En el hermano país de Bolivia está aconteciendo una tragedia humanitaria producto de la vocación antidemocrática de la oposición al gobierno del MAS y la conducta conspirativa de la OEA que, liderada por Luis Almagro, abonó la sospecha de un fraude en las elecciones que consagraron a Evo Morales ganador en primera vuelta. Va de suyo en esta sincronía golpista el apoyo e inspiración de los Estados Unidos, cuya disputa con China y Rusia no repara en límite ético alguno cuando de ocupar sitios estratégicos se trata. Como ejemplo de los intereses en juego, basta mencionar que Bolivia dispone de la mayor reserva de litio, mineral que en un futuro cercano está llamado a convertirse en el preciado botín de las corporaciones. Lo cierto es que los videos que llegan a nuestros celulares son espantosos, tan atroces como lo que trasuntan las noticias de aquellos periodistas que, pese a la censura de prensa impuesta por los golpistas, han sabido brindar testimonios de la barbarie. La represión de las fuerzas armadas no tiene límites, de hecho la autoproclamada presidenta de facto firmó un decreto que brinda rienda suelta para violar derechos humanos sin que esto reporte consecuencia alguna para los uniformados. En este clima siniestro que nos retrotrae a los peores momentos de nuestra historia, con enorme desagrado e indignación muchos psicoanalistas argentinos nos enteramos que la “NEL- Delegación La Paz”, una escuela que forma parte de la Asociación Mundial de Psicoanálisis liderada por Jacques Alain Miller, apoya el golpe con argumentos que sólo una mente desvariada o mal intencionada puede llegar a concebir. En su comunicado, esta institución encabeza su lastimosa perorata con una petición de principios tan burda y absurda que su enunciado daría para reírse largo y tendido si no fuera por la masacre humanitaria que está tomando lugar en el país del Altiplano. Dice el título del documento de la NEL, institución que apoya el derrocamiento del presidente constitucional Evo Morales, ganador en las elecciones presidenciales: “Si hay una demanda de democracia es porque no hay democracia en Bolivia”. Es decir: si alguien dice A, tiene razón porque dice A, sobre todo si quien lo dice soy Yo, que digo A. Lo que sigue es tan canallesco y autoritario como lo que anuncia su título, basta citar la frase final: “democracia es sostener y aprender a convivir con el conflicto y elaborarlo contingentemente”. No parece que el rumbo adoptado por el gobierno de facto demuestre vocación alguna de convivir con el conflicto, antes bien se dispone a eliminar todo rastro de la Diferencia que da sentido y lugar a una comunidad hablante. De hecho, además de matar opositores, los golpistas ya anticiparon la proscripción de Morales y Lineras en una eventual nueva elección. La condición de posibilidad para la práctica del psicoanálisis es la plena vigencia del estado de derecho, no un mamarracho de institucionalidad pergeñado por grupos de fanáticos racistas subsidiado por Estados Unidos. Bolivia es un país limítrofe, sus agitados avatares institucionales y políticos suelen anticipar los conflictos que luego irrumpen en nuestra Pampa y sus alrededores. Sabido es la encrucijada política y económica que el gobierno argentino enfrentará a partir del 10 de diciembre. Hoy la tragedia boliviana traduce los intentos destituyentes que, con diferentes máscaras y argumentos, soportará Alberto Fernández durante su crucial mandato. Cientos de psicoanalistas, por no decir ya miles, estamos manifestando nuestro más decidido repudio a este golpe que amenaza a toda la región. El neoliberalismo es un cúmulo de dispositivos enemigo de lo humano y, por lo tanto, de la ética que distingue al psicoanálisis de toda práctica elitista destinada a alimentar mezquinos intereses de grupos. Vayan como ejemplo los vanos intentos que el infame gobierno de Macri impulsó para expulsar o reducir la presencia de analistas del ámbito de lo público. No lo lograrán jamás. Más allá de instituciones, escuelas y parroquias, el cruce entre psicoanálisis, hospital público y universidad pública es el nudo de la política del psicoanálisis en la Argentina.

Sergio Zabalza es psicoanalista.