Seductor, elegante y sonriente siempre, así sigue siendo el poeta Alfredo Fressia, a pesar de sus dos difíciles últimos años. Hace unos pocos días volvió a desplegar todos sus encantos en un escenario palermitano durante la presentación de Sobre roca resbaladiza, su quinto título publicado en Argentina. Ni una gota de amargura por el sufrimiento se coló en sus palabras. En su visita anterior en 2017, Fressia habló con SOY sobre los avatares de su historia literaria y sexual, desde el periplo del exilio que terminó en 1976 en San Paulo, donde conoció a su vecino y amigo Néstor Perlongher, a sus tiempos de discípulo de Michel Foucault, la influencia de lxs franceses en su obra, y la militancia por los gays de la tercera edad de una generación que, aseguraba y sigue asegurando, si no vuelven al armario a esa altura del partido, es porque nunca salieron. No pareciera ser el caso de Fressia, un señor gay visible desde sus años mozos, cuando su libertad para estos menesteres lo forzó a hacer las valijas y desenraizarse de Uruguay. Sin embargo, con muchxs de esos gays termina compartiendo una misma falta de motivación que lo asexualiza: “Yo veo que los gays de la tercera edad van perdiendo el interés y la libido –dice-, en mi caso que perdí la próstata, ni te cuento. Puedo mirar imágenes, qué lindo. Pero no pasa nada. Y tiene un lado casi liberador”. La historia de los dos últimos años, coincidentes con el imperio del fachismo en Brasil donde vive en la actualidad es esta: en 2017, al regresar desde Buenos Aires a San Paulo, una cita con el médico marcó para Fressia el comienzo de un tiempo de recapitulación. Cuando le fue comunicado el diagnóstico de cáncer sobre la base de una arritmia que amenazaba dificultar cualquier tratamiento, en lo primero que pensó fue en escribir su testamento, pero de la mano de ese legado final vino también otra escritura revitalizadora, la de sus memorias. Como marco de fondo, el avance del presidente Bolsonaro sobre los derechos adquiridos y sobre las vidas vulneradas.

¿Es posible escribir poesía ante el dolor de una sociedad entera en el mismo momento en que se está tallando la herida?

Creo que Slogré escribir, porque tuve mi tema de salud que me retrotrajo mucho a mí mismo. Mientras el país entraba en el desastre demencial en qué está hoy, yo empezaba con un cáncer en la próstata. Yo creo que se supera una crisis general con una crisis íntima. Frente a una enfermedad tan grave, uno se cierra a lo que sucede afuera. En este libro, hay cosas de los últimos años que yo reescribí para que entrasen. Entonces fue un trabajo de escritura, de reescritura y de toda mi vida, cuyo único sentido, me di cuenta, era la poesía.

Sobre esta roca: mi vida

Sobre roca resbaladiza es un libro que entrama reflexiones literarias y la historia de vida de este autor, crítico y traductor, que si algo ha sabido es construirse y reconstruirse, en más de un sentido, a lo largo de sus setenta años: “Este es un libro de memorias, efectivamente, pero es también un libro sobre poética, materia generalmente faltante. Lxs poetas toman clara conciencia de lo que están haciendo mientras escriben versos. Yo no creo en poetas espontáneos, en el propio adolescente que se descubre poeta y es casi una antena ligada a la musa. Uno se construye como poeta a través de un largo proceso de lectura y de admiración. Hay que leer, hay que admirar”.

Vos decís que no crees en la espontaneidad del poema, pero si regresamos a la adolescencia, ya que la nombrás, opino que la encontramos. Muchos de nosotrxs hemos escrito en esa etapa de nuestra vida por amores, porque a veces no podíamos revelar que sentíamos….

Si, sí. Pero pasamos por un proceso. En la adolescencia, a mí me gustaba que la escritura poética se pudiera disponer en versos que contenían en sí un ritmo, que había una cosa que se llamaba rimas y que esos versos se organizaban en el espacio plástico. ¡Que había estrofas! Pero tardé en darme cuenta, en principio lo que yo amaba era la espiralidad del poema.

¿En la adolescencia nunca escribiste por un amor?

No, yo creo que no. Además en la adolescencia yo no amé a nadie.

¿Empezaste a escribir antes de enamorarte?

