Hubo un hogar de Argentina que este domingo vibró distinto a los demás con uno de los dos clásicos que se celebraron en el torneo femenino de Primera División. Allí viven tres perras, un gato y dos jugadoras de fútbol. Laura Ghiglione y Candelaria D'Andrea son dos amigas que comparten diariamente el fútbol y un dos ambientes en La Lucila, aunque el domingo compartieron algo más: la pelota, sin metáforas, esa que se disputaron en el primer clásico femenino del Bajo Belgrano de la era semiprofesional. Excursionistas volvió a recibir a un once de Defensores de Belgrano después de 28 años y le ganó un partido increíble por 3-2, después de hacerle tres goles en los últimos siete minutos.

"La gente flashea que somos pareja, y nada que ver", protesta Ghiglione, defensora que nació futbolísticamente en el "Verde" y que ahora viste la camiseta del "Dragón". D'Andrea está a su lado, acunando en sus brazos a Tallulah, una mimosa pitbull de color dulce de leche. Entre ambas, queda un hueco en el futón rojo, casi para darle sentido a esas palabras, hartas de tener que explicarse. "Somos amigas", le explica a Líbero D'Andrea, la mediocampista que luce la camiseta de Excursio con el 5 en la espalda.

El fútbol las juntó. Se conocieron en 2011, en un torneo de fútbol 5 en Obras Sanitarias, pero en ese momento apenas se cruzaron. Recién en 2013 se hicieron amigas: Ghiglione quería irse de viaje al Norte cuando D'Andrea llegó a Excursionistas, así que la invitó y se fueron juntas, apenas a un mes de conocerse. Regresaron de las vacaciones peleadas -"no sé ni por qué nos peleamos", coinciden, entre risas- y estuvieron varios meses sin hablarse, aún compartiendo el mismo plantel y luego de mudarse a clubes distintos. Hasta que un grupo de whatsapp las reunió nuevamente y la buena onda, -esa que las había conectado al comienzo- empezó a fluir otra vez.

Laura recibió un reconocimiento y lo compartió con su amiga en la cancha. (Dafne Gentinetta)

Tan así que, después del viaje frustrado, la amistad apostó por una movida todavía más fuerte. Pero esta vez fue D'Andrea la que invitó a Ghiglione: su amiga estaba buscando dónde vivir y le ofreció que fuera con ella, para que no tuviera que pagar alquiler. La amistad fue más fuerte, incluso, que la alergia de Ghiglione ante el hermoso bicherío que ya convivía con su amiga: Flaca, una galgo zen a la que encontró en la costa; Kenai, una perrita mediana a la que adoptó y rehabilitó después de un accidente; y la gata Chimuela. Ellas se le suman a Tallulah, la pitbull que compró en Mercadolibre para evitar que la hicieran pelear. "De algún modo, Candy rescató a todas sus perras de la calle, ¡y a mí también!", cuenta su amiga.

En ese hogar donde viven las amigas y vuelan los pelos, se respira fútbol. Y eso que las chicas están poco en casa: Ghiglione es abogada especializada en derecho deportivo y trabaja en un estudio en Olivos, mientras que D'Andrea es profe de educación física, guardavidas, licenciada en Alto Rendimiento Deportivo, y en su casa hay un calendario donde se recuerdan uno a uno los horarios de sus 12 trabajos distintos. Pero cuando tienen un rato para compartir una cerveza, les encanta debatir sobre su otra pasión, esa que despuntan cada entrenamiento y fecha sobre el verde césped. Les gusta hablar de política deportiva y hasta sueñan con armar juntas algún organismo que las represente. "Es que la situación de las jugadoras, aún desde el anuncio de la profesionalización, es muy precaria. A ninguna le alcanza su contrato para vivir y, de las personas que manejan el fútbol femenino, ninguna lo jugó nunca", critica Ghiglione.

Candy acaricia a Flaca, la galgo rescatada en la costa, mientras Laura las contempla. (Dafne Gentinetta)

A D'Andrea no le gusta ver fútbol por televisión. "Soy autodidacta", se define, pero su amiga, que es fanática de River y no se pierde un partido del equipo millonario, la acusa: "¡No sabés ni quién es Tagliafico!". Los consejos futboleros, esos que se renuevan semana a semana con sus alegrías, frustraciones y experiencias, sí son un capital importante en la convivencia de las amigas. "Candy es súper rápida, muy buena con los pies y lo más importante: no tiene miedo de animarse a jugar. ¡Pero yo la conozco tanto que ya le saqué la ficha!", bromea la defensora. La mediocampista le devuelve la gentileza y recurre al cariño por los pichichos para hacer una analogía futbolera. "A mí me dicen 'Galgo' y, en River, a Lau le decían 'Rottweiler'. Es maciza y, cuando va con el cuerpo, te rompe. A veces, se enoja y se saca ella misma del partido, pero también tiene cabeza para jugar: muchos defensores revolean la pelota, pero Lau se frena y piensa", describe.

La amistad de las chicas nunca fue puesta a prueba en la cancha: estuvieron a punto de enfrentarse dos veces (en un River-Platense y en un Platense-Lanús), pero en un caso una estaba inhabilitada para jugar y, en el otro, la otra estuvo en el banco. Y más allá de que lo protagonizaron, tampoco se cruzaron en este primer clásico del Bajo Belgrano de la era semiprofesional. D'Andrea fue titular y salió reemplazada a los 56 minutos, cuando su equipo perdía 2-0, y Ghiglione ingresó a los 80', a partir de una expulsión que dejó a Defensores con una jugadora menos.

Laura entró en el segundo tiempo, Candelaria fue titular, pero no se cruzaron. (Dafne Gentinetta)

La que celebró luego de la increíble remontada de su equipo fue D'Andrea, quien además se dio el lujo de compartirlo con su hermana Florencia, defensora del once verde. "Estuvo peleado porque los dos somos equipos nuevos, que estamos armándonos, pero no merecíamos ir perdiendo 2 a 0. Cuando me sacaron, no sé cómo hicieron las chicas, pero lo dieron vuelta, delante de las tribunas llenas de gente que vinieron a vernos", celebró la futbolista, apenas terminado el partido. Lo cierto es que a la cancha llegó gracias a su amiga, en un colmo de la amistad que trasciende el clásico futbolero: cuando, antes de partir rumbo al almuerzo previo al partido, la de Defensores de Belgrano le detallaba a la de Excursionistas la dirección de su propia cancha. "Es que soy súper desorientada, voy siempre de memoria", soltó D'Andrea, sincerándose, entre risas. "Lo que pasa es que, a esta altura, somos casi hermanas", explicó Ghiglione. Quizás sea por eso que, después del 3-2 de Excursio sobre Defe, después del festejo de una y la tristeza de otra, se reencontraron para volver a casa juntas y sacarse una selfie, que revela que lo que el fútbol supo unir ni el fútbol es capaz de separar.

El mate, infaltable en el desayuno de las amigas Laura y Candelaria. (Dafne Gentinetta)