El presidente Alberto Fernández completó una primera ronda de almuerzos con sindicalistas, el jueves en Olivos, con el secretario general de la CTA, el diputado Hugo Yasky, que se sumó a los que ya había mantenido con el camionero Hugo Moyano y con uno de los secretarios de la CGT, Héctor Daer. La primera lectura es la intención del Presidente de que los dirigentes sindicales se sientan incluidos en los planes oficiales. La otra, más concreta, es la de conseguir moderar los reclamos salariales en este primer tramo del año. Según explicaron, en las charlas el Presidente no pide concretamente "moderación" pero sí traza un panorama con un primer trimestre cruzado por las negociaciones por la deuda y un segundo trimestre en el que, si todo sale bien, ofrecerá un camino más despejado para planteos reparadores. "Para abril o mayo vamos a saber dónde estamos parados", sostuvo en esos diálogos. 

Los diálogos no fueron iguales porque las realidades de los sectores que representan las centrales son diferentes. Justamente, la heterogeneidad del mercado laboral es una de las razones que -Gobierno y sindicalistas coinciden en esto- impiden imaginar una respuesta general para todos los trabajadores. Habrá quienes busquen una recuperación a través de una suma fija, pero la mayoría elegirá negociar de acuerdo a las posibilidades de cada sector. Por ejemplo, Moyano llegó al almuerzo en la Casa Rosada con una paritaria cerrada del 26,5 por ciento para el semestre. Yasky, en tanto, había planteado la inconveniencia de aplicar ahora acuerdos que contemplen la cláusula gatillo, a tono con la prédica de Fernández de "desindexar" la economía y bajar la dinámica inflacionaria. 

Yasky recibió la invitación para almorzar a solas con Alberto Fernández en Olivos, el mismo jueves que luego pasaron algunos gobernadores y se presentó el plan Remediar. Fue justo unas horas después de que se conociera el documento del FMI que avaló la posición argentina en la renegociación de la deuda, por lo que ese tema se llevó buena parte de la conversación. El Presidente planteó que este primer trimestre estará condicionado por esa negociación, más allá de las mejoras que se fueron dando durante este tiempo para los sectores más postergados -aumentos de sumas fijas para trabajadores y jubilados, tarjeta Alimentar, préstamos del Anses, medicamentos gratis- quevrepresenta una inyección equivalente al 1,7 por ciento del PBI. Frente a eso le pide a los sindicalistas una mirada comprensiva ante la situación a la espera del acuerdo por la deuda. Una Argentina en default, una Argentina con un mal acuerdo o una Argentina con un buen acuerdo, suponen tres panoramas posteriores diferentes. 

En el almuerzo se mencionó la mejora que ya de por sí impone la vuelta de la paritaria nacional docente, derogada durante el macrismo. Será el miércoles próximo, y tanto desde el Gobierno como de los gremios coinciden en que está muy avanzado el acuerdo. Hoy el piso salarial docente es de 20.250 pesos y se planteará un incremento de suma fija para los próximos cuatro meses. Porque si hay algo en lo que también coinciden funcionarios y sindicatos es en, además de evitar las cláusulas gatillo, arreglar paritarias más cortas para ir haciendo un monitoreo más preciso de la situación. El acuerdo docente también incluiría mejoras en lo que se refiere a rubros como capacitación y formación docente, infraestructura escolar, seguridad, materiales y demás. El ministro de Educación, Nicolás Trotta, anticipó que el Gobierno pondrá los recursos necesarios en el Fondo Compensador para que todas las provincias puedan cumplir con lo que se establezca en la paritaria nacional. El cálculo que hacen es que las clases estarán en condiciones de iniciar en todo el país. La provincia que genera más dudas es Chubut, que arrastra un conflicto desde el año pasado.

Otro de los temas que formó parte de los almuerzos con sindicalistas es la puesta en marcha del Consejo Económico y Social, que tuvo un primer ensayo el jueves en la Casa Rosada, en el que las centrales obreras tendrán un papel importante y que les permitirá tener voz no sólo en las cuestiones salariales sino también en las políticas de mediano y largo plazo. Un panorma muy diferente al que les ofrecía el macrismo, que no sólo no los consultaba sino que exhibía la reforma laboral como amenaza permanente. "Estas reuniones muestran a las claras un gobierno que se muestra interesado en reunirse con dirigentes sindicales antes de que con los integrantes del círculo rojo y empresarios. Maneja una agenda en la que las centrales obreras, gremios y movimientos sociales está en condiciones de discutir todo, exactamente lo contrario de lo que sucedía antes", analizaba un referente sindical.