¿Salvar o no salvar a Vicentín y cómo hacerlo? Esa es la pregunta central en esta segunda quincena de enero. Febrero está a días nomás, y con el segundo mes del año termina la feria judicial. Y cuando se habla del fin de la feria judicial a la gran mayoría de los acreedores les corre un frío por la espalda, porque si el gigante agroexportador de capitales se concursa, profundizará el daño generado desde el 6 de diciembre, cuando comunicó la situación de “stress financiero” que en la práctica no es más que declararse en default, es decir no poder pagar sus deudas en tiempo y forma.

Lo acreedores son acreedores y quieren cobrar. Desde grandes acopiadores y corredores de granos hasta productores, muchos de los cuales ven en riesgo su propia supervivencia. Detrás de ellos hay un entramado gigantesco de empresas de servicios, logística, comercio y pequeñas industrias que están aguantando la situación, sin poder cobrar y en consecuencia sin poder pagar, a la espera de una salida que nadie sabe si llegará, o si tendrán que ir a los Tribunales de Rosario a ponerse en la cola para verificar deudas.

Como se ve en la información adjunta las acreencias son de las más variadas, con bancos nacionales y extranjeros a la cabeza que financiaron la expansión de los últimos años. Sin embargo, hay una deuda clave, que son los 18.372 millones de pesos con el Banco Nación, que representa el 78% de todo su pasivo con entidades financieras locales.

Los detalles de cuándo y cómo el banco de todos los argentinos le prestó semejante cifra no se conocen aún, pero en los corrillos del mercado nadie deja de recordar la militancia y los aportes económicos del hombre fuerte de Vicentín y ex presidente de la Bolsa de Comercio, Alberto Padoán, con el macrismo. 

Con el actual gobierno la relación es muy fría, a causa del grave error institucional de Padoán de haber involucrado con la suerte de Cambiemos a la Bolsa de Comercio (2015/2019) y a la sociedad con sede en el norte santafesino.

Los bancos acreedores de Vicentín son muchos, pero se sabe que sólo el Banco Nación tiene corazón y patria. Es el único que puede atender razones no financieras. Entre esas razones, junto con Molinos Agro, ACA y AGD son las pocas de capitales nacionales que son parte del complejo agroexportador. Vicentín, además es santafesina. Y santafesina del norte, donde proporcionalmente pesa mucho más en la economía y el empleo que si sólo operara en el Gran Rosario.

Si bien su trama societaria no es diferente a la de multinacionales como Cargill, Glencore, Cofco o Dreyfus, como lo explica el economista Sergio Arelovich (ver aparte), Vicentín jugaba un rol diferenciado en el mercado, adquiriendo mercadería que sus competidores rechazaban o pagando precio sin descuentos cuando el grano presentaba menor calidad. En ese sentido, Vicentín era receptivo de todo tipo de operadores del mercado.

En palabras de una voz que sigue muy de cerca el caso Vicentín: “Tenía un esquema de comercialización que le daba una participación a las empresas que sus competidores no”.

Rosario/12 pudo saber que estos dos aspectos son muy relevantes en el diagnóstico y las consideraciones que sobre la crisis de la empresa tiene el gobierno de Omar Perotti, por estos días preocupado porque no ve claridad en la salida que busca la administración y por la dimensión del daño latente al entramado económico y productivo provincial.

En el gobierno de Omar Perotti hay preocupación por la dimensión del daño latente al entramado económico y productivo provincial

Cabe señalar que no es sólo Vicentín, sus acreedores y los acreedores de éstos. Como se ve aparte, hay 16 empresas controladas muy relevantes en la economía regional y provincial. Aunque la dirección sostenga que su “stress financiero” no afecta a esas firmas, lo cierto es que muchas de ellas fueron adquiridas, se expandieron o se financian gracias a préstamos garantizados por Vicentín SAIC, cuando no por créditos directos de la casa matriz.

Una de las salidas a la crisis es la venta de parte de los activos. Permitiría resolver el problema de la deuda comercial, en particular con los productores que necesitan el dinero para la próxima cosecha, pero profundizaría la concentración del mercado y eliminaría a un actor que, como se contó más arriba, jugaba con una estrategia comercial diferenciada que favorecía a determinados nichos de productores y cooperativas. Quienes ven las cosas de este modo, entienden que Vicentín es un jugador estratégico en el mercado de granos y crushing.

La salida ideal que garantizaría la continuidad de Vicentín es lograr el refinanciamiento de la deuda bancaria, en particular los 18.372 millones del Banco Nación (es el 78% de su deuda financiera dentro del país), para de esa manera aplacar el “stress financiero”, atender la deuda comercial y volver a operar. Este paso requiere, necesariamente, decisiones políticas.

Hay un elemento más en juego. Banco Nación tiene como clientes a muchos acreedores de Vicentín y acreedores de los acreedores de Vicentín. 

Un tema delicado es que no alcanza sólo con la venia de la política. Hay una cuestión de confianza que la excede. Vicentín necesita reestablecer la confianza, porque cuando parece que Vicentín recibe granos, en realidad recibe confianza. Y cualquier productor, corredor o acopiador pensará dos veces antes de confiarle mercadería, a excepción de que sea la condición para cobrar lo que quedó adentro. Cabe recordar que el mercado está hípersensible: en 12 meses vio trastabillar al gigante de los corre-acopios BLD, y caer a Cereales del Sur y Grimaldi.

Cualquier productor, corredor o acopiador pensará dos veces antes de confiarle mercadería, a excepción de que sea la condición para cobrar lo que quedó adentro

Las nuevas autoridades de Banco Nación (hasta la semana pasada estaba en conformación el directorio) se muestran reticentes a dar nuevas facilidades a un grupo empresario que ya recibió mucha ayuda y que además tiene juicios abiertos con el Estado (ver aparte). En todo caso, un hipotético reperfilamiento de la deuda tendrá como condición de mínima el cambio de la actual administración de la empresa.

La conducción de Vicentín, por su parte, mantiene un sigiloso contacto con sus principales acreedores, como la Asociación de Cooperativas Argentinas y Banco Nación, entidades de productores, entre otros. Las señales aún no son claras sobre una posible salida y los tiempos apremian. La noticia de esta semana es que prorrogó la licencia con el personal de Aceiteros hasta el lunes 3, primer día hábil de febrero. ¿Podrá Vicentín anunciar ese lunes que alcanzó un acuerdo privado con sus acreedores, que empieza a pagar la deuda comercial y se reestablece el flujo de mercadería para poner en marcha sus plantas procesadoras? ¿O será el lunes negro de los Tribunales comerciales?