Mientras Omar Perotti suma millaje y se esfuerza en acaparar la iniciativa política y la agenda pública en la provincia, la posición de Miguel Lifschitz parece reservada a cuarteles de invierno. De verano, sería en este caso. Y en el seno del Partido Socialista las explicaciones difieren según el lugar de quien las diga.

El ex gobernador se niega por estos días a las declaraciones públicas. Nada que eche nafta al fuego, aunque desde el Ejecutivo y desde el oficialismo legislativo le lluevan palos a diario con el rótulo de la herencia que dejó. Cerca suyo decodifican este silencio como una actitud de cautela. Sus colaboradores asumen que el presidente de la Cámara de Diputados elige callar en estos días porque "sabe que su palabra pesa, y si habla tiene que pegar, y no quiere entrar en ese juego de la chicana y el palo por palo", según sintetizó una fuente cercana.

Igualmente, asumen que hoy en esta coyuntura el silencio erosione su imagen y le depare costo político. El que calla otorga, es el dicho. "Le pegan y no se defiende, pero quiere ser precavido, dejar que el gobierno actual se asiente", comprendió un allegado.

"No hace declaraciones públicas, pero está a full", aseguró uno de sus alfiles, el diputado Joaquín Blanco, al referirse a reuniones de armado político en la provincia y en Buenos Aires, pero que no hace trascender. 

El perfil bajo de Lifschitz en los últimos días puede entenderse después de la ronda de entrevistas a la cual el gobierno convocó a los partidos de oposición. El martes 4 fue el turno del socialismo ante los ministros de Gobierno, Esteban Borgonovo, y de Gestión Pública, Rubén Michlig. Ahí estuvieron Enrique Estévez, Joaquín Blanco (h), Pablo Farías y Claudia Balagué. Ni Lifschitz ni Perotti asistieron, pero desde entonces el voltaje de cruces disminuyó, al menos entre ambos. El socialista, directamente, continuó su fuera de escena.  

Sus últimas intervenciones que marcaron agenda fueron el mandato legislativo para habilitarle a Perotti la reforma tributaria, y otro tanto para negarle la ley de emergencias.  Y ahora que el gobernador ha vuelto en su intento por conseguir la ley, en el Frente Progresista hay quienes opinan –con matices– que deben aprobarle la herramienta que pide el Ejecutivo. 

Tampoco el titular de Diputados hace uso de las redes sociales, otro escenario complementario de la escena política. Su último posteo en Twitter databa del 22 de enero, para referir al documento sobre violencia e inseguridad pública que hizo firmar a todos los partidos con presencia legislativa. Y reactivó la cuenta el jueves, después de la sesión en Diputados, con un fin protocolar, para mostrarse en una foto junto al embajador de Cuba, que visitó el recinto, la diputada Alejandra Obeid y sus hermanas.

Otras miradas dentro del partido de la rosa connotan que este retiro transitorio de Lifschitz se debe también a tensiones internas. Su liderazgo en el Frente Progresista quedó en disputa tras la derrota electoral de 2019, que puso fin a 12 años de gobierno en la provincia. Su intención de traccionar el voto a la fórmula Lavagna - Urtubey fracasó y causó fugas internas en el FPCS, incluso en el propio socialismo, donde emergió el espacio Bases Socialistas, liderado por Eduardo Di Pollina y Claudia Balagué.

En todo ese cambio asomó, fortalecida, la figura del intendente rosarino, Pablo Javkin, que muestra una hiperactividad como la que exhibe el gobernador, pero en su caso para erigirse como el nuevo referente de la oposición no solo en la ciudad, sino en la provincia.

La reticencia en derredor a Lifschitz para hablar de la interna partidaria se explica por una foto que hizo ruido esta semana, puertas adentro de la organización. Lifschitz y la ex intendenta Mónica Fein viajaron a Buenos Aires para participar de una reunión convocada por el diputado nacional Enrique Estévez. El motivo formal era definir la agenda legislativa y política del partido en el Congreso. También fueron de la partida los diputados provinciales Pablo Farías y Joaquín Blanco (titulares del bloque del interbloque Frente Progresista y del bloque PS, respectivamente), la concejala Verónica Irizar y su par santafesino Paco Garibaldi, y el ex diputado nacional Juan Carlos Zabalza. El detalle fue que Antonio Bonfatti quedó afuera, aunque sea el presidente del partido a nivel nacional. 

Bonfatti había participado el fin de semana anterior de otro mitín: un homenaje a Guillermo Estévez Boero convocado precisamente por Bases, el nuevo sector que marca la disidencia con el liderazgo de Lifschitz. Ahí estuvieron las concejalas Lorena Carbajal y Susana Rueda, el secretario de Salud, Leonardo Caruana y hasta la presencia explícita del intendente Javkin pareció describir el panorama dentro del Frente Progresista.