En la última semana se terminó de hacer público algo que sucede hace mucho en el interior del Teatro Nacional Cervantes (TNC): un profundo descontento de un gran sector de les trabajadores para con la gestión del director del teatro, Alejandro Tantanian. Un comunicado de la Junta Interna de ATE en el teatro confirmó el jueves un nuevo cese de actividades, lo que generó que la dirección levantara las funciones programadas para este fin de semana (las últimas del año). Además, se ratificó el estado de “asamblea permanente”, a la espera de respuestas concretas por parte de la gestión.

El reclamo no es en términos artísticos. En las últimas horas, de hecho, circuló un petitorio de firmas para que quienes hayan hecho espectáculos en estos años adhieran a una carta en apoyo a la gestión actual y exijan su continuidad en el marco del cambio de gobierno. “Durante estos años, Alejandro Tantanian y su equipo de gestión integraron desde su política curatorial a un amplio espectro de la comunidad teatral independiente, favoreciendo la diversidad de estéticas y posibilitando la gestación de espacios de experimentación inéditos en el teatro oficial”, destaca la solicitada, que habla del TNC como un “oasis en el que la comunidad artística y el público encontraron un espacio de identidad y pertenencia” durante el macrismo.

El descontento de los trabajadores organizados tiene que ver con otra cosa. Denuncias de maltrato, irregularidades en las pautas de seguridad para llevar a cabo cierto trabajos, áreas en estados edilicios deplorables y peligrosos, y atraso salarial importante, además de “contratos paralelos” difíciles de explicar. En palabras de la Junta Interna de ATE del teatro, que también representa al personal de los Organismos Estables de la Secretaria de Cultura de la Nación: “Se han duplicado funciones de compañerxs de planta permanente concursados en los años 2013/15 con sueldos mucho mayores a los establecidos en nuestro Convenio Colectivo de Trabajo; no se han recategorizado a quienes con mismas tareas cobran diferentes salarios; la remuneración de algunxs companerxs no se corresponde a las responsabilidades que ejercen; está pendiente la renovación de contratos para 2020 con la amenaza de despidos y no hubo respuesta favorable para la problemática salarial, entre muchas otras”.

Consultados por Página/12, los delegados y delegadas afirman que “ya fue demasiada paciencia” y que “el objetivo no era éste, sino resolver la situación de los compañeros”. “Durante toda su gestión, Tantanian sólo nos recibió tres veces. La última reunión que tuvimos con la dirección fue el viernes pasado, que estuvimos hablando seis horas para consensuar un acta de compromiso entre las partes, y ver de levantar la medida y empezar a resolver las problemáticas planteadas. El sábado hicimos asamblea y cinco minutos antes nos avisaron por teléfono quienes habían estado en la reunión que finalmente lo pactado no iba a poder llevarse a cabo y que encima no iba a haber ningún diálogo más con ATE, el sindicato con más representación dentro del teatro (el otro es UPCN)”, cuentan.

El TNC está abierto y de hecho se espera que en diciembre el equipo de dirección haga su tradicional informe de gestión. Pero la mayoría de las actividades que corren por cuenta de los trabajadores no jerárquicos no se están llevando a cabo. “Los ceses de tareas vienen siendo intermitentes porque en el medio hubo algún diálogo y también nos dictaron una conciliación obligatoria. Pero los conflictos vienen de hace mucho. De hecho, el primero fue en julio de 2017, unos meses después de la asunción de Tantanian, antes del estreno de Copi. Lo que pasa es que llegaron y establecieron formas de trabajar distintas a las que estábamos acostumbrados, muchas veces con cronogramas inseguros para los trabajadores y con malos tratos para mostrarnos que teníamos que acatar”, cuentan los trabajadores a este diario.

Hasta el cierre de esta nota, Página/12 intentó comunicarse con el director y su equipo de prensa, pero no obtuvo respuesta. No está del todo claro, por otra parte, si Tantanian deberá dejar el cargo con el cambio de signo político o si se lo extenderá hasta (al menos) 2020 ya que asumió sus funciones el 2 de enero de 2017, mientras que la gestión anterior de Rubens Correa y Claudio Gallardou se hizo cargo del teatro el primer año del macrismo, a modo de transición. Lo urgente es resolver qué pasará en las próximas semanas, cómo se encararán los ensayos de enero y qué pasará con los contratos que vencen a fin de año. “Estamos alertas porque no sabemos qué va a pasar”, dicen del sindicato.