Los blanqueadores blanquean fortunas mal habidas. Pero creen que además pueden hacer lo mismo con su imagen. En el caso de la FIFA y Macri este segundo paso es imposible. El ex presidente ni con hectolitros de quitamanchas podría limpiar su trayectoria de político y empresario. Al endeudador serial de la nación –que le dio la espalda en agosto y octubre–, ahora le mostró su rechazo el fútbol argentino todo. O sea, el lugar desde donde inició su meteórica carrera. El nuevo responsable de la Fundación controlada por la corrupta federación internacional –recuérdese el FIFAGate de 2015– se integró a una organización de gerontes salpicados por sospechas comprobadas de sobornos.

No queda del todo mal en ese contexto. No es que le confirieron el Nobel de la Paz o un reconocimiento a la transparencia internacional. Tampoco es la primera vez que Gianni Infantino lo distingue. En 2019 le otorgó el Premio Living Football. 

Esto que pasó es como explicar, esta presunta distinción, con aquella frase coloquial "dime con quién andas y te diré quién eres". O sea, está bien verbalizar la crítica a la decisión de una FIFA amañada y sin pudor, pero no tiene demasiado sentido flagelarse. Es la FIFA, no es una organización benéfica de intachable reputación.

Quienes cuestionaron con incredulidad y repugnancia la elección de Infantino basándose en razones políticas (el país destruido que dejó Macri, los argentinos con hambre, una educación devastada y la salud sin recursos) tienen razón. Porque presuntamente el organismo que encabezará Macri persigue como objetivo "contribuir a la promoción de un cambio social positivo".

Pero a la FIFA poco le importan los estados y sus gobernantes salvo cuando organiza sus Copas del Mundo. En ese momento es cuando empieza un juego de seducción para que los países carguen con los costos más altos de las obras de infraestructura carretera, aeropuertos, grandes estadios y hotelería para que se garantice el espectáculo. Ahí es cuando la FIFA se asocia sin analizar quién gobierna. Sí es un genocida como Videla en el Mundial de 1978 o Trump en el del 2026, el presidente del estado terrorista "número uno del mundo" según dice el célebre lingüista estadounidense Noam Chomsky.

Macri es un ex gobernante, ni siquiera un ex presidente respetado por sus políticas, ni tampoco un dirigente futbolístico en activo. Eso hace más sospechosa su designación porque la Federación de fútbol no da puntada sin hilo. Por el momento no se puede medir el alcance de esta movida que dejó perplejo al fútbol argentino. Porque el hombre reconocido por la FIFA intentó rifar las instituciones deportivas de su país y hundió a los clubes de barrio con tarifas de estratósfera. Habrá que esperar un poco más para saber de qué se trata todo esto.

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