RESPIRA    5 PUNTOS

Argentina, 2019.

Dirección y guión: Gabriel Grieco

Duración: 83 minutos.

Intérpretes: Lautaro Delgado Tymruk, Sofía Gala, Daniel Valenzuela, Gerardo Romano, Letcia Brédice.


Como muchas películas recientes de terror, Respira opta por un título-orden, como ¡Huye!, No mires atrás, No te duermas, No despiertes o Pasame la sal. El opus 2 de Gabriel Grieco -cuyo título original, Transgénesis, era más bonito, pero seguramente menos comercial- no es en verdad una película de terror sino un thriller ecológico, en el cual el único monstruo son, como en la realidad, los fertilizantes, que contaminan poblaciones enteras aquí y ahora, trayendo muerte y enfermedades infantiles gravísimas. En la ficción urdida por el propio Grieco, un aviador despedido de su empleo va a parar con su mujer e hijo a una olvidada zona rural, donde los agroquímicos se rocían de a hectolitros con la mayor impunidad.

Hace rato que Leonardo (Lautaro Delgado Tymruk) está sin empleo por haberle cantado cuatro frescas a su jefe, y en esa circunstancia le llega el ofrecimiento de una empresa privada para trabajar para ellos, desperdigando agroquímicos en una zona de maizales. Primero se niega a aceptar pero luego lo convence su esposa, la aguerrida Leticia (Sofía Gala, siempre bien parada en escena), que piensa con más practicidad que él. Por su carácter sórdido y siniestro, la fauna local recuerda a la de El otro hermano, última película a la fecha de Israel Adrián Caetano. Sobre todo el encargado de la “empresa” (las comillas son porque nunca llega a verse a otros representantes de la firma), encarnado por Daniel Valenzuela con el necesario sentido de amenaza. Pero también el comisario de Gerardo Romano, no por más refinado menos peligroso. Sucede que la empresa fumigadora opta por encerrar a aquellos que hayan sido contaminados como se hacía siglos atrás con los apestados, y un pequeño grupo de resistentes armados, que incluye a una siempre excedida Leticia Bredice, los descubre. Con lo cual lo que se mantenía encubierto sale a la luz y estalla.

Sin pretender salirse jamás de los códigos genéricos -se buscan el suspenso, la tensión, la acción y la violencia-, Grieco logra al mismo tiempo “colar” en la ficción una temática tan densa como es la contaminación por agroquímicos. Durante la primera mitad del breve metraje se las arregla para narrar criteriosamente, evitando forzamientos, excesos y golpes bajos, más allá de alguna torpeza disculpable. No sucede lo mismo durante el desenlace y la culminación de Respira, título que alude tanto a las enfermedades pulmonares que ocasionan los agroquímicos como al asma que sufre el hijo de los protagonistas. A esa segunda parte le falta pulso, convicción, desesperación -elementos que la historia pide- como si los tiros y enfrentamientos fueran más una exigencia genérica que una verdadera necesidad dramática.