El secretario de Estado Mike Pompeo anunció cómo Estados Unidos va a contestar el ataque con misiles iraní a una base en Irak. En conferencia de prensa con el secretario de Estado Steven Mnuchin, Pompeo anunció más sanciones económicas contra Teherán, algo que no impresiona mucho porque los iraníes ya sufren drásticas sanciones ordenadas hace años por el presidente Donald Trump. Esta vez, la idea es sancionar a quien venda insumos para la industria de la construcción, la minería o la actividad textil. Pompeo también dijo que no tiene ningún apuro en retirar las tropas norteamericanas de Irak y rechazó el pedido de Bagdad de comenzar a negociar una salida.

La reacción ante el anuncio de nuevas sanciones fue la esperada, una de indiferencia, ya que la economía iraní tuvo ya un año desastroso por las sanciones anteriores. Excepto por un remoto efecto sobre inversores rusos o chinos en los sectores ahora castigados, las sanciones aparecen como una manera de responder al ataque iraní, que no causó bajas, de un modo que no escale el enfrentamiento. De hecho, es muy posible que se haya llegado al techo del daño posible que EE.UU. le puede causar a Irán por vías económicas.

Pompeo fue mucho más específico y asertivo al defender el asesinato del general Qassim Suleimani en territorio iraquí. “Sí teníamos información de una amenaza inminente, y esa amenaza incluía ataques a embajadas de Estados Unidos. Punto, final”, dijo el secretario de Estado. El funcionario no repitió la acusación de su presidente de que Suleimani planeaba atacar la embajada en Bagdad, pero lo defendió de sus críticos demócratas. La oposición duda mucho de la versión oficial de que el general iraní tuviera planes tan inminente, a lo que Pompeo contestó que “no sé exactamente en qué minuto, no sé exactamente en qué día iba a pasar, pero era muy claro que Suleimani en persona estaba tramando un ataque a escala contra intereses norteamericanos y que ese ataque era inminente”.

“Había vidas de compatriotas en riesgo. Si no actuábamos hubiera sido negligencia culposa”, agregó Pompeo, que dijo que todo esto había sido informado en detalle al Congreso. Pero los diputados de oposición repitieron que la información que les había dado el gobierno era “difusa”, sin detalles. Un diputado demócrata contó que la reunión con los funcionarios del gobierno había sido “una clase de historia” de bajo nivel, “lo que uno puede leer en Wikipedia”.

Lo que quedó en claro después de los anuncios de Pompeo fue que Estados Unidos no va a levantar la presión contra Irán, al menos de inmediato. Una de las razones que explican tanta cordura es que Trump hizo casi imposible que su gobierno consiga apoyo internacional para sancionar o atacar a los iraníes. El descreimiento hasta de los aliados más cercanos haría necesario que Washington compartiera inteligencia militar detallada sobre Suleimani, cosa de convencerlos, y muchos dudan que esa información pudiera ser convincente. La misma regla, y el mismo riesgo, se aplican a pedir sanciones internacionales a través de las Naciones Unidas.

Quedarse en Irak

Donde Pompeo fue firme fue al rechazar el pedido del primer ministro iraquí Adel Abdul Mahdi para negociar el retiro de tropas norteamericanas de Irak.Mahdi pidió públicamente el viernes por la mañana que Washington mandara una delegación para fijar un calendario para la retirada de los 5200 efectivos que quedan en su país. “Queremos seguir discutiendo con los iraquíes sobre cuál es la configuración óptima, pero vamos a continuar nuestra misión”, dijo el secretario de Estado. ”Si con el tiempo las cosas cambian y podemos cumplir nuestra misión con lo que el presidente y yo creamos que es la estructura óptima, con la menor cantidad posible de recursos, así lo haremos”.

El pedido iraquí es resultado del ataque a Suleimani en pleno aeropuerto de la capital y sin aviso al gobierno local. Dos días después, el domingo pasado, la legislatura de Irak votó solicitar el retiro de las tropas extranjeras, algo que el premier Mahdi todavía no firmó porque intenta negociarlo pacíficamente. Según la oficina del premier, Mahdi recibió una llamada de Pompeo el jueves a la noche y le transmitió su insatisfacción con el hecho de que los norteamericanos tengan una estrategia militar inconsulta con su gobierno.

La respuesta de Washington vino a través de la vocera del departamento de Estado Morgan Ortagus, que explicó que “nuestra presencia militar en Irak es para combatir a Isis y, como dijo el secretario, para proteger a los norteamericanos, a los iraquíes y a los aliados. En este momento, una delegación que visite Bagdad lo haría para discutir cómo mejorar nuestra alianza estratégica, no para hablar de retiro de tropas”.

“Lo que sí hace falta es tener una conversación entre los gobiernos de EE.UU. e Irak sobre varios temas además de la seguridad, sobre nuestra asociación financiera, económica y diplomática,” agregó Ortagus. “Queremos ser un amigo y un socio de un Irak soberano, próspero y estable”.