A raíz del brutal asesinato de Fernando Báez en Villa Gesell a manos de un grupo de 10 rugbiers de Zárate, se generó un debate nacional sobre las características que envuelven a un deporte que a primera mano parece elitista y violento pero orgulloso de los valores que pregona. Un sector de los medios y de la sociedad encontró en el rugby un responsable de la agresividad con el que este grupo de asesinos le quitó la vida al joven de 19 años, que se justifica también en una repetición de casos de enfrentamientos y golpes protagonizados por hombres que desempeñan "este deporte de bestias jugado por caballeros", según reza una frase popular en ese entorno. Una mirada distinta es la que ofrece a Rosario/12 Leandro Lobrauco, responsable institucional en Rosario de Botines Solidarios , una "organización sin fines de lucro que promueve la convivencia social a través del hockey, el rugby y sus valores", según se presenta en su página web. El ex jugador de Los Pumas trabaja desde 2013 en la ciudad con chicos y chicas de barrios pobres y vulnerables, utilizando al rugby como una herramienta transformadora: "Es una excusa para poder llegar a los chicos con un deporte que es muy inclusivo y que lo pueden jugar todos sin excepción de peso, altura o edad". Al mismo tiempo, destacó que sirve para "darles valores, como el compromiso, el respeto y la responsabilidad", y aseguró que durante estos años el trabajo se pudo traducir en hechos concretos para "poder decir que cambia vidas, que transforma y que educa".

Ante el contacto de este diario, Lobrauco sintió primero la necesidad de repudiar lo acontecido en la costa argentina y consideró que es un reflejo de una sociedad violenta y no de un deporte: "El rugby es un complemento más y no se puede atribuir que sea culpa de un deporte sino que son muchos factores, hay muchas cosas que hay que contemplar, como por ejemplo la educación que viene desde la familia". Además, agregó que "cuando pasan casos así nos entristece y nos duele mucho, porque se generaliza de tal manera que tapa todo el movimiento positivo que tiene el rugby". Para justificar su postura, el ex jugador de Atlético del Rosario explicó que una de las particularidades de este deporte es que al ser de contacto y de mucho choque los límites son muy fácil de traspasarlos y por eso "se enseña a respetar las normas a través de los clubes y también con las sanciones reglamentarias porque, por ejemplo, si un jugador le pega una patada en la cabeza a un rival se lo pena con 99 años y el que lo hace no juega nunca más". Sin embargo, ante los ejemplos recurrentes de jugadores que fuera del ámbito deportivo se trenzan en peleas violentas, reconoció que "siempre hay cosas para mejorar y corregir, ya que la sociedades y las relaciones van cambiando". 

Otra forma que encuentra Lobrauco para reivindicar al rugby es mediante su participación diaria en Botines Solidarios, en donde trabajan con una lógica inversa a la que se plantea actualmente: sacar a chicos de ámbitos violentos a través del deporte. Esta experiencia surgió en 2009 en Buenos Aires por iniciativa del ex jugador de Los Pumas, Nani Corleto, y llegó a la ciudad en 2013 a través de Lobrauco. Actualmente, Botines esta presente en cinco barrios de la ciudad (Parque del Mercado, Municipal, Las Flores, Polideportivo Deliot y Stella Maris) y cuenta con más de 80 chicos de familias humildes que encontraron en el rugby una manera alejarse de los flagelos que muchas veces caracterizan a los sectores olvidados de la sociedad. En ese sentido, el responsable local destaca que entre los chicos que participan encuentran "un montón de valores muy positivos" y su tarea pasa por "mostrarles que la violencia no es el camino y lograr que ellos a partir de pertenecer a un equipo se sientan importantes, sientan que son una pieza fundamental como es en el rugby donde todos son importantes, ningún jugador es más importante que todo el equipo junto". 

Por otro lado, Lobrauco aclaró que no solo se trabaja en el aspecto deportivo sino también en la parte humana: "Nosotros entrenamos los valores de la misma manera que enseñamos a pasar o patear bien una pelota; entrenamos el compromiso, el respeto y la responsabilidad que también se pueden ir mejorando. La idea es educar con la excusa de jugar al rugby". Un ejemplo de esto es el ritual que realizan al finalizar cada entrenamiento, que consiste en una ronda de autoevaluación de la que participa también un trabajador social: "En ese momento cada uno se evalúa a si mismo y evalúa al equipo en conjunto. Al principio los chicos no le daban importancia o no le prestaban mucha atención y después empezaron a reflexionar y a tomarlo como un momento para compartir con los compañeros sus realidades". En esa línea, resaltó que "a través de la oportunidad del rugby pueden llevarles "otra visión de sus potenciales y de sus posibilidades de ver la vida".

En otro orden, Lobrauco consideró importante desligar al rugby de un ámbito elitista y opulento para poder romper con las barreras sociales, y por eso remarcó que el equipo de Botines Solidarios ya jugó partidos amistosos con todos los clubes de la ciudad e incluso tuvieron encuentros con una escuela de Inglaterra y con el plantel de Racing de París. Además, ya tienen previsto para el próximo 5 de febrero recibir a otro equipo de Francia que va a pasar por el Polideportivo Parque del Mercado.