Desde Brasilia 

Irritado, Jair Bolsonaro anunció que todavía no decidió si enviará algún miembro de su gabinete a la toma de posesión del nuevo presidente argentino Alberto Fernández. "Estoy analizando la lista de convidados por parte de él (Fernández), cuando yo asumí no convidé a algunas autoridades", dijo al dejar el Palacio de Alvorada.

Fueron sus primeras declaraciones luego de que algunos medios publicaron ayer que había desistido de enviar a Buenos Aires al ministro de Ciudadanía, Osmar Terra. Agregó que más allá de la presencia o ausencia del funcionario "nuestro comercio con Argentina va a seguir de la misma forma, no va a interferir en nada".


Con el dedo en forma de revólver, le apuntó y gritó a los periodistas que repreguntaron sobre la ida de Terra. "Otra pregunta, otra pregunta, ¿no tienen otra pregunta? entonces buen día", remató el capitán retirado dejando plantados a los reporteros. De ese modo concluyó la rueda de prensa de 31 segundos de duración.

Al parecer el gobernante no sabe qué posición asumir ante la nueva administración de su principal socio regional. Semanas atrás -luego de haber insultado a Fernández durante la campaña en la que expresó su apoyó a Macri -, dijo que no viajaría a la Argentina. Posteriormente trascendió que lo haría su canciller Ernesto Araújo. 

Finalmente el jueves pasado, durante la cumbre del Mercosur, se anunció que el elegido era Osmar Terra. Ese mismo día, una delegación parlamentaria, encabezada por el conservador Rodrigo Maia, jefe de Diputados, fue recibida por Fernández en un gesto de distención. Un día después, el viernes, el diario O Globo publicó una entrevista con el futuro embajador en Brasilia, Daniel Scioli, quien prometió tender puentes y "desestresar" el vínculo bilateral.

Sea cual fuere la decisión final de Bolsonaro , ya hay por lo menos dos elementos inéditos en la historia diplomática post-dictaduras. El excapitán será el primer jefe de Estado en años que falta a la Casa Rosada para un evento de esta importancia institucional. Y el segundo es que un gobernante se arrogue el derecho evaluar quienes serán los líderes convidados por el mandatario electo de otro país, transgrediendo las normas elementales de la diplomacia.

Una fuente del Planalto dijo hoy a radio CBN, del grupo Globo, que la presencia de un ministro en la Rosada sería una "muestra de debilidad". Pero otros voceros oficiosos del mismo gobierno defienden menos beligerancia y más "pragmatismo".

Se sabe que diplomáticos de carrera desaprueban el desplante bolsonarista que en lugar de ser una demostración de fuerza puede indicar su aislamiento regional. Esto porque tres aliados del dirigente de ultraderecha irán a Buenos Aires: el presidente chileno Sebastián Piñera, su colega paraguayo Mario Abdo Benítez y el mandatario electo de Uruguay José Luis Lacalle Pou.