"¡Que nunca más haya otro Fernando!", reclamó Graciela, madre del joven Fernando Báez, asesinado el 18 de enero pasado por un grupo de rugbiers, durante la segunda movilización para reclamar "justicia" por su asesinato. 

Graciela encabezó una marcha de velas junto con Silvino, padre del joven, y Julieta, su novia, a la espera de que el Poder Judicial defina la situación procesal de los imputados, que permanencen detenidos en el penal de Dolores. 

La marcha, convocada por familiares de víctimas, se realizó en Parque Rivadavia, en el barrio de Caballito, y se replicó en otras ciudades del país. "Quiero pedir justicia por mi hijo, no se merecía esto que le hicieron", lamentó Graciela, midiendo las palabras para evitar el llanto, tal como se la vio una semana pasada en la primera concentración hecha en la puerta de la casa de los Báez. 

"No saben lo que extraño en mi casa. Cuando escucho la puerta pienso que va a entrar y él no aparece", relató la madre del joven al centenar de personas que acompañó a la familia, a quienes agradeció por "estar respaldándonos".

"Mi hijo era un chico sacrificado que tenía que tomar dos colectivos para llegar al colegio. Muchas veces se quedaba dormido en el colectivo por estar cansando. Él nunca me defraudó. Era mi compañero y siempre me enseñó", lo recordó Graciela.