Se trata de uno de los guionistas más lúcidos y personales de la historieta argentina. Su obra reúne títulos de valía como Fantaciencia, Astika, El Hombre Primordial, y la reciente Monarch. Un plantel de dibujantes cuidadosamente elegido lo acompaña. El nombre de Mauro Mantella ya es sinónimo de una trayectoria constructora de mundos, en donde las alteraciones temporales, los superhéroes creíbles, las angustias metafísicas, se tocan en la necesidad de contar historias.

Es para destacar que el sello rosarino Rabdomantes se encargue de rescatar buena parte de sus historietas. Lo hizo con El Hombre Primordial, pronta a convertirse en un clásico moderno (si es que ya no lo es). La tirada se agotó. Hubo también un tomo recopilatorio de historias breves: Ucrónicas. Y ahora se suma Bizancio Integral, con la totalidad de las aventuras realizadas alrededor de Marcos Bizancio, un investigador ligado a lo sobrenatural que no esconde su admiración por John Constantine -“el mejor personaje jamás creado”, dice Mantella-, mientras urde una cosmovisión cercana, de verosímil autóctono. La portada de Diego Yapur es sencillamente extraordinaria. Y cumple en su cometido de dar otra entidad músico-física a Bizancio, aquí más cercano a David Bowie, a diferencia del Sting que inspirara al Constantine del inglés Alan Moore.

Portada, por Diego Yapur

“A través de las ediciones de Rabdomantes, siento que encontré lectores un poco más en sintonía con lo que yo escribo, tengo esa impresión. Tal vez los chicos que me leyeron en su momento en (revista) Bastión, en (las historietas) Genoma, Astika, estén ahora más próximos, por ser más grandes. En aquel entonces, cuando arrancamos, todavía había como una especie de enlace a la historieta argentina más clásica, la de (revista) Fierro y (editorial) Columba, cuando tal vez mi estilo era un poco cipayo para esa época. Me parece que la sensibilidad del lector del presente calza más con la mía”, le explica a Rosario/12 el guionista.

--Es cierto que el vínculo con el público lo da el tiempo.

--Es placentero, y es una alegría muy particular. No me gusta recalcarlo porque pareciera que hay un deje pedante, pero por suerte siempre sentí que a la mayoría le gustaba lo que hacía. Uno trata de ser prudente y estar atento a la crítica del público, no por ego sino para saber si uno es un loco más o si hace algo más o menos decente. Fui bastante mimado por la crítica desde que arranqué, pero a pesar de eso sentía que si bien mis historias gustaban lo que yo quería que le llegara a la gente no se cumplía. Ahora lo estoy sintiendo de un modo maravilloso; como sucede con Fantaciencia, me encuentro con gente que me dice que es su preferida.

"Uno trata de ser prudente y estar atento a la crítica del público, no por ego sino para saber si uno es un loco más o si hace algo más o menos decente"

--En Bizancio hay algo esencial: ser verosímil con cuestiones fantásticas cercanas.

--Ése era el móvil principal, más allá de sacarme las ganas de escribir una copia del mejor personaje que jamás existió (John Constantine), pero tratando de evitar esos lugares comunes tan fuertes en los que casi todos caen cuando se ponen a escribir acá. Fue un experimento que milagrosamente salió más o menos bien. No sé bien qué hice, porque todo ejercicio artístico es en un 90 por ciento intuición artística, pero logré encontrar el ángulo argentino sin caer en un costumbrismo forzado, sin que todo el mundo hablara como un futbolero en una pizzería. Creo que si tuve un acierto fue el de enfocar en un argentino promedio, pero como si fuera (Alejandro) Dolina: un tipo culto pero equilibrado con la viveza.

"Logré encontrar el ángulo argentino sin caer en un costumbrismo forzado, sin que todo el mundo hablara como un futbolero en una pizzería"

--En relación al Integral, la historieta Punta Baja oficia como piedra angular de Bizancio.

--Es allí donde me pude explayar, estirar las piernas del personaje y encontrar una voz. La historia me salió extraña, en el sentido de que yo le doy más atención a la narrativa y acá la encaré más relajado, concentrado en los personajes y el diálogo, dejando la mayoría de las decisiones narrativas a Sergio Monjes, en quien encontré al dibujante ideal. Son los diálogos que más me gustan de los que hice en mi carrera. Siento que fue paradójico, porque tengo la tendencia a escribir de manera genérica, en ciudades poco específicas, en un neutro con bemoles. Y descubrí que al escribir en “argentino”, los diálogos me quedaban más naturales. Cuando vuelva a Bizancio voy a seguir con ese estilo.

--En Punta Baja hay una atención a la narrativa, al montaje, que deja percibir lo obsesivo que sos en la organización de la historia.

--Traté de no abusar y poner flashbacks del modo más simple y sobrio posible. El dibujante tuvo muchas decisiones, pero no puedo evitarlo, mi estilo creció o se torció para ese lado: lo que me da placer es ser parte de las decisiones narrativas. Monjes hizo un laburo maravilloso, es alguien que podría dibujar una etapa de Hellblazer tranquilamente. Tuve bastante debate con la anteúltima página, con esas cinco viñetas: durante una hora pensé en cómo las disponía para el mejor efecto; pero bueno, es una locura mía. Siempre se trata de encontrar un flujo armonioso. Como decía Kubrick, lo primero a tener en cuenta es que fluya bien, como si fuera una obra musical; la estructura y el contenido vienen después.

-El plantel de dibujantes que te acompaña, y no sólo en Bizancio, es siempre admirable.

-En ese sentido tuve mucha suerte. Desde el principio entendí algo fundamental, cuanto mejor sea el dibujante más inteligente va a parecer el guión (risas). Que alguien te cristalice de modo brillante lo que imaginás es maravilloso.

Algunas de las obras de Mantella pueden leerse en http://www.stonebotcomics.com/spanish.html . En lo inmediato, el guionista se encuentra enfrascado en Lost Word, “una obra de superhéroes en los años ’40. Era un plot que tenía en un cajón durmiendo hace unos 15 años; una historia que había preparado para mandar a DC, cuando creía que era fácil conseguir trabajo en DC (risas). Ante la insistencia de un amigo, estoy cambiando un poco los personajes; y tenía razón, funciona. Encontré a un dibujante adecuado, Darío Bustamante, y está quedando lindo, especial. Estoy entusiasmado, sobre todo porque después de terminar Monarch, hace unos meses, quedé como drenado, sin ganas de escribir. Este es el cómic ideal, y me está ayudando a arrancar el tren de vuelta”, concluye.