Durante 1969, Rosario fue, junto a Córdoba, el epicentro de una serie de levantamientos populares que jaquearon fuertemente la dictadura militar de Juan Carlos Onganía. Dichas rebeliones, sin embargo, no fueron las únicas movilizaciones populares que se produjeron en la ciudad. En medio del clima de ebullición que se vivía, la Iglesia católica también fue arena de intensos conflictos. Las demandas de mayor apertura hacia el Concilio Vaticano II (1962-1965), la encíclica Populorum Progressio (1967) y las resoluciones de la Conferencia del Episcopado Latinoamericana en Medellín (1968) por parte de un grupo de sacerdotes de la diócesis derivó en un enfrentamiento cada vez más virulento con el obispo de entonces, Guillermo Bolatti, próximo a sectores tradicionalistas. Las tensiones escalaron y, ante la falta de respuesta, los fieles y algunos de los sacerdotes se expresaron varias veces en público, y llegaron a ocupar parroquias. Echando más nafta al fuego, Bolatti señaló que, de ser necesario, buscaría el apoyo de la policía para restablecer el orden. Los vientos de cambio que sacudían la Iglesia se hicieron sentir también en otras diócesis, pero por sus proyecciones e impacto, Rosario fue, probablemente, el conflicto más estridente.

El conflicto clerical en la portada de la revista Boom.

En octubre de 1968 un grupo de sacerdotes envió al obispo Guillermo Bollati una carta acusándolo de sabotear las ideas inspiradas en el Concilio Vaticano II. Como ha investigado entre otros Darío Casapiccola, el malestar se agravó cuando Bolatti relevó de sus tareas al cura español Néstor García, quien no solo desarrollaba funciones espirituales, sino que también trabajaba como obrero en barrio Godoy. Según explica la historiadora Cristina Viano, en febrero de 1969, Bolatti nombró a un conservador para sucederlo y esto despertó la reacción de los fieles. Los vecinos intentaron reunirse con el obispo y al no obtener respuestas se manifestaron y explicaron el evangelio frente al cementerio La Piedad, lo que derivó en la presencia de móviles policiales y el arresto de varios de los presentes. Finalmente, ante la falta de diálogo y respuestas a sus demandas, el 15 de marzo de 1969, 27 sacerdotes (luego se sumaron otros tres) presentaron su renuncia colectiva a la Diócesis de Rosario y destacaron la "actitud insensible, fría e indiferente" del obispo. Una modalidad que el clero emplearía también en otras diócesis ante conflictos semejantes, como en Córdoba, Mendoza, Avellaneda y San Isidro. La situación tomó rápidamente estado público y una de las arenas donde se expresaron las distintas partes fueron los medios de comunicación. La Capital, el diario más importante en el ecosistema de medios rosarinos del período, se ocupó de publicar los comunicados de ambas partes y las notas de adhesión de distintas comunidades religiosas a uno u otro sector. Frente a este panorama, Bolatti decidió viajar a Roma para entrevistarse con el papa Paulo VI. Paralelamente, en mayo tuvo lugar el llamado "Rosariazo", y si bien no hay indicios de que los renunciantes hayan tenido una acción colectiva en dichos sucesos, puede inferirse a través de la prensa que fue Francisco Parenti -uno de los renunciantes- quien realizó los ritos fúnebres del estudiante asesinado Luis Norberto Blanco. Al regresar, Bolatti leyó a los fieles un mensaje de Paulo VI en el que mencionaba que "compartía la pena" del obispo y hacía un llamamiento a la "unidad en la diócesis". Durante las siguientes semanas, ambas partes intentaron acercarse, pero la negativa de reincorporar al cura español alejó aún más a los renunciantes y el 27 de junio Bolatti terminó por aceptar las renuncias. A partir de entonces, el conflicto entró en su fase final y más aguda, en tanto entre el 30 de junio y el 1 de julio buena parte de las capillas de pueblos aledaños a Rosario que estaban a cargo de los renunciantes (Villa Eloísa, Coronel Bogado, Tortugas, Correa, Soldini, Cañada de Gómez) fueron ocupadas por fieles y militantes católicos en un intento de evitar el cambio de los sacerdotes. Con el correr de los días la tensión fue disminuyendo. En Cañada de Gómez, sin embargo, el conflicto se volvió más virulento e incluyó la toma de la iglesia San Pedro, la formación de milicias de vecinos para evitar la llegada del nuevo vicario, movilizaciones, enfrentamientos con las fuerzas policiales y hasta un paro total de actividades en la ciudad. Métodos de lucha similares a los que se habían empleado en el Rosariazo y el Cordobazo poco antes. Si bien durante las semanas siguientes la calma fue retornando a la ciudad, la actividad de la iglesia principal no volvió a ser la misma, ya que los fieles se volcaron a los ritos religiosos paralelos que realizaba Armando Amirati -al igual que otros renunciantes- en una fábrica abandonada.

Como Bolatti no los atendió, los vecinos se manifestaron frente al cementerio La Piedad. Fue la policía y arrestó a varios fieles.

¿Y las religiosas?

Entre 1964 y 1970, el número de mujeres agrupadas bajo la categoría de "religiosas" pasó de 730 a 800, cuadriplicando el número de hombres "religiosos". En Rosario, las integrantes de varias órdenes femeninas, como las Hermanas Dominicas, Hijas de San Pablo e Hijas de María Auxiliadora, que aplicaban en sus ámbitos de trabajo, principalmente instituciones educativas, los principios del Concilio Vaticano II, apoyaron el accionar de los curas renunciantes con quienes se vinculaban cotidianamente. Sin embargo, a pesar de su peso cuantitativo y su compromiso social y político, sabemos muy poco sobre qué hicieron en aquellas jornadas debido a su subordinación dentro de la Iglesia. Resulta indispensable, por tanto, comenzar a reconstruir sus trayectorias y sus relaciones con la constelación tercermundista. Una tarea fundamental para recomponer los distintos rostros de las jornadas calientes del '69 rosarino.

(*) Doctor en Historia. Investigador del CONICET y docente en la UNR. Miembro del Observatorio de Religión y Espacio Público de Rosario (OREP).

 

(**) Licenciada en Periodismo y Profesora de Historia. Miembro del Observatorio de Religión y Espacio Público de Rosario (OREP). Coordinadora de Reveladas. Periodismo popular y feminista.