En 1977, cuando todavía no había cumplido los 20, vio El Plauto, obra del español Carlos Trías con dirección de Roberto Villanueva y quedó fascinado. Adrián Blanco (director de Transatlántico, Errante en la sombra y Ser ellas, entre otras) había comenzado a estudiar actuación a los 16 años y por entonces ya había ingresado en el Conservatorio Nacional. “Comencé con Ariel Bufano en el Instituto Labarden y seguí con Lorenzo Quinteros, quien había trabajado con Villanueva”, recuerda en la entrevista con PáginaI12 y agrega: “Ver El Plauto en esa época en la que estaban los milicos era una obligación”. Estrenada en el desaparecido Teatro Estrellas, la obra de Trías duraba 4 horas y dio que hablar por su carácter festivo y transgresor. 

Trías había reunido motivos y personajes de diferentes comedias de Plauto, (comediógrafo latino del S I A.C) en la obra que llamó originalmente Pseudolo contra Anfitrión, que rebautizaría luego con el nombre de El Plauto. La pieza cuenta las aventuras de tres esclavos (Palinura, Pseudolo y Socias) en tren de encontrar el modo de liberarse de sus amos, el avaro Euclión y el severo general Terapontígono. Entre los acontecimientos que suceden figuran un robo y un rapto, usurpación de identidades y hasta el enloquecimiento, muerte y resurrección de Zeus.   

Quien convocó a Blanco para realizar el montaje de esta obra fue José Páez, el autor de la música original de la versión de Villanueva. Acordaron tomar el texto de la segunda versión estrenada por el mismo director en España, en 1982, que tenía una duración de dos horas. “Al principio tuve dudas porque estaba el fantasma del recuerdo de la puesta de Villanueva pero luego me decidí a hacerla”, cuenta Blanco y detalla: “La música de Páez es la misma, aunque ahora tiene una sonoridad africana y no latina, como antes. Ahora está entre lo primitivo, el rap y el rock”, define. El clima de fiesta del montaje, según señala el director, está en manos de “unos personajes que son descendientes directos de la Comedia del Arte y de las obras de Molière”. Estrenada el año pasado por unas pocas funciones, El Plauto vuelve los sábados a las 21 en Hasta Trilce (Maza 177). El elenco está integrado por Gastón Frías, Martín Diese, Georgina Frattini, Danae Cisneros, Darío Pianelli, Javier Araya, Mario Frías, Marita Picasso, Ariel Haal y Omar Cenzano Brandon.

La puesta de Blanco incluye un marco dentro del cual se desarrollan los avatares de la obra. Porque la representación tiene lugar luego de que el mundo conocido se ha hecho pedazos y un grupo de sobrevivientes que encontraron un antiguo guión decide interpretarlo. Así es como debajo de las telas anudadas a modo de túnicas y peplos aparecen los jean rotos que visten los personajes de esa tierra devastada.    

–¿Qué cambios introduce esta versión?

–Sigue siendo la misma obra de Trías, que tomó personajes de Plauto y agregó de su cosecha para darle una vuelta de rosca desfachatada. Si se quiere, el texto es ingenuo. Pero nuestra puesta es más dura, tiene más ironía. Hay multiplicidad en el planteo sexual. Y está muy trabajada la expresión de la animalidad y el desborde, lo que demandó una especial atención en el ritmo. Y desde el planteo del espacio está muy dividido el territorio del cielo y de la tierra. 

–¿Conserva la intención crítica?

–Sí. Los tres esclavos pelean contra el poder de la patronal y el de las armas. Y, en el plano de lo celestial, también pelean en contra del orden divino. Porque a Zeus lo vuelven loco hasta matarlo. 

–Uno de los temas principales es el engaño…

–Y la discusión sobre qué es verdad y qué es mentira. El esclavo miente si le parece necesario y no hace un juicio moral sobre eso. Los poderosos también lo hacen. La obra está planteada desde la necesidad de hacer lo que haga falta para obtener lo que se desea.

* El Plauto, en Hasta Trilce (Maza 177). sábados a las 21.