El tendal de historietas que deja tras de sí Crack Bang Boom es siempre un sendero que recorrer, para dar cuenta de la vitalidad que la historieta -vaivenes mediante- exhibe. Las publicaciones que aquí se refieren podrían ser más y otras. Todas, eso sí, aunadas por el esmero distintivo, de cuño local, de los sellos editores.
Vale destacar el cuidado con el que elige cada uno de sus libros el sello (también web) Alquimia Comics. Con Albión y Los Prodigios, no sólo se sitúan dos nuevos títulos sino también se abren puertas a las continuidades respectivas. El caso de Albión es ejemplo del narrar depurado del guionista Federico Sartori, acompañado por los lápices y color de Facundo Moyano. Entre ambos constituyen una dupla en sinergia, ya que el relato reparte sus cualidades de manera integral, a través de la historia de una niña situada en la soledad de una Inglaterra cuasi victoriana, asediada por una revolución industrial que no presagia demasiado bienestar, acompañada de una gorila albina, mientras un misterio verde asoma sus fauces. Es notable la capacidad de Moyano para la puesta en página, da agilidad y sobre todo verosímil a lo pergeñado por Sartori. El caso de Los Prodigios (1 de 3) responde a uno de los primeros proyectados ideados por su guionista, Gastón Flores, ahora remozado y puesto al día con los dibujos de Sebastián Guidobono. Los Prodigios son un grupo de superhéroes latinoamericanos, con Argentina como base de operaciones o en un lugar que se le parece mucho. Las alusiones sobre un contexto no tan remotamente lejano, de consignas o sucesos políticos más o menos reconocibles, hacen de Los Prodigios un experimento singular. Habrá que ver cómo prosiguen las peripecias, con la atención puesta en una joven heroína preocupada por las redes sociales, mientras es vuelta figurín mediático en las manos de un astuto "líder en las sombras", quien recuerda al Maxwell Lord del guionista Keith Giffen en Liga de la Justicia. Lo interesante radica no sólo en ver cómo progresará la acción, sino en la entidad que estos raros superhéroes logren, habida cuenta de la relación habitualmente maltrecha (¿incongruente?) entre éstos y el imaginario de la historieta local. Un desafío siempre interesante.
Puestos al asunto superheroico, quien ofrece una experiencia singular, caleidoscópica, es el dibujante Patricio Oliver en Los Potenciales (Szama Ediciones). Cada página es una experiencia visual distintiva, en consonancia con un libro que hace de este género un lugar al que revisitar y habitar. En Oliver, las mallas ajustadas no sólo son sinónimo de superpoderes al uso, sino también manifestaciones de una gráfica queer, fascinada con las historietas y cualidades gráficas que mixtura -Byrne, Tartakovsky, Cooke; entre otros- mientras les imprime una pátina personal. En este sentido, Los Potenciales son una desmesura adrede, un exceso autoconsciente. Superhéroes nacidos de la superación de sí mismos, como celebración de tantas diversidades (los "poderes" como sinonimia) como sean posibles. Además, da la sensación de que Oliver se lleva al límite en la experimentación visual que sus diseños y colores conjuran. El resultado abruma.
Por su parte, el sello Rabdomantes dio a conocer dos títulos de raigambres distintivas. Por un lado, Kintari: El retorno del lobo (coeditado con Buen Gusto), con guión de Roberto Barreiro y dibujo de Hernán González. Kintari se sitúa en un Japón de rasgos feudales y maldiciones vivas. Hay un presagio que las fuerzas oscuras temen, y éste es el regreso de Kintari. El relato de Barreiro apela a referencias múltiples que bien sabe destacar Mariano Buscaglia en el prólogo: western, espada y brujería, cine stop-motion, samuráis de Kurosawa. El factor que agrega un rasgo distintivo es el color de Natalio Anastasia, capaz de hacer de Kintari una experiencia visual oscura y de violencia estridente, algo que el planteo de página de González logra también desde sus alusiones al manga. El otro título de Rabdomantes es Extraños Cuentos de Guerra, una antología cuyo título emula cabeceras célebres del cómic americano como Two-Fisted Tales (EC Comics) o War Stories (DC Vertigo/Avatar). El resultado es ecléctico, cada historia remite a la experiencia bélica de manera tangencial: el trauma posbélico, la ciencia ficción, la conquista de América, las leyendas africanas. La cualidad gráfica del plantel hace de la experiencia visual un rasgo que sobresale: Javier Oliver, Kundo Krunch, Francisco Paronzini (en un hermoso homenaje a Adam Strange), Rodrigo Cardama; a partir de los guiones de Nicolás Ramírez, Lucas Alarcón, Jason Aaron Wong, y César Libardi.
Por último, El Ziggurat (Puro Comic/Historieteca) ofrece un trabajo inédito de Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena, una de las duplas mayores -en trayectoria y calidad autoral- en la historia de la historieta. El Ziggurat fue publicado originalmente en Italia en 2002: un desprendimiento seriado del primer unitario -que el libro incluye- que Mazzitelli y Alcatena realizaran en 1994 (inspirado éste, a su vez, en el Nippur de Lagash de Robin Wood y Lucho Olivera). En su imaginería, El Ziggurat ofrece una plasmación gráfica bellísima, por momentos expresionista, a veces surreal, tendiente al horror y profundamente sensible, con la historiografía situada en el antiguo país de Sumer, junto a un demonio de nombre Pazuzu (el mismo que prologa al film El Exorcista), con ansias de dominio y virtud retórica suficiente para la manipulación de un rey desprovisto de voz propia.
El rescate del libro es ejemplar, porque permite dar cuenta de la fisonomía imprevista que adquirió una de las tantas obras por las que circula la poética singular que comparten guionista y dibujante. El volumen cierra, además, con una nota de admiración que el propio Alcatena dedica al arte y la memoria del dibujante Lucho Olivera.