De los castillos oscuros en la novela gótica Carmila del 1800 a las vampiras fogosas en corpiños de encaje y deshabillés vaporosos de La Hammer. Cuellos al descubierto y los colmillos siempre listos para atravesar la piel y succionar el néctar que no solo promete juventud eterna, también recreo de pura lujuria lesbiana. La hija de Drácula, con la mirada intimidante de Gloria Holden, salió del clóset en 1936, pero su destino trágico la hizo morir en los brazos de un hombre. Anne Rice absorvió parte del drama identitario que construyó el director Lambert Hillyer en La Universal, y esculpió en las Crónicas vampíricas a sus propios vampiros queer envueltos en vestidos rococó y orgullosos de sus pelos largos que flameaban como cortinas en una película de terror. Es el deseo que se acerca en foma de tormenta. Del glam de Lestat a la impiadosa colegiala Saya que pelea y hace salpicar sangre con su katana en el animé Blood: The Last Vampire, dirigido por Hiroyuki Kitakubo. Una vampira introvertida que apuesta a la acción y no al peso de la palabra. La cineasta Amy Heckerling habló del poder de la amistad cómplice en aquellas vampiras que dormían en ataúdes antes de pasear por las calles de Nueva York en Vamps (2012). De la comedia y los chistes sobre cómo lograr un bronceado caribeño cuando estás muerta a los acordes metaleros de Marceline y su historia de amor con la Princesa Caramelo en el dibujo animado de Cartoon Network, Adventure Time

¿Cuántas obras pueden crearse con personajes pálidxs que roban sangre? ¿En qué han cambiado en los últimos 50 años? Se volvieron más autoconcientes, liberados ya de un destino trágico. En las historias actuales lxs vampirxs pueden ser felices y sentirse sexys al mirarse los colmillos en el espejo. Aceptar sus cuerpos pero también tener la posibilidad de elegir otros si así lo anhelan. Pero si algo le faltaba a este multiverso vampírico era una revista de historietas en papel que se ocupe de explorar cada vértice del subgénero desde una perspectiva disidente. Club Vampire nació en marzo de 2019: el primer número de 28 páginas impactó con su tapa de vampiras gordas cachondas. Socixs y novixs, lxs veinteañerxs historietistas argentinxs Catalina Minteguía, Gala Fernández Silva y Nadia Lubitza Rojas Mitrovith comparten el hogar, el preparar cada desayuno a la par de llevar adelante de forma autogestiva este proyecto que ya va por su tercer número. Impreso a todo color, cada revista trae un objeto de regalo (un póster, un set de stickers o una pintura para enmarcar) y un catálogo de firmas diferentes que proponen relatos disimiles y estilos estéticos únicos: niñas que adoptan murciélagos y sueñan con el día en que ya no deban esconderse, vampiras que se arrancan los colmillos pero les vuelven a crecer o protagonistas que no le encuentran el sentido a la eternidad y planean su propio suicidio con estacas o rayos de sol. Amantes que comparten una presa luego de una noche de discoteca y chongas que se lamen los culos intentando no lastimarse con sus peculiares dentaduras. SOY charló en exclusiva con este trío con colmillos sobre el origen de Club Vampire, una obra ambiciosa que las ha vuelto inmortales. 

¿Cómo nació el proyecto Club Vampire?

El proyecto empezó como algo más personal. Teníamos cada unx nuestrxs personajes vampirxs con sus historias particulares que veníamos desarrollando individualmente y queríamos fusionarlxs en una historia común. En el momento lo único que se nos ocurrió fue que crearan un club para vampirxs "perdedores", ya que se trataba de parejas queer fuera del molde hegemónico. Comenzó a crecer un imaginario donde la sociedad vampírica replicaba las modalidades de nuestra sociedad, con su propia lucha entre grupos opresores y grupos oprimidos. Queríamos salirnos de la figura de vampiro que estamos acostumbrades a consumir, tomar las cosas que nos gustaban como base y apropiarnos de esa figura para usarla a nuestro favor, contraponiéndola a nuestra propia reconfiguración. Entonces nos dimos cuenta de que ese imaginario era muy rico para invitar a otras personas a sumarse al proyecto y abandonamos la idea de una historia común para desarrollar pequeñas historias unitarias y autoconclusivas que pudieran recopilarse en publicaciones periódicas para hacer algo más grande. 

