestroika, había generado las condiciones para un ablandamiento de las condiciones. El Muro había sido erigido el 13 de agosto de 1961, luego de salidas masivas de alemanes del este por la mala situación económica de la República Democrática Alemana, el estado socialista creado al fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando la partición de Alemania tras la derrota del Tercer Reich.

El cambio de situación a lo largo de 1989 llevó el 18 de octubre de ese año a la salida del hombre fuerte de la Alemania comunista: Erich Honecker, un comunista ortodoxo, opuesto a las reformas de Gorbachov y que gobernaba desde 1976. Su sucesor al frente del Consejo de Estado fue Egon Krenz.

El nuevo mandamás encaró la cuestión de los permisos de salida. El 9 de noviembre, Günter Schabowski, funcionario del gobierno de Krenz, habló en conferencia de prensa para anunciar que las fronteras iban a quedar abiertas desde el día siguiente. Pero cometió un error que convirtió ese día, y no el 10, en una fecha histórica.

“Los viajes privados al extranjero se pueden autorizar sin la presentación de un justificante; motivo de viaje o lugar de residencia. Las autorizaciones serán emitidas sin demora. Se ha difundido una circular a este respecto. Los departamentos de la Policía Popular responsables de los visados y del registro del domicilio han sido instruidos para autorizar sin retraso los permisos permanentes de viaje, sin que las condiciones actualmente en vigor deban cumplirse. Los viajes de duración permanente pueden hacerse en todo puesto fronterizo con la RFA”. Esto leyó Schabowski, antes de una pregunta de Riccardo Ehrman, de la agencia italiana ANSA.

--¿Cuándo entra en vigor?

--De inmediato-- no dudó en responder Schabowski, que contestó sin haber leído la siguiente página del documento, que establecía el 10 de noviembre como fecha de entrada en vigencia de la nueva normativa.

Fue el acabose. Miles de berlineses del este salieron de sus casas y cruzaron los pasos fronterizos. Algunos, munidos de picos, comenzaron a derribar el muro. Atrás quedaban 28 años en los que habían sido detenidas tres mil personas en su intento de cruzar, y otras doscientas habían muerto a manos de las autoridades al ser descubiertas. Para fines de 1989, la Revolución de Terciopelo acabó con el comunismo en Checoslovaquia, mientras Nicolae Ceaucescu y su esposa eran fusilados en Rumania. 

Con la caída del Muro comenzó el proceso de reunificación de Alemania, que se concretó el 3 de octubre de 1990. Helmut Kohl, el canciller democristiano de lo que hasta entonces era Alemania Federal, con capital en Bonn, pasó a ser el líder de un país unificado, con la sede de gobierno en Berlín, y convertido en una de las mayores potencias económicas del mundo.

Los más críticos, como el Premio Nobel Güner Grass, hablaron de “anexión” más que de reunificación. Los alemanes orientales pasaron a vivir bajo un sistema capitalista, algo que no habían conocido por décadas. La situación quedaría graficada en la película Good bye, Lenin, de Wolfgang Becker, estrenada en 2002, en la que una fervorosa comunista del este cae en coma antes del 9 de noviembre y despierta después. Muy debiltada, es convencida por su hijo, que no quiere generar mayores problemas de salud, de que lo que pasó fue que el capitalismo se rindió y la República Federal se plegó al bloque socialista.

La caída del Muro preludió el colapso soviético de 1991: terminaba la Guerra Fría, comenzaba la hegemonía absoluta de los Estados Unidos y, por ende, la globalización. El ensayista Francis Fukuyama sentenció “el fin de la Historia” en términos hegelianos, esto es, el triunfo definitivo de la democracia capitalista. Los hechos de los años siguientes mostrarían que la Historia no había terminado.

Berlín celebrará por lo alto el aniversario de mañana. “El aniversario es una oportunidad para mirar atrás y también hacia adelante; queremos animar a los ciudadanos a añadir sus recuerdos y expectativas a nuestra memoria colectiva”, declaró Michael Müller, alcalde de la ciudad, en la que ya hay exposiciones, debates y proyecciones de video.

La música dijo presente en las horas posteriores a la caída del muro. El cellista Mstislav Rostropovich, crítico de la URSS, tocó el 11 de noviembre, dos días después del hito. Un día después, Daniel Barenboim dirigió a la Filarmónica de Berlín en un concierto muy especial: la sala de conciertos estuvo repleta de un público compuesto en su totalidad por alemanes del este que habían cruzado el muro. La web de la Filarmónica permite ver ese concierto en forma gratuita hasta el próximo martes.