En las relaciones humanas de todo tipo, siempre hay relaciones de dominación y el lenguaje es un cómplice necesario de esto. Modificar el lenguaje es una estrategia para liberarnos de esa dominación. Por ejemplo: no es lo mismo decir "indígenas" que "pueblos originarios". No es lo mismo decir "todos" que decir "todas", "todos" y "todes".

Pensamos binariamente y este binarismo acompaña la cultura sexista, mecanismo por el cual se concede privilegio a un sexo en detrimento del otro en la que estamos insertxs. El lenguaje también es machista. No es lo mismo el preconcepto que se tiene de "perro" que aquel que se tiene de "perra".

Es importante visualizarlo porque en función de cómo hablamos, pensamos. Si se modifica el lenguaje, se modifican las estructuras de poder. Un claro ejemplo de esto fue la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario en 2010. La sanción de esta ley no sólo dio derechos sin sacarle a nadie otros (como dijo Cristina Fernández cuando se promulgó: “Hoy somos una sociedad más igualitaria que la semana pasada. Me había levantado con los mismos derechos y había cientos de miles que habían conquistado los mismos derechos que yo tenía. Nadie me había sacado nada y yo no le había sacado nada a nadie, al contrario, habíamos dado a otros cosas que les faltaban y nosotros teníamos”). Esta ley, además, desplazó la idea de matrimonio como institución familiar heteronormativa produciendo simbólicamente una mayor igualdad en la propia alianza heterosexual.

Se puede estar de acuerdo o no con intervenir el lenguaje, por ejemplo el uso del lenguaje inclusivo produce una visibilización de la pluralidad de los géneros. Es una decisión política que apunta a no anular las subjetividades y a poner en evidencia que sexo e identidad de género no siempre se corresponden.

El hecho de nombrar produce efectos de existencia y de legitimización. Uno de los mayores logros que tuvimos fue la Ley de Identidad de Género aprobada en 2012, porque posibilita que una persona pueda elegir sexo y cambiarse el nombre sin la necesidad que haya diagnósticos médicos, eso implica sin patologizar y sobre todo porque es una ley que implica el derecho a todos los derechos. La Ley de Identidad de Género como la Ley de Matrimonio Igualitario dieron un manto de dignidad e igualdad que hasta ese entonces no se había tenido.

El nombrar otorga existencia. Otro ejemplo de esto, en otra línea, es la palabra “femicidios”. No es lo mismo nombrar de ese modo a crímenes de mujeres por el hecho mismo de ser mujeres que nombrarlos como crímenes pasionales en los zócalos de los medios de comunicación. Ubicar esta palabra en la sociedad llevó a una visualización y por ende a una concientización que no se tenía.

Somos hablados por el lenguaje y esa lengua es del Otro, un Otro de dominación patriarcal que se nos impone. Como sociedad estamos haciéndole a la lengua un tratamiento. Vamos creando otra lengua dentro del lenguaje mismo y esto va produciendo otras improntas en nosotrxs y en la sociedad.