Son procesos diferentes. No hay mucha pasarela en mi caso. El amor corrió por otro carril. El enamoramiento con algunos muchachos que me parecían bellísimos, al mismo tiempo me parecían amores imposibles. Y yo pensaba: ¡qué mala suerte tengo! Y leía a los franceses, los relatos autobiograficos de Andre Gide o al poeta que yo admiraba, que era Aragón. Sólo mucho después supe que era bisexual, él estaba casado con Elsa Triolet. Yo estaba en otra crisis aunque me deslumbraba con algunos muchachos. Poesía amatoria casi no tengo.

¡¿No?!

Bueno, curiosamente los mexicanos, y después lo replicaron los peruanos, publicaron una selección de poesía homoerótica mía y de temas relacionados al cuerpo. Este libro se llama El memorial de hombres que me amaron. Un título que no me convence mucho. Son sólo treinta poemas, pero yo no me había dado cuenta… Los peruanos, en la introducción, dicen que con esos poemas creo una distopía, urbana y sexual. Y es verdad. Es un universo sombrío, de amores que son siempre nocturnos. Casi siempre clandestinos y perseguidos. No hay nada, sólo un canto al amor, a la belleza de amar. Experiencia que a mí eso no me tocó, falté a esa clase. Las circunstancias de mi vida me llevaron a vivir el sexo con toda una carga negativa, fue bien poco a poco que Saturno me llevó a la reestructuración. Amé a un hombre que tenía el doble de mi edad y que me ayudó en ese sentido.

En un ensayo del libro hablas de la construcción de la masculinidad, ¿es sobre la masculinidad biográfica o a la masculinidad en la poesía?

Justamente, ese ensayo es el único capítulo en el que no hay menciones autobiográficas. Allí yo analizo este tema a partir de un proyecto de ley que castigaría los crímenes de homofobia en Brasil. Un proyecto que jamás fue aceptado en el congreso, perseguido por la bancada evangélica y la bancada de la bala, los militares y los policías. Están las bancadas bbb, cómo es la bancada, de La Biblia, de la bala y del boy, qué es el ganado, de los terratenientes y agropecuarios. No logro entender porque ese empecinamiento en no castigar los crímenes. El capítulo de la construcción de la masculinidad es bastante diferente, porque yo me distancio y hago un pequeño ensayo.

Qué particular que te distancies justo en ese capítulo….

El tema es tratado en muchos otros momentos del libro con menciones autobiográficas, pero en ese capítulo me pareció que era importante el distanciamiento para analizar las cosas cómo son. Ha provocado reacciones diferentes. El tema es abordado en el libro, sí, claro, ya lo verás. Hay una parte central sobre el tema del cuerpo: el cuerpo de la poesía y la poesía del cuerpo.

Me haces pensar en el poeta griego Constantino Kavafis, con sus versos de “Recuerda cuerpo”….

Kavafis efectivamente es citado en estas páginas. En uno de esos capítulos, entro por ejemplo en la literatura gay. Es una categoría que nunca me agradó mucho. Pero el tema está siempre latente, principalmente en la parte central. No es una autobiografía ni mucho menos este libro. Es la poética la que me retrotrae a la memoria.

¿Te parece posible que la biografía quede oculta en una obra poética?

Nunca queda oculta. En la lectura que hacemos siempre suponemos una persona del autor que no es la persona real. Me baso mucho en un ensayo de Marcel Proust: él tiene la posibilidad de darse cuenta que el yo que entra en la literatura es otro. Siempre tenemos la ilusión de que encontraremos al otro, a la alteridad, pero lo que aparece es el otro yo del escritorx. Siempre es una decepción conocer al autorx porque vos construis a esa persona. Cuando lx conocés, te querés morir, claro. Esa dicotomía entre el yo del escritor y el real, a veces es muy grande, como a veces no. No es el caso de Marosa Di Giorgio, que tenía una coherencia bastante grande. En general es difícil. Eventos que acontecen en nuestras vidas, nos modifican y cuando son eventualmente transpuestos a la escritura, se vuelven de otra naturaleza. No es más el sufrimiento psicológico. Una escribe con detalles sutilísimos sobre el dolor cuando ya no lo está sintiendo.

Ultima insistencia: ¿y el amor?

 

Siempre me ha interesado menos el amor que la poesía. El Venus de mi carta natal está en el signo de géminis, quienes tienen Venus en géminis experimentan un gran apetito sexual, pero que no tiene que ver con el amor. Un amigo dice que los que tienen Venus en géminis son todas putas. Y yo nunca fui muy fiel.