El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pidió este jueves a los gobiernos de Rusia, Siria e Irán que detengan la violencia contra civiles en la provincia siria de Idlib, controlada por los rebeldes. "Rusia, Siria e Irán están matando, o en camino a matar, a miles de civiles inocentes" en ese territorio del noroeste sirio dominado por los yihadistas, tuiteó Trump. "¡No lo hagan! Turquía está trabajando duro para detener esa matanza", agregó.
Desde el 16 de diciembre, las fuerzas del presidente sirio Bashar al Asad, con el apoyo de la fuerza aérea rusa, han intensificado sus bombardeos sobre la región y los combates en tierra contra los yihadistas y rebeldes, a pesar de un alto el fuego anunciado en agosto. Alrededor de 80 civiles fueron asesinados en la nueva escalada, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que estima que más de 40.000 personas han sido desplazadas.
Ankara dijo el martes que está en conversaciones con Moscú para asegurar un nuevo alto el fuego en Idlib, y pidió el fin inmediato de los ataques. El portavoz presidencial turco Ibrahim Kalin dijo que Ankara estaba presionando por un nuevo alto el fuego para reemplazar un acuerdo alcanzado en agosto. Francia también pidió un retroceso inmediato de las acciones, acusando a Damasco y sus aliados rusos e iraníes de "empeorar la crisis humanitaria".
En un comunicado esta semana, el ejército sirio dijo que se había apoderado 320 kilómetros cuadrados de sus enemigos en los últimos días. Además, ha prometido continuar su puja hasta recuperar Idlib, pidiendo a los civiles que salgan de las áreas bajo control yihadista. La región de Idlib está dominada por yihadistas del grupo Hayat Tahrir al Cham (HTS), exaliado de Al Qaida, y otros movimientos rebeldes.
El líder del grupo instó a los yihadistas y los rebeldes aliados a dirigirse al frente y luchar contra "los ocupantes rusos" y el régimen. Su campaña "feroz" "requiere que hagamos más esfuerzos", dijo el martes el líder de HTS, Abu Mohammed al Jolani, en un comunicado.
Idlib alberga a unos tres millones de personas, incluidos muchos desplazados por años de violencia en otras partes del país. El régimen, que ahora controla más del 70% del territorio sirio, ha dicho repetidamente que está decidido a reconquistar Idlib.
La escalada de violencia se produce después de que Rusia y China vetaran el viernes una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que habría extendido por un año las entregas de ayuda transfronteriza a cuatro millones de sirios, muchos de ellos en Idlib. La medida aumentó los temores de que la asistencia vital financiada por la ONU podría dejar de ingresar desde enero a las partes de Siria controladas por la oposición, salvo que se alcance un acuerdo alternativo.
La asesora humanitaria de Naciones Unidas para Siria, Najat Rochdi, expresó la semana pasada su preocupación por la escalada de violencia en Idlib y pidió a todas las partes el cese inmediato de estas tensiones para proteger tanto a la población civil como las infraestructuras básicas.
Rochdi condenó la intensificación de los combates y, en particular, el aumento de los ataques aéreos y el supuesto uso de "barriles bomba". Decenas de civiles habrían perdido la vida como consecuencia de estas acciones, entre ellos numerosos niños, según la estimación de Naciones Unidas.
"A pesar de las reiteradas garantías de que las partes enfrentadas solo atacarán objetivos militares legítimos, persisten los ataques contra instalaciones médicas y educativas", lamentó Rochdi en un comunicado. "Las operaciones antiterroristas no pueden invalidar las responsabilidades para proteger a los civiles" subrayó.
El Gobierno de Siria ha defendido que la ofensiva en Idlib es parte de su lucha contra el terrorismo en el país. La guerra de Siria ha matado a más de 370.000 personas y ha desplazado a millones desde 2011 con la brutal represión de las protestas antigubernamentales.