Diego Monarriz dejó de ser el entrenador de San Lorenzo este sábado por la noche luego de la derrota sufrida ante Racing por 1-0 como local, la segunda consecutiva tras el 0-1 ante Talleres en Córdoba, un partido clave en el fin de su ciclo, aunque no por el resultado, sino por la pelea en el vestuario con los hermanos Romero, que terminó por generar un clima insostenible en el club de Boedo.

Durante esta semana, los entrenamientos estarán a cargo de Hugo Tocalli, Alberto Acosta y Leandro Romagnoli, quienes ocupan distintos cargos en la estructura futbolística de la institución.

Bicampeón con la Reserva, Monarriz asumió el mando del equipo de manera interina en noviembre pasado, tras la salida de Juan Antonio Pizzi. Luego de caer en su presentación ante Independiente (1-2), enderezó el rumbo, sumando tres triunfos y un empate para cerrar el año con ilusiones de dar pelea en la Superliga. Con el gran acierto -entre otros- de darle la titularidad al juvenil Adolfo Gaich, Monarriz fue confirmado por la dirigencia durante el verano. Sin embargo, 2020 no resultó de la forma esperada: una victoria, una igualdad, tres derrotas y una cuestionable banca de los jugadores para con él dentro del campo de juego. Se va con un 46,7 por ciento de efectividad.

Para reemplazar a Monarriz suenan los nombres de Pablo Guede y Mauricio Pellegrino, aunque en horas de la noche se sumó el de Néstor Gorosito, ya que el ex diez del Ciclón dejo su cargo en Tigre (de marcha errática en la Primera Nacional, hoy perdió en su visita a All Boys).

"Lo que tenga que pasar, va a pasar. Hablé con Marcelo (Tinelli, presidente del club), pero tranquilo. No sabemos qué decisión vamos a tomar", había dicho luego del encuentro Monarriz, visiblemente golpeado, en la sala de prensa Osvaldo Soriano.

"Hoy no salió nada de todo lo que habíamos planificado", lamentó antes de vincular el bajón futbolístico con un factor anímico. "Cuando no te salen las cosas, pareciera que el equipo no corre, que no puede dar dos pases seguidos, que está mal físicamente y eso es producto de la falta de confianza", argumentó.

Luego relativizó los reclamos del público, que despidió al equipo con la demanda de que "pongan huevos". "Poner huevos no es pegar una patada, un codazo o ir a trabar con los dientes. Poner huevos es pedir la pelota y jugar", concluyó.