Desde Tunuyán

Una kilométrica bandera argentina es, por estos momentos, el símbolo de la lucha (de la casi victoria) mendocina. De un nuevo “mendozazo”, como aseguran muchos. Es una bandera conformada por muchas banderas. A un costado de la ruta 40, los vecinos de Tunuyán sostienen enormes telas y, se dice, la fila de personas llega a los siete kilómetros. Con cánticos como “El agua de Mendoza no se toca” o “Suárez, pariente --el término es un regionalismo--, el agua es de la gente” esperan ansiosos al resto de los habitantes del Valle de Uco. Del otro lado del río Tunuyán están avanzando los de San Carlos y del noroeste los de Tupungato. Quieren confluir en el puente y extender la bandera argentina quizá más larga de la historia reciente del país.

La(s) bandera(s) la(s) sostienen niños, jóvenes, adultos de todas las clases sociales. Y hay formas no convencionales, también, de reivindicarla. Por un bellísimo cielo de atardecer cordillerano aparecen dos paramotores que la flamean. El pueblo devuelve gritos y saludos. También se la ve en algún kayac que circula por el río, el único que se ve en kilómetros en la 40, y a orillas del cual está el único acampe permanente que se instaló desde el intento de destierro de la Ley 7722. Un “Banderazo” que involucra al Valle de Uco y otros tantos departamentos de la provincia (Maipú, Malargüe, San Rafael, Luján, Potrerillos, Alvear, Las Heras y la capital) es la forma que adquirió la espera de que se concrete la derogación de la ley 9209, que habilita la minería contaminante.

La que pasó fue una semana de “muchas emociones”, define Adriana Salinas, parte del equipo del Festival de la Vendimia de Tunuyán. De la “bronca y la decepción” hacia la clase política y los medios de comunicación se pasó a “la emoción de ver al pueblo unido” y también a la “desconfianza”. El “Banderazo” se había determinado en Navidad, en una asamblea en San Carlos, pueblo pionero en la lucha contra la minería que contamina el agua. El anuncio del gobernador Rodolfo Suárez de que volvería a tener vigencia la 7722 no lo desactivó. Mendoza está festejando y a la vez está alerta: este lunes la Legislatura tratará en una sesión extraordinaria la derogación de la ley 9209. Hasta que no se apruebe y se publique en el boletín oficial, el pueblo se propuso no descansar. 

El multitudinario “Banderazo” es la respuesta organizada de los vecinos a través de las redes sociales y ante tantas emociones. Juntaron plata para comprar las banderas; las mujeres de San Carlos y Tunuyán cosieron otras las últimas noches, en las plazas, para reactualizar la gesta de las Patricias que bordaron la del Ejército de los Andes. Aparte hay muchas remeras pintadas, también camisetas de la Selección Nacional. Es un evento ruidoso: no hay prácticamente vehículo que pase frente a los manifestantes y no muestre su adhesión con la bocina. Puede ser cualquier coche, un camión de YPF, un micro turístico, camiones. Los jóvenes del acampe ordenan el tránsito. Las bocinas se combinan con bombos, redoblantes, silbatos y la música de The Doors, que emana de un escenario instalado a orillas del río, donde más tarde tocarán bandas. 

La elección de la celeste y blanca tiene que ver con mostrar que “no hay grieta” ni “colores políticos”, insisten los presentes. En algunos tramos de la 40, los del país se combinan con los de la mapuche. Del otro lado del río, en las puertas de La Consulta (San Carlos), se ven también banderas bolivianas. Allí hay una comunidad grande de hijos de bolivianos, que viven de las chacras, muchos del cultivo del ajo. “No nos viene muy bien la minería; no sé lo que puede hacer la gente de acá”, se pregunta José Llanos, a quien a veces le toca regar su chacra de tomates a las 2 de la mañana ya que en la provincia los riegos son por turnos debido a la escasez del recurso hídrico.

“Para los medios de comunicación esta es una lucha de ambientalistas. Pero este es el pueblo. Seremos un pueblo ambientalista en todo caso. Después del mendozazo esta es la manifestación más grande que se ha vivido. El mendocino no es de manifestarse: nos tocaron donde más nos dolía”, reflexiona Fabiola Verón, comunicadora social de 37 años. Una activista recuerda que en 2005, cuando se pedía por la 7722, eran muy pocas las personas que poblaban las calles. Muchos adultos, como Rubén Sáez, se movilizan “para las generaciones que vienen”. “Es histórico, no se ha visto nunca. Es un mendozazo pero pacífico. Yo lo viví. La violencia no sirve. Espero que esto sirva para otras provincias: un pueblo uniéndose en paz, sin bandería política, logra lo que pide. Nos sentimos traicionados por todos los sectores políticos”, asegura el transportista, enojado con la convocatoria de los partidos de izquierda para movilizarse este lunes en la legislatura. “No los necesitamos ni los queremos.”

“Esto sobrepasó todo, es incalculable”, repiten los que conversan, azorados por la cantidad de gente. Al lado del acampe, donde esta cronista escribe estas líneas en una oficina a cielo abierto, están cantando el himno. Hasta en Barcelona se juntaron argentinos autoconvocados este domingo, frente al Arco del Triunfo. El último comunicado de las Asambleas Mendocinas por el Agua Pura manifestó el rechazo al proyecto megaminero San Jorge, exigió el tratamiento y las sanciones de los proyectos de ley de creación del Área Protegida Uspallata-Polvaredas y del que declara a Mendoza provincia libre de fracking y el retiro de todos los proyectos de modificación de la 7722. También planteó una metáfora poderosa: en estos últimos días, el agua del río rebalsó su cauce.