Berlín, 30 de Enero de 1933. El director de uno de los diarios mas importantes de Alemania convoca a su despacho a los dos editores de la sección Política, los periodistas Franz y Fritz.

--Señores, les dice, Adolf Hitler asumió el poder en Alemania. Quiero escuchar sus opiniones.

--Estoy preocupado, responde Franz. Es un hombre autoritario, racista, belicista. Le esperan años muy duros a Alemania.

--No coincido, alega Fritz. Alemania ha sido humillada, expoliada. Necesitamos un hombre fuerte que le devuelva la dignidad al pueblo alemán. Y ese hombre es Hitler.

--Fritz, vos sos judío advirtió Franz.

--Una fuente segura me dijo que Hitler usó el antijudaísmo para llegar al poder, pero que en el fondo no es racista.

--Bien, bien. Así me gusta, dos opiniones divergentes. Nos ayudará a mantener nuestra tradicional objetividad. Somos periodistas independientes. No lo olviden ¡In-de-pen-dien-tes!

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Tiempo atrás, cuando se quería echar a alguien, se le decía “Mandate a mudar de acá. Ahora: “rajá de acá o te rompo el culo a patadas”. El sentido es el mismo pero hay que admitir que nosotros éramos mas respetuosos.

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En un programa periodístico televisivo, un referente del Pro dijo que las tarjetas alimentarias distribuidas en Concordia “se vendían”, descalificando así el proyecto del gobierno destinado a paliar el hambre. Ni los periodistas (simpatizantes, por otra parte, del proyecto nacional y popular) ni el representante del Frente de Todos le preguntaron qué pruebas tenía para lanzar esa versión, ni cuántas eran las tarjetas vendidas (7.000, 70 ó 7). No hay que dejar pasar estos infundios lanzados sin ninguna responsabilidad.

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Antes decíamos tiroteo, pero llegó balacera; decíamos paliza y llegó golpiza; patota y llegó manada. Todas palabras que seguramente se incorporaron por la influencia de la traducción de las películas de Hollywood ¿Cúal de ellas quedará?

La decisión la tiene el pueblo.

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Mi abuelo Pascual llegó de Italia a los 18 años, a fines del siglo 19. Murió, ya octogenario, en Buenos Aires. Nunca se adaptó del todo. Su corazón se quedó en su pueblo. Casacalenda. De adolescentes nosotros escuchábamos foxtros a lo que mi abuelo llamaba con desprecio “lo fósforo”. Un día nos contó que una vez llegó un gran músico italiano a Nueva York y lo llevaron a un local donde tocaban jazz.

-- ¿Qué é cuesto? Preguntó el maestro italiano.

Maestro, esto es música

--¡¡¡¡¿Música?!!!

El maestro italiano se pegó una palmada en la frente y se murió,

La anécdota del abuelo Pascual nos divertía por lo disparatada, pero en este tiempo, cuando escucho alguna música, me pregunto si la anécdota no habrá sido cierta.

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Nací piadoso .Debe ser genético porque me crié en un hogar bajo la influencia cultural del viejo partido socialista y su nave insignia, Alfredo Palacios. Y si algo no tenían aquellos socialistas era sentimientos piadosos . Ya en los años mozos me acerqué a los comunistas siempre alentado por lograr un mundo mas justo, igualitario. Una tarde estaba en un bar con un cuadro bolche cuando entró una pobre mujer con una criatura en brazos pidiendo limosna . Me conmoví y le di unas monedas.

--No les de limosna --me retó-- que sufra y haga la revolución.

La llegada del movimiento de los sacerdotes para el Tercer Mundo me tocó las fibras piadosas. Trabajaba como periodista en el diario “La Opinión” y le pedí a mis jefes cubrir ese movimiento. Así conocí al cura Carlos Mujica con quien tuve un par de encuentros y se generó una mutua empatía. Todavía llevo al cura en mi corazón.

En fin , pensándolo bien yo me equivoqué . Tendría que haber sido peronista.