A dos días del golpe de Estado en Bolivia, con miles de wiphalas (la bandera indígena) en sus manos, los habitantes de El Alto recorrieron a pie los 19 kilómetros que separán el barrio más popular de la capital boliviana hasta el centro de la ciudad, donde la expectativa estaba puesta en la Asamblea Legislativa, que analiza tratar la renuncia del presidente Evo Morales y un posible gobierno de transición. 

Los hombres y mujeres de El Alto llegaron hasta la plaza San Francisco, donde fueron detenidos por un inmenso operativo conjunto de la Policía y las Fuerzas militares, impidiéndoles llegar hasta la plaza Murillo, frente a la Asamblea.  

Antes de iniciar la marcha de 19 kilómetros, los habitantes de El Alto realizaron un cabildo abierto en el que denunciaron el golpe de Estado en contra de Morales y plantearon su posición contraria a la realización de la sesión en la Asamblea Legislativa para aceptar la reuncia del presidente depuesto. 

Los alteños también reivindicaron los símbolos indígenas, en particular la wiphala,  que fuer motivo de ataque por parte de los golpistas, que las quemaron y descolgaron de edificios públicos, y sectores de la propias fuerzas policiales, que las arrancaron de sus uniformes. 

Durante el cabildo abierto en El Alto se registró el vuelo de naves de la fuerza aérea para intimidar a los manifestantes y la presencia de efectivos policiales y militares, que intentaron evitar que la concentración se desplazará hacia La Paz.   

El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, Williams Kaliman, quien el domingo exigió la renuncia de Evo, anunció ayer que actuaría en conjunto con las fuerzas policiales, cuyo acuartelamiento impulsó el golpe de Estado. Esos movimiento conjuntos fueron los que se observaron hoy en El Alto. 

Esa declaración forzó ayer a la renuncia del ministro de Defensa, Javier Zavaleta, quien vio desobedecidas sus órdenes. "La voluntad fue siempre la de preservar la institucionalidad de nuestras fuerzas armadas al servicio de nuestra población", señaló Zavaleta en su mensaje de renuncia. 

"Jamás dimos una orden para que nuestros soldados y marineros empuñen un arma contra su pueblo y jamás la daremos", agregó el ministro depuesto y cerró con un mensaje para los opositores Carlos Mesa y Fernando Camacho: "Un asunto político no se resuelva aumentando el calibre de la represión, las balas no son las repuestas ni la solución".