(Esta carta abierta nació como un pedido a "les acomodadores" del Luna Park. Pero como me señalaron acertadamente que en realidad no fueron quienes protagonizaron las escenas del show de Patti Smith, vamos a reformularla... con el debido pedido de disculpas a los injustamente señalados.)

Querido personal de seguridad del Luna Park:

Me veo en la obligación de escribirles estas líneas a causa de ciertas sensaciones que me dejó el show de Patti Smith en el local donde cumplen funciones. Funciones en las que, a mi modesto entender, tienden ustedes a extralimitarse, a sobreinterpretar vuestro noble trabajo. A ver si logramos entendernos.

Se entiende que quieran ustedes evitar, ejem, “desmanes”. Cosas como un Billy Bond invitando a romper todo hace algunos años en ese mismo espacio. Es muy probable que estén ustedes cumpliendo órdenes superiores -la consabida “obediencia debida”-, pero debo decirles que para ese público que gastó mucho dinero resulta frustrante ser sometido al arbitrio de una curiosa mutación que los convirtió en policías del comportamiento. Resulta razonable que cuiden ustedes que las personas no se coloquen en lugares de tránsito como los pasillos o en ubicaciones que no les corresponden, pero hasta allí debería llegar vuestro celo.

Un show de rock no es un concierto en el Colón. En un show de rock pasan cosas que exceden largamente lo contemplativo, sobre todo si sobre el escenario está Patti Smith y en su música hay un estímulo irresistible de los sentidos, y ni hablar de esos momentos en los que la artista invita de manera explícita a participar activamente, a alzar los brazos, a levantarse de las butacas, a danzar, a liberar tanta energía. Es más enojoso que triste verlos tan empeñados en querer obligar a la gente a sentarse, a no participar, a no alterar el orden público limitándose a quedarse estáticos en su butaca. Un hombre musculoso o una dama bien trajeados y levantando el dedito para indicarle a un congénere que se siente no solo conforman una situación incongruente con el espíritu histórico de un recital, también configuran una imagen ya no de velar por la seguridad sino represora. Diríase policíaca. Buchona, en términos de barrio.

Por lo tanto, con todo respeto y cariño, y aun considerando que están ustedes cumpliendo con absurdas órdenes laborales que no están habilitados a debatir, me gustaría decirles en nombre de algunos miles de personas que se dejen de romper las pelotas, se sienten ustedes y dejen al público de rock vivir en paz y disfrutar el show como el cuerpo le pida.

Muchas gracias.