cuando yo esté muerta un libro va a llevar mi nombre

se llamará obra completa porque nunca más

podré agregar una línea

y ahí estará mi muy primera juventud

las etapas intermedias

poemas sueltos de un momento de ilusión

la última pasión antes de volver a la verdadera

se darán cuenta de que este monumento

estuvo hecho de grietas

que no se vieron

y de cariños que nunca olvidó

crearán un personaje de papel

después de todo

tal vez sólo fui eso

una mujer que solo tomó en serio su compromiso con

   unas ideas

un hombre

y las palabras 

                                                         ***

 

 

después de la historia y ya casi

después de mí

hay que volver a escribir

sacudamos la cabeza

como quien cambia el color y el corte de pelo

seguir escribiendo

cuando el lobo ya no muestra las orejas sino la sonrisa

cuarenta años después me dijo

te recuerdo riéndote en la librería

seguir escribiendo

sin volver a un lugar en el que ya no estamos

como esta muchacha que rie intocada en un recuerdo

                                                      ***

 

pocas venganzas hubo

ella entrando en el Colón vestida de Dior

pero en general nos dijeron mil veces

teoría lucidez análisis

no hay que tener sentimientos primitivos

los sueños incumplidos sólo sirven

para el recuerdo

no hay sueños incumplidos en la lucha

no hay sueños incumplidos en la historia

yo soy sujeto de esa historia

atrás evocaciones nostalgias

yo estoy escribiendo

con los pocos años que me quedan

la historia de mi vida y en mi país

 

En sus últimos dos años -y antes también- Juana Bignozzi escribió este libro. Fueron años tristes, marcados por la muerte de su marido, Hugo Mariani, en 2013, y algunos problemas de salud que postergaron indefinidamente cualquier compromiso que tuviera pendiente. Este libro era, sí, su último libro, del que hablaba, el que siempre estaba “casi listo”, pero al que aún le faltaban unas últimas correcciones. Hay que saber que –justamente- Hugo era de profesión corrector y su mirada siempre pasaba por los poemas de Juana antes de ser entregados a una editorial.

Una decisión era clara: si bien por su edad y trayectoria ya estaba en el horizonte la idea de hacer una obra completa donde se incluyeran todos sus libros, Juana prefería esperar. Sacar primero este y dejar esa demanda para más adelante. En la disyuntiva entre mostrar poemas nuevos y mostrar su lugar definitivo en la poesía argentina con un volumen conclusivo, Juana elegía sin dudarlo la primera opción. Esto revela varias cosas, pero fundamentalmente la vitalidad enorme con que esta poeta abordaba su oficio. Para ella siempre se trataba de un nuevo combate, de una apuesta mayor. A su modo de ver, editar una obra completa equivalía a poner un punto final en su poesía y ella no pensaba hacer tal cosa. Quizás por esa razón los poemas de este libro, como los de casi toda su obra, tampoco tienen puntos finales. Es que Juana siempre estaba escribiendo. En papelitos, en el costado de una revista, en la parte de atrás de un sobre usado, en las orillas de un diario, tal como dice un verso suyo. Todos estos papeles quedaron en lo que era su escritorio y constituyen las pruebas de su modo de escribir. Un archivo que está actualmente constituyéndose.

Es por todo esto que luego de su muerte –el 5 de agosto de 2015- con algunos amigos suyos decidimos sacar este libro solo y no incluirlo como una sección de una obra completa. Para que sea tal y como ella quería, de forma independiente. Como el último disparo, la bala de plata, antes de la despedida.

 

Fragmento de la “Nota preliminar” escrita por Mercedes Halfon para la edición de los poemas inéditos de Novísimos que acaba de publicar Adriana Hidalgo.