Cuando pases sobre mi tumba es una obra escrita con sangre, en sentido literal: el director y dramaturgo uruguayo Sergio Blanco -de renombre mundial- utilizó el polvo de sangre de un toro que murió en una corrida. Todas las mañanas durante un mes y medio se despertaba a las 4, lo diluía y escribía a mano por siete horas. “Hacía tiempo que quería escribir con ese líquido que da vida”, dice horas antes de que el espectáculo, que estrenó en Montevideo y se vio también en Santiago de Chile, se presente en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires.

Cuando pases sobre mi tumba continúa en la línea de la autoficción que el autor abraza desde la célebre Tebas Land -que fue suceso en Buenos Aires-. Pone en escena los últimos días de su vida.  “Habla de lo que llamo la erótica de la muerte”, anticipa. Reúne “dos grandes temas”: el suicidio asistido y la necrofilia. Transcurre entre Ginebra y Londres. Un personaje que opera como alter ego del director viaja a Ginebra a una clínica de eutanasia para organizar su suicidio. También a Londres para visitar, en un centro psiquiátrico, a un joven necrófilo a quien donará su cadáver. Los intérpretes son Alfonso Tort, Gustavo Saffores y Enzo Vogrincic. El espectáculo se puede ver este jueves, el viernes y el sábado a las 19 en el Teatro San Martín (avenida Corrientes 1530).

“Durante un mes y medio mis manos estuvieron manchadas de sangre. Escribí de la misma manera que se escribieron los grandes textos de literatura universal. Así, a mano, escribieron Shakespeare, Molière, Dostoyevski, Sor Juana Inés de la Cruz. Me emocionaba saber que estaba recuperando un gesto de escritura que se inscribe en una herencia que hemos cortado”, dice Blanco, que estudió filología clásica. Otro material con dramaturgia suya que llegará a la cartelera porteña es Kassandra, con dirección de Sergi Belbel e interpretación de la catalana Elisabet Casanovas (Tania de la serie Merlí). Esta desmitifación del mito de Casandra es una de las obras del Festival Temporada Alta, en Timbre 4 (viernes 7 y sábado 8 de febrero en México 3554). El autor la considera una “puesta extraordinaria”, con un trabajo “magistral” de Casanovas. “Hay 17 Kassandras. No hay una de la que no me haya enamorado, pero ésta es particular: Sergi, como gran dramaturgo que es, supo leer aspectos que no han leído en otras versiones”, elogia Blanco, que vive en París y se instaló por estos días en Buenos Aires.

-¿Por qué decidiste escribir con sangre?
-Quería buscar una escritura performática. Lo primero que pensé fue en escribir a mano. El tiempo es otro. La escritura se transforma en un procedimiento de dibujar una a una las palabras. Borrar no es lo mismo, no es suprimir sino manchar la hoja. En un momento quise hacerlo con mi propia sangre pero era muy complicado, entonces decidí hacerlo con sangre de toro. Mi escritorio se transformó en un taller plástico. La sangre la tenía que diluir de mañana bien temprano. Había que prepararla, ponerla en el tintero, tenía distintas plumas. Además, escribí en cinco cuadernos especiales que hice traer de Florencia, de la papelería que abastecía a los Médici. Fue un proceso exquisito, casi de ritual. Hacía más de 30 años que no escribía a mano. Siempre hay una relación entre la forma y lo que la obra dice. Es el famoso vínculo entre continente y contenido, que son un poco la misma cosa. Víctor Hugo decía: “la forma es el contenido que sube a la superficie”. Como el tema de la obra es la erótica de la muerte, quería escribirla en un formato en que el tiempo y el cuerpo estuvieran comprometidos.

-¿Intentaste plasmar una arista diferente sobre este tópico, recurrente en tu obra?
-El arte siempre habla de dos grandes temas, “estoy enamorado” y “tengo miedo de morirme”. Las dos grandes pulsiones que sustentan la experiencia humana, Eros y Thanatos; las pulsiones de amor, deseo, pasión y sexualidad y las ligadas a la violencia, la muerte, el perecer. Quería juntar el tema de la muerte con el Eros, buscar su liviandad y belleza. Gente del público me ha dicho: “es una obra que da ganas de morir”. Me parece hermoso. Todos vamos a pasar por esa cita. Me han dicho que el tema de la necrofilia es original, pero está presente en la literatura universal, en las mitologías y en los cuentos para niños. Es mucho más complejo que copular con un muerto. Es la erótica que puede despertar la idea de que vamos a morir.

-¿Por qué continuás explorando en la autoficción?
-Me interesa trabajar con mi propia experiencia, mi cuerpo, mi historia, pero siempre para contar la de los demás.
Es la mezcla de relatos biográficos verdaderos y ficticios, pero no para encerrarse en un canto ególatra al yo, sino para tratar de entender el mundo y la historia de los demás. Lo interesante es conectar mi lágrima con el diluvio.