La vuelta del gobernador de Córdoba al PJ es un golpe fuerte a la oposición si se tiene en cuenta que es una de las provincias donde más votos tuvo Mauricio Macri.

Si alguien piensa que el gobernador de Córdoba cambió de idea al decidir reintegrarse a la orgánica del PJ después de nueve años, está equivocado. Tampoco es que haya cambiado el PJ. Lo que motiva estos cambios de posición de Schiaretti son los cambios en una porción importante de su base electoral.

El golpe de timón se da cuando ya se conoce el trazo grueso de la política con el campo, sobre todo con relación a las retenciones que provocaron un conflicto que impactó de lleno en los cordobeses.

No es que aplaudan las nuevas retenciones, sino que una parte de esa base social no las verá como un ataque. Es la expresión del corrimiento de un límite. Las políticas del oficialismo han logrado correr las fronteras de su influencia.

El anuncio se conoce después del discurso presidencial ante la Asamblea Legislativa, donde se anunciaron varios temas importantes como una ley para la interrupción voluntaria del embarazo, una reforma judicial de hecho, que la corporación de medios calificó como el intento de lograr impunidad para los funcionarios kirchneristas, y las retenciones.

Son tres medidas polémicas y de alto impacto, que seguramente serán utilizadas por la oposición para armar su estrategia contra el Gobierno. La decisión de Schiaretti daría la impresión de que la oposición cerrada que anuncia la derecha solamente impactaría en su núcleo más cercano, sin irradiar hacia sectores que los han acompañado otras veces.

Cualquiera sea la explicación, lo que el gobernador está viendo es la dificultad de estructurar un frente sólido por parte de la oposición. En ese escenario no le dejan lugar. El radicalismo y el PRO tironean entre sí y dentro de las dos fuerzas también hay tironeos. No hay lugar para un francotirador del peronismo.

Además, la actitud de apertura del Presidente tiende un puente que le permitirá negociar mejor con el Gobierno sin la necesidad de estar especulando todo el tiempo con el voto de sus legisladores nacionales. De esta forma, tendrá un espacio de alianzas y llegada directa al corazón de la gestión.

Pero es evidente que antes de tomar la decisión debe haber medido su impacto en la base que lo respalda y, sobre todo, el efecto de las medidas anunciadas en la Asamblea Legislativa. Y esa es una buena señal para la Casa Rosada.