Comunicar es una de las tareas fundamentales para todos los gobiernos. Una falla de comunicación, de cualquier origen, constituye siempre un problema político. A menudo el ruido, la mala emisión se conjugan con otros errores políticos lo que ahonda las dificultades. Hablamos en general, hablamos del presente.

La ministra de Seguridad nacional, Sabina Frederic, y su colega bonaerense, Sergio Berni, tramitan discrepancias que arrancaron demasiado pronto y saltaron con demasiada frecuencia a la esfera pública. Es factible que tengan ideas distintas… no es imprescindible (ni deseable) que todas se sustancien a través de reportajes o declaraciones. El sistema republicano se caracteriza por la difusión de los actos de gobierno pero la gestión exige instancias de intercambio, de análisis previos a la toma de decisiones. Desde ya hasta de divergencias que requieren un grado de sigilo antes de ser propaladas. Máxime si media afán de negociarlas.

La reunión entre Kicillof, Alberto Fernández, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, podía estar programada con antelación como informó la Casa Rosada. La agenda trascendió a la Seguridad, abarcó cuestiones económicas cruciales para la supervivencia mutua. Sería ingenuo negar que la importancia que se le otorgó, “la foto” que la retrató y el ulterior conclave entre Axel, Berni y Frederic salieron al cruce de una coyuntura autogenerada, que deberá evaluarse y corregirse en el futuro. 

***

Son admisibles visiones contradictorias acerca de la presencia o no de fuerzas de seguridad nacionales en “la provincia”. A la vez es imprescindible la coordinación entre la Nación y Buenos Aires. O sea, entre el presidente Alberto Fernández y el gobernador Axel Kicillof recientemente elegidos por mayorías amplísimas y que pertenecen al mismo espacio político.

Los malestares acumulados en esta semana, el picnic que se hicieron los medios dominantes (arietes de la oposición más intransigente) los acunó el funcionariado oficialista. Pudo haber fake news adicionales que siempre abundan pero el conflicto existió, engendrado y acicateado por distintos cuadros del oficialismo.

Alberto Fernández imaginó al desembarcar una política de Seguridad coordinada con todas las provincias, haciendo énfasis en las dos más grandes que recuperó el peronismo en las elecciones: Buenos Aires y Santa Fe. Los acuerdos con el gobernador santafesino, Omar Perotti, comenzaron a funcionar pronto. Su ministro de Seguridad, Marcelo Saín, es un protagonista de trayectoria versátil, en acción de gobierno y en el área intelectual-académica. Alto y valioso su perfil, sería injusto y simplista describirlo como un punto medio entre Frederic y Berni pero es real que --de movida-- armoniza más con la idea general del Presidente sin ser un calco de Frederic.

El planteo de Berni, retirar a Gendarmería del territorio provincial, colisiona con los criterios de los intendentes, en particular los del Conurbano. A los alcaldes los tranquiliza la presencia visible de uniformados, algo que armoniza con percepciones ciudadanas muy extendidas. Sus rezongos o clamores hicieron hervir altos celulares en la Casa Rosada. Pensando en “lo que quiere la gente” (categoría elusiva aunque siempre presente) removerlas causaría un cimbronazo.

***

El Gobierno afronta problemas dificilísimos y urgentes. La falta de destreza en comunicación autogeneró otros no previstos. Los amantes del tenis usan la imagen “errores no forzados”. Los futboleros (grey que uno integra) la de “goles en contra”. Bien miradas, las dos metáforas deportivas son distintas. En el tenis hay muchos puntos, que se acumulan en games y sets. Un error no forzado solo califica para ser decisivo en ciertas circunstancias.

Su peso, mocionamos, es inferior al de un gol en contra. En fútbol hay dos, tres o cuatro goles en partidos promedio.

Cometer errores no forzados es ineludible aunque hay que esmerarse para minimizarlos.

Las polémicas sobre presos políticos, la falta de sincronización entre el ministro de Economía, Martín Guzmán, y Kicillof desnudaron carencias de un equipo recién llegado con varios integrantes sin experiencia de gestión. Dicha característica puede ser virtuosa, como cualquier renovación de cuadros, pero también paga costos cotidianos, derecho de piso.

En el corto plazo, hablamos de ruido innecesario, causado desde adentro. Y de errores no forzados porque queda mucho por jugarse todavía. Aprender de esas fallas, en vez de negarlas, ayudará al Gobierno a cumplir su contrato electoral, ahorrarse sofocones. Y precaver goles en contra, cuya acumulación puede hacerlos indescontables.

La porfía que reseñamos se zanjó poniendo en escena el cuerpo y la autoridad del presidente Alberto, en simultáneo con la voluntad acuerdista entre éste y Kicillof. El encuentro de la tarde (no programado con antelación) selló un criterio para avanzar de modo conjunto.

De cualquier forma, los mandatarios deben tomar nota de lo que ocurre cuando los hermanos no están unidos o no lo demuestran… o no lo comunican bien.

[email protected]