Paul Preciado, en su conferencia, además de hacer notar el rol de la mujer en el psicoanálisis observando que aun en este siglo tiene que hacer un encuentro que se pregunta sobre la mujer en el psicoanálisis, puso de manifiesto que la teoría freudiana fue construida bajo una epistemología de la diferencia sexual (binaria, heterosexual y reproductiva). Plantea que “es una máquina performativa que produce y legitima un orden político y económico específico: el patriarcado hétero colonial”. Observa que esa epistemología está en crisis desde la década del 60 y que Lacan no logró des hacerse del binarismo sexual.

FALO O PENE: ¿malentendido o falta de escucha?

Este tema divide aguas entre les psicoanalistas porque, así como no hay un solo feminismo, tampoco hay un solo psicoanálisis. Uno de estos psicoanalistas que salió a bajarle el precio a Preciado es el Licenciado Sergio Zabalza quien escribió un artículo en este mismo diario, en la sección psicología, titulado: “Sobre la acusación de binario que Paul Preciado le formuló al psicoanálisis”. Este psicoanalista aduce que “binaria es la estereotipia neurótica que hace leer pene donde dice falo”.

El planteo de este psicoanalista me llevó a reflexionar entendiendo que menospreciando los saberes del otro, no se construye. ¿Acaso no es reduccionista seguir diciendo que las teorías queer confunden falo con pene? Las teorías de género como los movimientos LGBTIQ+, colectivos activistas y organizaciones militantes, hace más de medio siglo, vienen investigando y desarrollando posiciones claras y contundes donde plantean políticas subversivas contra la hegemonía heterocisnormativa y cómo ese sistema dominante tiene severo impacto en las subjetividades.

¡Oh psicoanalistes! No dejemos de escuchar algo de lo más preciado que dijo Paul en esa conferencia: “no creo que la heteresexualidad sea una práctica sexual o una identidad sexual. Pienso que es más bien un régimen político que ha reducido la totalidad del cuerpo humano, viviente, y su energía psíquica, a un potencial reproductor; una posición de poder discursiva e institucional”. En este contexto Preciado plantea que las angustias, depresiones, melancolías son efecto de no alcanzar carácter normalizante y que ciertas prácticas psicoanalíticas no van contra esa epistemología dominante sino que terminan siendo funcional para que el sujeto encaje en esa normativa. Preciado, en esta misma conferencia elige desde donde hablarnos, dice “hoy hablo desde esa jaula elegida y rediseñada, del hombre trans, del cuerpo de género no binario. Una jaula política que es, en todo caso, mejor que la de los hombres o la de mujeres, porque al menos reconoce su estatuto de jaula”.

LA HORA DE LAS PREGUNTAS
En lugar de salir al cruce podríamos abrir debate y no cerrar con verdades absolutas ni con frases lacanianas. Sería más fructífero preguntarnos por ejemplo ¿cómo incluir otras disciplinas sin vivirlas como una amenaza?, ¿cómo alojar lo otro/lo extranjero, aunque no se esté de acuerdo, para que relancen otras cuestiones?, ¿Cómo salir del binarismo?

Ahora bien, frente a nuestra práctica psicoanalítica, cómo poder ir estando cada vez más advertidxs que hay un plano macro socio cultural de desigualdad y abuso de poder y a la vez un plano micro que reproducimos dañando subjetividades, cómo ampliar y mutar nuestro paradigma para que no excluya ni patologice sin hacer Uno, cómo hacer para sostener debates donde se pongan en tensión diferentes puntos de vista, sin menospreciar ni discriminar ni rechazar a lo otro. Si se expulsa lo diferente en desmedro de incluir la perspectiva de género y otras disciplinas se impulsa a un “Uno” totalizador que cree poseer la verdad, creyendo que hay un solo modo de entender el psicoanálisis. Cuestiones estas que van contra la misma práctica psicoanalítica que intenta resistir a las políticas de dominación y de exclusión.

Entendiendo que el psicoanálisis es subversivo porque tiene un deseo en subvertir la norma. Trabaja con la subjetividad de cada ser parlante, mientras que las teorías de género son una política de la subjetividad y ambas disciplinas tienen al mismo enemigo en común: las estructuras de poder. Pongamos en acto una posición política y no hagamos del psicoanálisis una práctica conservadora ni colaboremos a las políticas de exclusión. Apostemos a la producción de un decir en la experiencia analítica para hacer del síntoma algo más vivible y que no nos gane nuestra matrix heterocisnormativa al momento de la escucha. Trabajamos con y desde el lenguaje. Es por esto que considero que habrá que forzar al mismo como desafío para poder producir significantes que posibiliten la pluralidad. Si cambiamos la matrix, cambiamos el modo de pensar y sólo de esa manera puede haber un cambio que incluya lo diverso. Porque si no hay transformación en nuestra práctica, que implique la des-heterosexualización estamos destinadxs a repetir la lógica heterocisnormativa en la que fue construida la teoría freudiana base epistemológica del discurso psicoanalítico, como expresa Preciado.

Si no escuchamos, siendo esa nuestra herramienta transformadora, estamos alimentado y reproduciendo el carácter patriarcal, heterocisnormativo y colonial al que Preciado se refiere con justa causa y de ese modo se termina patologizando a la diversidad impregnándola con un carácter normalizante. Preciado nos advierte que “debemos elaborar colectivamente una epistemología capaz de rendir cuenta de la multiplicidad radical de vivientes, que no reduzcan los cuerpos a su fuerza reproductiva heterosexual, y que no legitimen la violencia hétero patriarcal y colonial”. 

Gracias Preciado por pensarnos y ayudarnos a re pensarnos y advertirnos, desde el comienzo, que tenemos que decidir como analistas si continuar en la jaula patriarcal, colonial, heterosexual o mutarnos a una jaula política que reconoce su estatuto de jaula.