Existe en la actualidad un consenso en diferentes sectores políticos, sociales, sindicales y empresarios sobre la necesidad de un Gran Acuerdo Social para levantar nuestra Argentina del oscuro periodo neoliberal que han significado estos cuatro años del Gobierno de Mauricio Macri. Un Pacto Social debe implicar mucho más que un acuerdo de precios y salarios. Para generar una verdadera transformación deberíamos pensarlo en una primera etapa coyuntural y en otra estructural que siente las bases para generar un crecimiento genuino.

En la primera debemos analizar que para que las empresas Pymes, que son generadoras del 80% del empleo en nuestro país y por lo tanto parte fundamental del acuerdo, puedan dar aumentos significativos que permitan volver a dinamizar el consumo deben existir determinadas variables. Producto de las políticas actuales muchas empresas se encuentran en etapa de subsistencia y no están en condiciones de otorgar los aumentos necesarios para poner en marcha el mercado interno del que viven la gran mayoría. La factibilidad de dar los incrementos necesarios de salarios es posible si es acompañada por una nueva política de tasas orientadas al sistema productivo, un esquema serio de administración del comercio exterior, un freno a los aumentos de tarifas y un congelamiento del precio de combustibles y peajes que hacen a la estructura de costos logísticos.

Quienes fabricamos productos sabemos que, si podemos darle mayor plazo a nuestros clientes, si nuestro mercado no está inundado de productos importados, si tenemos tarifas previsibles y bajamos los costos de los envíos, incrementamos nuestras ventas. Nuestro problema principal no está en los costos laborales sino en las variables que están puertas afuera de las fábricas. La parte impositiva es una discusión para la siguiente etapa. No es fácil plantear en este momento una rebaja de impuestos cuando el Gobierno saliente deja un nivel de deuda que solo en la Provincia de Buenos Aires es de 12 mil millones de dólares. Las deudas se pagan con el crecimiento que genera una mayor recaudación. Por otro lado las pymes somos quienes vamos a ser parte de la recomposición del tejido social y en los barrios donde están nuestras fábricas hay hospitales y escuelas que necesitan más presupuesto que solo pueden salir de las arcas de las Provincias y la Nación.

La segunda parte de este Acuerdo determina una discusión de términos estructurales. Es fundamental una nueva escala de derechos y reintegros a las exportaciones que incentive la exportación de manufacturas. Hay que federalizar el entramado productivo e incrementar el agregado de valor en origen. Ganar mercados en el exterior para lograr una verdadera inserción inteligente en el mundo mediante la firma de acuerdos bilaterales con economías complementarias que nos permitan exportar manufacturas, además de productos agropecuarios, debe ser un objetivo del nuevo proyecto de país.

Para lograr dinamizar el mercado interno y aumentar nuestras exportaciones de manufacturas es esencial mejorar nuestra productividad para dar el salto competitivo de nuestras empresas. La discusión estructural implica dar el debate sobre competitividad.

El modelo neoliberal solo lo plantea en términos de ajuste de salarios, entendiendo además que a la inexorable llegada de la industria 4.0 le sobra gente. Y listo. Para quienes nos planteamos un país más justo, donde el crecimiento sea colectivo, el arribo de la tecnología es una buena noticia que debe servir para mejorar nuestra productividad pero con la gente adentro. Porque además sabemos que menos empleo y salarios más bajos significan menos clientes del otro lado del mostrador. Otro tema importante implica discutir formación de precios. Las Pymes somos rehenes en el inicio del proceso productivo con la concentración de insumos básicos (cemento, aluminio, acero, etc.) y muchas también en el final de la cadena de comercialización.

La oportunidad de tener una Argentina productiva requiere del compromiso del Empresariado Pyme Nacional con el modelo de país que queremos construir porque si queremos ser competitivos en algún momento van a existir periodos de fricción con la parte concentrada de nuestra estructura productiva y quienes detentan ese poder en el mercado utilizan todos los medios, incluidos los de prensa, para generar conflictos ante la opinión pública y los empresarios pymes vamos a tener que poner el cuerpo para aguantar cada medida que vaya en sentido industrialista y toque intereses concentrados. A partir de ese compromiso podremos pensar al empresario como el sujeto político que debe ser para la transformación estructural y definitiva.

* Vicepresidente de Cgera. Presidente de CIMA