Hace pocas noches creí ver a Liliana Porter en Chicago. Le dije a L.: "Mirá, ahí está Liliana Porter! ¿Qué hace acá?" Es un chiste más de los que nos hacemos buscando parecidos entre la gente desconocida: el chiste radica en encontrar el parecido de personas que tenemos alrededor con personas famosas en nuestro mundo: “¡Mirá a Sylvia Molloy!” “¿Qué hace Marilina paseándose en monopatín?” “¿Pero mirala a la Butler con el changuito llego adelantándosenos en la cola del super!” Así profesores, escritoras, artistas, músicas que creemos “cruzarnos” por la calle. Casi todes, claro, lesbianas. Un juego que L. me festeja siempre. 

Pero esta vez no reparé en que Liliana Porter -la artista plástica y fotógrafa, esa que hace unas esculturitas-obras-performances con elementos muy pequeños hasta hacerlos grandes en un recorrido, la que monta escenas emocionantes como la que presentó hace un tiempo en Buenos Aires “El hombre con el hacha y otras situaciones” en la que un hombre diminuto está hachando pequeñísimos pedacitos de un río de cosas extendido como una estela hasta llegar a unas sillas y un piano enorme que crecen o decrecen no se sabe- esa misma Liliana Porter vive en EEUU y de hecho podía ser ella. 

Eran los primeros días de enero y estábamos en un bar escuchando blues. Me parece que es ella de verdad me dijo L. y puede estar con Ana Tiscornia. Era cierto, la acompañaba una mujer que podría ser Ana Tiscornia con quien hace poco publicó un libro de diálogos por editorial Excursiones. Si es ella no hay chiste, le dije y empiné el white russian que hacen especialmente rico en ese bar, uno en una esquina del centro de Chicago que tiene una enorme cantante pintada en su medianera. Mientras fumábamos afuera vimos salir a (las posibles) Liliana y Ana, super jocosas con un amigo metiéndose al auto, y reímos nosotras también. "¿Sería o no sería?" No importa, porque si  hubiera sido ella, yo no me habría acercado igual, le dije a L, y ahora prefiero creer que no era, pero es la excusa del parecido la que nos hizo pensar en sus obras, especialmente en esa obra en la que una mujer diminuta teje una suerte de pullover rojo (una referencia a Berni tal vez). 

Volvimos al hotel y buscamos fotos de esos objetos que van creciendo pero sobre todo buscamos a esas personitas chiquitas que hacen mil trabajos, porque así de chiquita me siento a veces cuando no puedo pedir un trago en un bar o charlar con el barman porque estoy en otra lengua rodeada de otros objetos que tienen sus señas también en otra lengua. Y a veces esos objetos son los que forman la historia de los días cuando después de esa noche, casi al día siguiente, en el Museo de Arte Contemporáneo me encontré con la obra de Mika Rottenberg, una argentina que también vive hace bocha en New York. Mika montó la muestra principal de este museo con sus videos-instalaciones y una serie de obras que la acompañan. La muestra se llama Six Easy Pieces y cuenta la circulación de cosas y personas por el espacio que arma el mundo, una circulación a veces fluida y otras compleja. Es decir, es más fácil que circule el plástico desde depósitos en cualquier lugar del mundo a través de plataformas virtuales, que personas de un país a otro, lo prueban las personas que mueren o desaparecen en el desierto, un desierto sonoro, como la novela que está leyendo L en este viaje. Palabras como cosas que nos nombran y nombres con los que jugamos para invocar el ritual de viajar. Armamos itinerarios con lo que llevamos como mochila y lo que vamos encontrando: las obras que vemos o leemos, les artistas que pueblan nuestros imaginarios, lo que ya teníamos y volvemos a encontrar porque ahí estaba. Se dice que leer es viajar y que la experiencia del arte moderno es la experiencia ante la obra. Creo sin embargo que no se viaja cuando se lee ni se experimenta en el momento frente al cuadro sino un poco después, en el recuerdo que deja, en la marca de la lectura o la visión. De eso se llenan las mochilas, esa es la nafta del viaje. No se viaja para conocer sino para recordar algo que está por aparecer. Siempre, pareciera, se muestra en la lengua que elegimos.