La compra de un traje y "la necesidad de amortizarlo", la historia de otro traje, heredado de un fan muerto, y la sucesión de historias trágicas hilvanadas tras esa anécdota terminaron redondeando un encuentro impensado: el de Hernán Casciari y Diego "Zambayonny" Perdomo en torno a un espectáculo de cuentos y canciones vinculadas ya no con el humor que atraviesa a sus obras, sino con un costado trágico y "absolutamente para abajo". Una apuesta, la de Tragedias, que resultó efectiva para la dupla, que hoy llegará a Rosario para presentarse en un Teatro Lavardén que ya vio agotadas sus localidades.

Ya probado exitoso, el encuentro entre Casciari y Zambayonny es más bien reciente, sin más antecedentes que algunos encuentros esporádicos concretados luego de varios años de admiración compartida. "Yo fui oyente de él desde muchísimo antes de conocerlo y también sabía que a él le pasaba lo mismo con las cosas que yo escribía. Es algo que se da mucho con Internet, esto de saber que otro gusta de lo que hacés, y vos gustás de lo que hace, pero no se conocen", apunta Casciari a Rosario/12.

En 2010, con motivo de la presentación de la revista Orsai en Argentina, Zambayonny aceptó la invitación de cantar algunos temas. Cinco años después, el escritor y editor le dio forma al prólogo de La suerte del campeón, tercer libro de Perdomo. Tras el regreso de Casciari a la Argentina, el encuentro pudo corporizarse. "Empezamos a rearmar una amistad que nunca habíamos tenido --resume el escritor--. Nos juntamos a comer y pintó hacer algo juntos con muchísima naturalidad, porque habíamos hecho algo sin ninguna lógica en la Universidad de La Matanza, y en este caso le encontramos una lógica que es no hacer nuestros textos humorísticos, sino cosas realmente trágicas. Ni irónicas ni metafóricas, literalmente trágicas".

- ¿La decisión tuvo que ver con romper con lo que uno esperaría naturalmente de esa propuesta, con el humor que caracteriza a sus obras?

- Para serte sincero, tuvo que ver con que tuve que comprarme un traje y tuve que amortizarlo... En una cena le dije a Diego: 'Tengo que comprarme un traje, la concha de la lora'. Y él me dijo: 'Yo tengo un traje que me regaló un fan que se murió, se lo dejó a su familia para que me lo diera a mí cuando se muriera'. A raíz de eso empezamos a hablar de cosas trágicas y surgió la idea de hacer un espectáculo en donde contáramos las cosas que tenemos escritas y compuestas que no son graciosas. Pero no fue por una necesidad estratégica, ni por un subraye social de que hay demasiado stand up y por éso vamos por otro lado.

El humor, sin embargo, también es un recurso al cual apelar para descomprimir tensiones. "Las obras son absolutamente para abajo, pero las transiciones entre un cuento y una canción, la conversación nuestra en el medio, es naturalmente humorística --aclara Casciari--. No hay ningún guión, pero nos cagamos de risa, hacemos un par de chistes para distender un poco".

Por el momento, la función en Lavardén será la única de Tragedias en Rosario, y son pocas las precisiones sobre un posible regreso. Es que la inquietud es una constante en Casciari: "Ahora que de a poquito estoy volviendo a escribir, no dejaron de darme ganas de hacer cosas en vivo. El 11 de abril empiezo un ciclo de comedias con Fabi Cantilo, que es lo mismo que hacemos con Zambayonny pero en vez de ser todo trágico, es todo para arriba. Estoy aprendiendo a producir, a buscar los teatros, a negociar con los productores locales, a encontrar maneras de vender sin intermediarios. Me divierte, no sabía que existía. Es lo mismo que encontrar huequitos en la industria editorial".