“No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece. Tan simple como esto: para poder pagar, hay que crecer”, expresó el presidente Alberto Fernández al referirse a la mochila de vencimientos que heredó del gobierno saliente. La definición del mandatario fue contundente: “Quiero que todos comprendamos que el gobierno que acaba de terminar su mandato ha dejado al país en una situación de virtual default”. Con ese diagnóstico llegará a la mesa de negociación el ministro de Economía, Martín Guzmán, que emprenderá el diálogo con los acreedores privados y los organismos multilaterales. “Los acreedores tomaron un riesgo al invertir en un modelo que ha fracasado en todo el mundo una y otra vez”, enfatizó Fernández al referirse al rol que desempeñaron a lo largo de los últimos cuatro años fondos de inversión, bancos extranjeros y el propio FMI.

Durante su discurso a la Asamblea Legislativa, Fernández enfatizó que “la deuda externa en relación al PBI está en su peor momento desde el año 2004”. La deuda bruta total pasó del 52,6 por ciento del producto en diciembre de 2015 hasta alcanzar una cifra cercana al 90 por ciento. El ciclo de endeudamiento fue acompañado por una transformación en los pasivos: se incrementó el peso de las obligaciones en dólares y el tamaño de la deuda en poder de bonistas privados. El Fondo, por su parte, devino en el principal acreedor individual del país. La renegociación de la abultada deuda con el organismo constituye un punto de partida para el próximo gobierno. “Buscaremos una relación constructiva y cooperativa con el FMI y con nuestros acreedores. Resolver el problema de una deuda insostenible que hoy tiene Argentina no es una cuestión de ganarle una disputa a nadie. El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo”, indicó el mandatario. Al finalizar el discurso presidencial la titular del organismo, Kristalina Georgieva, envió un mensaje de bienvenida para Fernández a través de su cuenta de Twitter.

“La Nación está endeudada, con un manto de inestabilidad que desecha cualquier posibilidad de desarrollo y que deja al país rehén de los mercados financieros internacionales”, advirtió el mandatario al remarcar que “necesitamos aliviar la carga de la deuda para poder cambiar la realidad. Debemos volver a desarrollar una economía productiva que nos permita exportar y así generar capacidad de pago. Recibimos un país frágil, postrado y lastimado”.

La renegociación de la deuda estará a cargo de Guzmán, que antes de asumir propuso reducir a cero los pagos de intereses y capital de la deuda entre 2020 y 2021, con el objetivo de recuperar margen de maniobra para volver a crecer y así garantizar la capacidad de repago a los acreedores. El economista platense advierte que las reestructuraciones de la deuda suelen llegar “demasiado tarde, ofrecen muy poco alivio y llevan a más angustia y, finalmente, a otro incumplimiento”.

“No vamos a repetir la triste historia de misiones de técnicos imprudentes que prometen planes que no pueden cumplir y toman decisiones que luego terminan comprometiendo el destino de millones de argentinas y argentinos”, destacó el presidente al referirse a los programas de austeridad adoptados por los distintos gobiernos para complacer a los mercados financieros. “Seriedad en el análisis y responsabilidad en los compromisos que se asumen para que los más débiles dejen de padecer. Bajo esas premisas asumiremos toda negociación de nuestra deuda”, sostuvo Fernández.

La deuda no es la prioridad pero las negociaciones con los distintos grupos de acreedores externos condicionarán al resto de las políticas públicas que pretende implementar el nuevo gobierno. En ese sentido, el mandatario señaló que “un presupuesto adecuado solo puede ser proyectado una vez que la instancia de negociación de nuestras deudas haya sido completada y, al mismo tiempo, hayamos podido poner en práctica un conjunto de medidas económicas, productivas y sociales para compensar el efecto de la crisis en la economía real”.