Una performance recorre el mundo. En Estambul, un grupo de mujeres se planta en una ancha turco, pero sus gestos, la coreografía, el ritmo, es el mismo que idearon las activistas chilenas de LasTesis para su performance “Un violador en tu camino”, que desde el 25 de noviembre pasado no deja de reproducirse, replicarse, multiplicarse. “Gritamos de Estambul a Chile con la rebelión de las mujeres: si digo que no, no, no puedes insistir. No puedes culparme, eres el violador”, es el texto del tweet según la traducción de Google. Frente al puente de Sydney, en Australia, la letra que dice “el estado opresor es un macho violador” se escucha en español, siempre al ritmo creado por las hermanas de Valparaiso. Chile arde, y esta creación es otra evidencia de cómo las luchas feministas atizaron el fuego de una rebelión imparable.

Mujeres de distintos lugares del planeta repiten la coreografía y esa letra de una sencillez y profundidad tal que condensa en pocos versos ideas centrales para el feminismo: la violación como delito político, no moral, tal como lo plantea la antropóloga argentina Rita Segato; la violencia patriarcal como sistema (El patriarcado es un juez/ que nos juzga por nacer./ Y nuestro castigo/ es la violencia que no ves). La construcción del texto va por más: la segunda vez que se repite la frase, se dice “es la violencia que ya ves: el femicidio, impunidad para mi asesino, la desaparición, la violación”. El momento más epifánico viene enseguida, y se repite varias veces: “Y la culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía”, bailan gozosas las mujeres de todo el mundo que –ya avisan en alta voz– nunca más permitirán que las acuse de lo que sufren.

“El violador eres tú”. Señalar con el dedo, poner el eje no sólo en quien perpetra la violación sino también en quienes culpan a las víctimas, insertar la responsabilidad colectiva, demasiada polisemia en un gesto que se repite con los pañuelos verdes por la legalización del aborto en el cuello, en las muñecas, en algún lugar del cuerpo y una cinta negra sobre los ojos.

“Son los pacos, los jueces, el estado, el presidente”. La responsabilidad política por la violación es señalada, y las primeras activistas de esta performance lo hicieron elevando sus brazos alrededor. En París se bailó y se cantó en francés. En Londres, también en español, frente al Consulado de Chile, un sitio elegido por feministas de varios lugares del mundo. En la puerta de Brandenburgo, en Berlín, fue en el idioma original de la intervención. Montreal, Nueva York (con carteles en inglés para que lo entiendan todes), Pennsylvania. A lo largo y ancho de América Latina, desde Hermosillo en el norte de México hasta la Plaza de Armas de Punta Arenas, bien al sur de Chile, cada intervención urbana le sumó su condimento y acento. En Rosario, Argentina, las manifestantes, desde la explanada del Parque de España se fueron hasta la Catedral, y además de cambiar “la yuta” por “los pacos”, se sumó a “los curas”. Y repitieron la intervención, con un Monumento a la Bandera repleto, el lunes pasado, cuando se realizó la masiva marcha por el 25 de noviembre, que ese día debió suspenderse por lluvia.

Un himno feminista es también una forma de mostrar una organización internacional potente e ingobernable. Fue la feminista de Uruguay Isaura Fabra la que recopiló cada una de las intervenciones en el mapa global . “Esa tesis es liberadora. Entender cómo opera sobre nosotras la violencia nos libera del mandato de sometimiento. El eco fue inmediato y su alcance estamos lejos de conocerlo aún pero sin dudas estamos ante un proceso potente. El mapa nos espeja, la potencia de la organización está ahí. Y la necesidad de ponerle palabras a lo que nos pasa también, poner el cuerpo para decir juntas. El mapa es una multiplicación del encuentro que hacemos también entre muchas y muchos que nos acompañan”, acompañó su publicación.

¿Quiénes son LasTesis? Dafne Valdés y Sibila Sotomayor hacen artes escénicas; Paula Cometa se dedica al diseño y a la historia y Lea Cáceres al diseño de vestuario. Todas son de Valparaíso y tienen 31 años. Se reunieron hace un año y medio. ¿Su objetivo? Traducir las ideas de teóricas feministas en actos performativos para llegar a más gente. Algo más que eso han hecho con esta intervención: le han dado letra, música y coreografía al hartazgo de mujeres y disidencias sexuales de distintos lugares del planeta por la violencia patriarcal. “Nuestras intervenciones duran solo quince minutos, la idea es que sea así, precisa, concisa y efectiva", dijo Sibila al medio chileno Interferencia, al que dieron una nota, en medio del desborde por la demanda que les llega de todo el mundo a la casilla de mail de su Instagram LasTesis.

Primero trabajaron con El Calibán y la bruja, de Silvia Federici. Y después se abocaron a Rita Segato. “Es el segundo trabajo escénico que estábamos trabajando este año donde el tema es la violación. Pensábamos estrenarlo a fines de octubre, pero por el contexto no pudimos, así que la canción es el resultando de la investigación que veníamos haciendo sobre la violación y su impunidad, así como la desmitificación de la violación basándonos en textos de la Rita Segato”, respondió Dafne y Sibila agregó que la letra nació de “la desmitificación de la violación como un problema personal, o la atribución solo de enfermedad al hombre que viola, sino que también queríamos decir que esto es un tema social”. La responsabilidad estatal salta a la vista cuando se ve que “en general, en los casos de violación en Chile solo el 8 por ciento termina con algún tipo de condena, entonces claramente hay algo a nivel sistémico desde las políticas públicas que no está funcionado”, agregó Sibila.

El segundo párrafo de la canción toma el himno de carabineros para resignificarlo. “Duerme tranquila, niña inocente,/ sin preocuparte del bandolero,/ que por tu sueño dulce y sonriente/ vela tu amante carabinero”, cantan las mujeres de Chile –y replican en otros lugares. Más amargo que una ironía, si se tiene en cuenta que el Instituto de Derechos Humanos de ese país ha detectado por lo menos 70 denuncias de violaciones cometidas por personal de las fuerzas de seguridad –y sobre todo Carabineros– desde el inicio de la rebelión, a principios de octubre. “La intención de las fuerzas de seguridad chilenas es clara: lesionar a quienes se manifiestan para desincentivar la protesta, incluso llegando al extremo de usar la tortura y violencia sexual en contra de manifestantes”, consideró Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional. Que Carabineros sea una fuerza chilena y el himno se conozca sólo allí no le quita espesor internacional a esa parte de la letra: qué mujer en el mundo desconoce el peligro adicional que significan –especialmente en la intersección de género, etnia, clase social– quienes tienen el monopolio de la fuerza legítima.

 

El dedo en alto, la mirada desafiante. Las voces repiten “el violador eres tú” con la convicción de quienes ya no naturalizan la violencia. Un límite colectivo hecho performance.