Once fotos en color, sin marcos, colgadas con ganchos de hojas en la paredes, como afiches de las bandas que más nos gustan. Un modo de montar las imágenes, en la sala del museo, que ya habla del montaje de heterogeneidades que hace germinar estas existencias que Kenny acompaña con sus puestas en escena fotográficas. Unas vidas que se intuyen como alteridades en parentesco con las vidas marginales que retrataron Nam Goldin y Nobuyoshi Araki. O más cerca, lxs “rarxs” que dibujaban Marcia Schvartz y Ricardo Garabito. Kamil, Saddy, Sonica, Porkería, Mat, Nico, Melimel, Pandora, Malone, Lucas Gonzxlo, Venus, Magnesia, son los seres que conforman la exposición fotográfica Venus Perversa, de Kenny Lemes.

Hay en el lenguaje de Kenny, una técnica pintorera que sigue un trenzado manierista de la historia de la pintura y de la fotografía –de Giuseppe Arcimboldo a Tim Walker, pasando por la fantasía en el cine de Tim Burton, la hipérbole en algunos cuadros fotográficos de las películas de Leonardo Favio y los videoclip de la cantante trans Arca. Kenny, encuentra en los seres que visita y retrata algún elemento perverso, perturbador desde donde bordea y borda la composición -aún no es trash, como podrían ser las imágenes de Roger Ballen que alimentan los videoclips de la banda Die Antwoord. La manera de componer de Kenny intensificando el ambiente de sus retratadxs tiene una práctica compañera y contemporánea que es el proyecto Still Móvil del fotógrafo londinense Manuel Vason, que visitó varias ciudades de Latinoamérica y realizó co-creaciones de instalaciones performáticas con bailarinxs y artistas escénicxs. En ambas experimentaciones el cuerpo participa de una imaginación política y es soporte de transformaciones subjetivas situadas.

En la puesta en escena de Kenny lo perverso se vuelven adorno incandescente, accesorio irradiante, objeto agalmático que enamora. Ese elemento es un punctum: un máximo de valor plástico que invierte la economía de lo que (no) vemos en la imagen. En la erótica de El Banquete, de Platón, esa “cena de locas”, como la describe Jacques Lacan, el ágalma es el adorno, el objeto seductor por el cual se constituye el/la/le amadx y se lo/la/le ama. Hay algo en el/la/le otrx, un gesto, un rasgo físico, una manera de hablar, un no sé qué, que me atrae y me enamora. En los seres que retrata Kenny pueden ser unos brackets; la semántica de los tatuajes; unos pómulos; la tersura de la piel; un gesto de la boca; la extensión del pelo negro; un sombreado de la piel; las curvas de la cabeza afeitada; el modo en que las costillas se marcan; el acné y una mirada melancólica.

La operación plástica de Kenny es un movimiento doble: por un lado, hacer de ese elemento disruptivo de la belleza codificada un objeto preciado, precioso. Valorizar esa existencia con un nuevo uso de la belleza. Y al mismo tiempo, extender las cualidades materiales de ese objeto en un estampado, en una trama de formas, texturas y colores, un dragueo que contamina toda la imagen. Se diría que Kenny no fotografía lo que ve si no que lo borda. Es una fuerza imaginante de instalaciones o instauraciones de las bellezas que el régimen heterosexual impugna. “Tengo un cuaderno lleno de muestras inventadas, esperando hacerse realidad”, dice Kenny, deseante. Su manera curiosa de visitar y aliarse a esas vidas estratégicas, que hacen de sí una obra de arte, posibilitan una agalmática cuir. Nuestras bellezas ya no como un universal a alcanzar, ni un imperativo a cumplir; sino como precepto de lo que deseamos. Es decir, una afirmación material-sensible de todo lo que amamos en este mundo. Todo lo que sí, a partir de lo que ya no.

Exposición Venus Perversa: hasta el 14 de marzo, en el Museo Marco La Boca (Av. Pedro de Mendoza y Villafañe). Activaciones: sábado 29 de febrero: “Bordado colectivo” al retrato de Sonica Satana, de 14 a 18 hs.; sábado 7 de marzo: peformance “Bajo abajo melancolía”, de Belén Coluccio y Matías Miranda, de 15 a 19hs.