Los aumentos a las familias que reciben la AUH, jubilados y pensionados de bajos ingresos junto al bono para trabajadores del sector privado, conforman el reciente paquete de medidas lanzadas por el flamante gobierno

Desde la perspectiva del oficialismo, la inyección de recursos en la base de la pirámide social impulsará el alicaído consumo encendiendo los motores de la economía. Así lo manifestó el Frente de Todos en las redes sociales, calculando en “100 mil millones pesos” dichas transferencias que empiezan “por los últimos, pero para llegar a todos”.

En oposición a la ortodoxa teoría del derrame, el gobierno de Alberto Fernández apuesta a empezar llenando las copas de los de abajo, sin lo cual nada venderían los propietarios de las fábricas de copas y de bebidas.

Esa política de “inyectar” dinero para el consumo fue criticado por economistas ortodoxos y medios opositores. Uno de ellos llego a clasificarlo de “plan maquinita de Alberto, que mete miedo en los mercados”. 

La idea de la “maquinita” es una construcción ortodoxa, que trae a la mente conservadora la imagen de presidentes populistas dándole a la manija de una pastalinda con la que se imprimen billetes. Esa imagen sobrevive el adelanto técnico de las modernas máquinas de impresión de billetes, y recrea una imagen grotesca que busca ridiculizar las políticas de ampliación del ingreso y del consumo fantaseando con una precaria “maquinita” que expande su precariedad a la calidad de la mano gobernante que la dirige.

Tan poco importa la realidad, que los críticos no contemplan que el programa anunciado por Alberto Fernández no implica emisión monetaria. Los adelantos de salario a los trabajadores del sector privado deberán ser abonados por los empresarios del sector. Por su parte, el aumento a quienes perciben AUH, pensiones y jubilaciones de bajos ingresos fue lanzado junto a un paquete de medidas (actualización de retención, modificación en Bienes Personales, mantenimiento de aportes patronales, cambio de fórmula de actualización de jubilaciones) que lejos de acrecentar el déficit público, lo reducen. 

Según estimaciones del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz, el paquete de medidas contenido en la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva en el marco de la emergencia pública implican un ahorro fiscal de 2,3 puntos del PIB.

Si se genera un ahorro fiscal, ¿cómo puede incrementar la demanda y encender los motores de la economía? Es sabido que si se distribuyen recursos desde los sectores medios-altos y altos hacia los bajos, los primeros no reducen su consumo ya que sostienen su estándar de vida reduciendo su ahorro; mientras los segundos lo incrementan. 

Hacia adelante, la perspectiva oficial es que el incremento de la producción motivado por ese impulso al consumo, termine expandiendo también los ingresos de los sectores medios y altos inicialmente reducidos. Es decir, la redistribución más equitativa de la torta sería la condición para que la torta crezca de manera tal, que al final de cuentas, todos liguen una porción mayor a la que tenían inicialmente.

@AndresAsiain