¿Cómo se conocieron y de qué se ocupa cada unx en el armado de la revista?

Gala (24 años, conocida por firmar como Covvabunga) y Nadia (26 años, alias Prosdzpekt) son chilenxs y se conocieron en la escuela. Poco después empezaron a salir y migraron a Argentina juntxs para estudiar. Catalina (26 años, quien firma como Cloroflex) conoció primero el trabajo de Gala por redes sociales y después de conocernos las tres en persona nos pusimos de novias y empezamos a convivir. Las tareas no están demasiado delimitadas, como vivimos juntxs todo se hace más orgánico. En general Catalina se encarga del manejo de redes y mail, Gala del diseño y Nadia la diagramación. Lxs tres colaboramos en el armado y la convocatoria, la decisión de qué artistas invitar, y también tratamos de hacer una colaboración para cada número. 

¿Por qué les interesó la asociación diversidad y vampirxs?

Somos fans de lxs vampirxs, pero como en casi todos los medios y dentro de todos los géneros que consumimos, reconocimos arquetipos en los que no cuadrábamos, que no nos interpelaban, ni siquiera nos interesaban. Queríamos demostrar que se podía hacer historias de vampirxs fuera de lo heterocis-hegemónico. El género demostró ser súper flexible para hablar de todas las temáticas que nosotrxs y nuestrxs invitadxs queremos abarcar, aunque nos gustaría ampliar más el panorama y despegarnos de algunos lugares comunes. 

En un momento donde en la historieta argentina contemporánea abunda la viñeta autobiográfica realista ustedes apostaron a la representación de género. ¿Qué ventajas narrativas y creativas tiene el género, los monstruos, para narrar historias?

Queremos encontrar representación en todos los géneros que nos gusta consumir. Que no se pueda clasificar la historieta queer o diversa, sino que se encuentren personajes queer y otras disidencias en cualquier parte, sin que sea el tema central de la trama. Hoy por hoy entendemos la necesidad de encarar la representación de la forma más directa posible, y con lxs vampirxs pasa que podemos usarlxs fácilmente como metáfora o alegoría. Se puede hacer una historieta perfectamente autobiográfica o se puede elegir cualquier otro género: aventura, romance, terror... En los tres primeros números se encuentra mucha representación de vínculos afectivos queer, pero mucha diversidad en la forma de contarlo. En lo personal, a nosotras nos gusta escribir y dibujar historias de otra temática en las que se involucren personajes disidentes.  

¿Cuáles son sus influencias dentro del subgénero de lxs vampirxs que lxs enamoraron de estos personajes?

Tenemos influencias desde muy chicas, quizás todo lo que nos mueve es la nostalgia. Nos encanta el cine, películas como Lost Boys, Only lovers left alive, Criatura de la noche, What We do in the Shadows, y en tv Buffy la Cazavampiros. También consumimos muchísimo manga y animación, entre nuestros favoritos están Blood +, Vampire Hunter D, y hasta mangas cómicos e infantiles como Cowa de Akira Toriyama. Básicamente consumimos cualquier cosa que incluya vampiros, incluso fuimos fans en la adolescencia de la saga Crepúsculo y animés vergonzosos como Vampire Knight, Trinity Blood o Hellsing, algunos de las cuales si volviéramos a ver ahora nos horrorizarían. En cuanto a literatura, hasta el día de hoy seguimos siendo fielmente fanáticas de los libros de las Crónicas Vampíricas de Anne Rice. Esta saga en particular nos llama porque tiene algo más de representación queer, si bien Blood + nos pegó más porque su protagonista es una chica que pelea con katana. 

¿Cómo se plantean la edición en cada número?

Todavía no somos muy madurxs como editorxs y en general le damos total libertad a lxs autores respecto a la temática. Siempre pedimos que nos muestren un borrador de la idea para asegurarnos de que se incluya siempre un personaje no hegemónicx y de que la revista esté libre de contenido machista, misógino, transodiante, enebeodiante, biodiante, homoodiante, gordoodiante, clasista o racista. Tratamos de abarcar todas las aristas de los grupos que generalmente no se ven representados en los medios hegemónicos, pero estamos en permanente crecimiento.